Todo el mundo conoce a Juan Manuel Montilla como el Langui, desde que revolucionó el mundo del rap junto al Gitano Antón, su colega del barrio de Pan Bendito en Madrid, con el proyecto La excepción. Han pasado veinte años y es un referente en el mundo de la música. Pero tiene muchas más vidas. Ahora publica un nuevo disco en solitario que ha titulado –de forma muy autorreferencial– Espasticidad, con un single en el que se muestra desde una perspectiva más madura.
“He empezado a cuidarme un poco más (risas). Y al hacerlo aprendo también términos que están presentes en la parálisis cerebral. La espasticidad es lo que nos deja los músculos rígidos, nos deforma las extremidades y no nos permite hacer una vida como el resto. Tengo 43 años y bastante recorrido. Al final, miras las cosas de otra manera. Con 20 me hablas de esta sintomatología y, aunque yo estaba muy concienciado, era otro rollo. Siempre he utilizado el humor, pero esto es completamente diferente. No quita que el resto del disco siga siendo más reconocible, pero he cambiado. Hay que incomodar al que no sabe nada del tema para que eso llegue más”.
Han pasado siete años desde su anterior trabajo en solitario. ¿No es demasiado tiempo alejado del rap? “Simplemente, llegó la pandemia. Este disco estaba previsto para 2020, pero decidí esperar y ver cómo se asentaba todo. Eso me ha dado la posibilidad de construir mejor el concepto, pero a la vez también escribir, dirigir e interpretar junto a mi hijo el corto Intentando (2021)”.
Hugo Montilla también participa en el single, en el que el estribillo corre a cargo del mítico Kase-O. “Él representa esa parte de compromiso con la sociedad, pero sobre todo necesitaba que no solo se escuchara mi voz. Cuando componía ya me venía a la cabeza Javi. Con Hugo quería representar a la gente joven que empieza a vivir y a convivir con la espasticidad. Tiene 16 años y trabajar juntos es la leche. El otro día me fui con él a un concierto en el que estaban los chavales que le dan duro al rap, como Ajax y Prok, Foyone o Bejo. Es algo bonito y quiero aprovecharlo. Me gusta que haya algo que le motiva; en su caso, la interpretación”.
En el caso del Langui, esa motivación fue el rap. “Una tabla de salvación. Con 15 años divagaba y entré en barrena. Y de repente llegó el rap. Veía a los chavales bailar breakdance, al Gitano Antón que le daba a las rimas… Y me flipó. Pillé lápiz y papel y empecé a escribir. Me sentía útil. Escribía de cosas que me inquietaban, con muy poco nivel, claro. Luego me juntaba con los amigos y rapeaba. Y ya no me bajé del rap”. Y llegó la literatura, la interpretación, la tele y radio… “Una cosa te va llevando a la otra. Al final, el poco movimiento físico que tengo se compensa con la velocidad a la que va mi mente. Más rápida de lo normal. Me gusta probar de todo, así me siento útil. Llevo años dándole, tengo bagaje, puedo producir mis propios proyectos, pero también la experiencia hace que llamen a tu puerta y te ofrezcan cosas”.
Su nueva aventura es empresarial y viene de su pasión por la gastronomía. Hace poco, cumplió su sueño de abrir un restaurante: La Tasca del Langui, en San Pedro de Alcántara (Málaga), lugar con el que está vinculado emocionalmente y donde ahora reside. “Este proyecto me ha robado mucho tiempo, pero es que tenía muchas ganas. Cuando hice el programa de TVE con Pablo Pineda visité muchos restaurantes, con estrellas Michelin y tradicionales. En el fondo, son lugares de encuentro y tienen cosas en común con la música. Muchos amigos chefs me aconsejaron. La Tasca no tiene pretensiones de alta cocina, pero sí un buen producto. Con esto, ya lo único que me falta es interpretar teatro”. Seguro que le vemos pronto sobre un escenario. Otra nueva vida.