«Para viajar a Marte hay que poner a cinco personas en una ‘caja’ que no se podrá abrir en tres años. Hay miles de actividades donde necesitaremos hacer un progreso inmenso: sistemas de reciclaje, alimentación, telemedicina… ¿Cómo no va a traer esto avances?». Como dice Didier Schmitt, responsable del grupo de estrategia y coordinación para la exploración robótica y humana en la Agencia Espacial Europea (ESA), parece absurdo pensar que tamaña empresa como la exploración espacial no redunde en beneficios directos para la sociedad.
Es difícil cuantificar de manera exacta el retorno de la inversión y esta es precisamente una de las cuestiones que suele exacerbar a la ciudadanía. No hablemos de cifras, pero ahora que aún tenemos fijadas en nuestras retinas las espectaculares imágenes del telescopio James Webb, acerquemos la lente a las innovaciones que nacieron con fines espaciales y han acabado mejorando nuestra vida diaria:
Navegación por satélite
Antes de viajar al espacio, la NASA construyó satélites para mejorar las comunicaciones; a día de hoy, tienen miles de aplicaciones (¿alguien ha dicho Google Maps?). El sistema global de navegación por satélite por excelencia es el GPS, propiedad de la Fuerza Espacial de EE UU. La Unión Europa y la ESA desarrollaron Galileo; también están el GLONASS ruso y el sistema de navegación por satélite chino BeiDou.
Energía solar
La carrera espacial también fue solar. Aunque la energía fotovoltaica apareció en el siglo XIX, no fue hasta que los estadounidenses y los soviéticos jugaron a ser los primeros en llegar a la Luna cuando esta tecnología vivió un gran impulso. ¿El objetivo? Obtener energía en el espacio para alimentar naves y satélites. La que hoy anida en nuestros tejados es una evolución de aquella.
Termómetros infrarrojos
Es difícil acercarse a una estrella para medir su temperatura. Por eso, el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA desarrolló la tecnología de medición de radiación infrarroja. La empresa Diatek fue la primera, en 1991, en aplicar
esta tecnología para crear un sensor de infrarrojos que sirviera como termómetro al medir la energía que emite el tímpano. Sí, medimos la temperatura de los cuerpos celestes como la de nuestros cuerpos terrestres.
Calzado deportivo especial
¿Te suenan las Nike Air? Tan ligeras que parece que no hay gravedad cuando caminas con ellas. Pues no existirían si no fuera por una tecnología desarrollada por la NASA. Las sneakers actuales, con cámaras de compresión, resortes y ventilación, beben de la innovación de las botas lunares con las que se dio «un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad».
Detectores de humo
Nadie quieres ser un astronauta allá arriba y darse cuenta de que hay un incendio demasiado tarde. Así que la NASA creó el primer detector de humo ajustable con diferentes niveles de sensibilidad. Si tienes uno en el techo de tu casa, es una versión basada en el que estuvo en la primera estación espacial estadounidense en 1973.
Herramientas inalámbricas por batería
El móvil, el ratón del ordenador, los robots aspiradora… La mayoría de herramientas que usamos hoy en día son inalámbricas. Pues el fin de los cables comenzó a desarrollarlo la empresa Black & Decker para la NASA: buscaban un taladro portátil que poder usar en la Luna. Lo consiguieron.
Filtros y purificadores de agua
En 1960, sonaba el (I Can’t Get No) Satisfaction de los Stones y la NASA investigaba cómo purificar agua para sus astronautas. Lo consiguieron con ionización de plata mediante electrólisis, tecnología que hoy se usa para eliminar las bacterias de las piscinas públicas.
Colchones de espuma viscoelástica
Esos en los que te hundes cuando te apoyas y luego recupera su forma. Los desarrollaron en la década de 1970, al inventar el memory foam, una espuma de poliuretano con memoria con la que querían mejorar los asientos de los pilotos para reducir el impacto en los aterrizajes. Se instalaron en los transbordadores espaciales, después empezaron a comercializarse para equipamiento médico y deportivo y en 1991 llegó el primer colchón de este material.
Miembros ortopédicos
Para mejorar los vehículos espaciales y las actividades que tenían que acometer los astronautas fuera de las naves, la NASA investigó sobre materiales de absorción de impactos, sensores robóticos y sistemas musculares. Y qué bien que lo hicieran, porque ahora se utilizan para que los miembros humanos artificiales sean más funcionales, dinámicos y cómodos.