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El extraterreste de oro: los millones que ha hecho E.T., el taquillazo que Spielberg lanzó hace cuarenta años

Se cumplen 40 años del estreno del taquillazo de Spielberg. El hórrido personaje fue, durante un tiempo, el nuevo Mickey Mouse: una máquina de hacer dinero.

En diciembre de 1982, The New York Times comparó E.T. con Shirley Temple. “Así como las películas de Miss Temple distrajeron la mente de la desesperación de la Gran Depresión —argumentaba el diario—, E.T. ha llevado a la gente a olvidar, aunque solo sea por 115 minutos, los estragos de las quiebras y el 10,8% de desempleo”. Corrían tiempos de crisis, en Norteamérica y en todo el mundo. Pero la famosa película de Steven Spielberg no sólo fue un éxito moral que contribuyó a aliviar el desasosiego de los atribulados espectadores; fue, sobre todo, un éxito comercial (y uno enorme).

Aquella fantasía familiar en la que unos niños acogen a un extraterrestre varado se proyectó por primera vez el 26 de mayo de 1982 en el Festival de Cannes. El 11 de junio se estrenó en EE UU. Steven Spielberg, que tenía entonces 34 años, era su director y productor. En su primer fin de semana recaudó 10,7 millones de euros, cifra que el paso del tiempo engrosó hasta los 721,5 millones (ro- darla había costado sólo 9,5 millones). Se convirtió en la cinta más popular de la historia del cine, desbancando a la más taquillera hasta esa fecha, Star wars (George Lucas, 1977), que había amasado 705,9 millones. Durante once años, ninguna otra pudo superar en ingresos a E.T. (en 1993, Spielberg se derrocaría a sí mismo con Jurassic Park, que recolectó 940,9 millones de euros).

La película fue nominada a nueve premios Oscar; sin embargo, solo se llevó cuatro, el de Mejor Banda Sonora y tres en las prosaicas categorías técnicas. Es de suponer que la decepción de su creador quedó atenuada por los 455.000 euros diarios que ganaba en esas fechas gracias al pequeño extraterrestre (cifras del crítico Tom Shone en su libro Blockbuster).

Pero el celuloide fue tan sólo uno de los formatos en que la película llegó al público. Los 15 millones de cintas VHS que se vendieron en EE UU a partir de 1988 acopiaron 227,5 millones de euros, de acuerdo con United Press. Eso era más que lo recaudado por MCA-Universal de todos sus estrenos en cines en los dos años anteriores. Los posteriores lanzamientos en DVD y Blu-ray han cosechado 22,2 millones.

Niños y niñas de todo el mundo se enamoraron del entrañable engendro, lo que fue muy bien aprovechado comercialmente. En marzo de 1982, tres meses antes del estreno de la película, Variety informó de que MCA había firmado once acuerdos de licencia sobre la criatura. En poco tiempo, anticipaba la revista, el mercado se vería inundado de bicicletas, pijamas, camisetas, gorras, dulces, juguetes electrónicos, figuras de acción, chicles… y hasta ropa interior de mujer con la imagen de E.T. El responsable de comercialización de MCA, Steve Adler, auguraba ingresos “de siete cifras”. Entre los empresarios jugueteros se esperaba que E.T. fuese el nuevo Mickey Mouse.

Durante un tiempo lo fue. De sus réplicas de juguete se despacharon 15 millones de unidades en septiembre de 1982. En las primeras navidades tras el estreno se convirtió en el juguete más vendido. Bertram T. Knight, biógrafo de Spielberg, estima en más de mil millones las ventas generadas por el merchandising de la película.

La incipiente industria de los videojuegos buscó impulso en el personaje más mediático del momento. Atari consiguió los derechos por unos 20 millones, pero sólo dispuso de cinco semanas para desarrollar el juego antes de Navidad. Fue recibido con entusiasmo (2,6 millones de unidades se despacharon esas vacaciones), que se trocó en estupor cuando los aficionados descubrieron las enormes deficiencias resultado de las prisas. Cerca de 700.000 copias se devolvieron, las ventas se frenaron y Atari hubo de destruir el stock sin salida. Durante décadas, los jugones han barajado distintas teorías sobre el destino de las copias aniquiladas. En 2014 varias productoras encabezaron una expedición para confirmar si estaban donde se suponía: en el desierto de Álamogordo (Nuevo México). Y, efectivamente, allí se hallaban. No pocas veces se ha descrito E.T. The Extraterrestial como el peor videojuego de la historia.

Se publicó un libro inspirado en el guión: E.T: The book of the Green Planet, firmado por William Kotzwinkle. En julio de 1982 The New York Times le adjudicó unas ventas de 1.005.000 ejemplares, y otros 150.000 en la versión ilustrada para niños. Y para no dejar cabos sueltos, en 1990 se inauguró la atracción E.T. Adventure en el parque de atracciones de Universal Studios en Orlando (Florida), replicado más tarde en las sucursales de Hollywood y Japón. El personaje saludaba uno a uno a los niños por su nombre. Al menos, era agradecido.

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