Existe un dicho popular que muchos ocupantes de Ibiza confirman: la isla te atrapa o te echa. En el caso de Ignacio Barrios (Zaragoza, 1990) se cumplió lo primero a rajatabla. “Todo lo que soy en el plano laboral se lo debo a Ibiza. La isla me dio la oportunidad de despertar mi mente en los negocios. En otro sitio no hubiera crecido así”. Las paredes del apartamento moderno y funcional en el que reside, decoradas con fotografías de emblemáticos rincones como Es Vedrà, Cala Comte y el puerto de Benirràs, fueron testigos del inicio de Mare Nostrum, la empresa que lidera en el sector de la Prevención de Riesgos Laborales. Un nombre que nació de la casualidad, pero que dio sentido a todo el proyecto. “Me lo sugirió mi gestor y fue un acierto. No hay un lugar más Mediterráneo que este”, afirma.
Su llegada a la isla en 2015 fue el último escalón de una dilatada carrera que comenzó en Pamplona siete años antes para estudiar Arquitectura Técnica, y continuó con un curso de Ingeniería de Edificación por la universidad de Zaragoza. El interés por la seguridad en la construcción le llevó a completar su formación con un máster en Prevención de Riesgos Laborables y las posteriores prácticas en la empresa Pikolin. La escasez de empleo en el sector, fruto de la crisis financiera que sacudió al mundo desde 2008, le empujó a mudarse a la isla pitiusa animado por una oferta de trabajo y la idea de emprender por cuenta propia. En 2019, sin la ayuda de socios ni capital externo, Barrios puso en marcha su propia compañía, aunque no fue tarea fácil. Las trabas gubernamentales para conseguir su acreditación –añadida a la posterior pandemia– ralentizaron su puesta en activo, que no llegaría hasta noviembre de 2020.
En apenas un año recuperó el tiempo perdido con una vertiginosa expansión por Ibiza, Zaragoza, Pamplona y una reciente apertura en Formentera. “Somos la primera empresa del sector que se implanta en la isla”, puntualiza orgulloso. Los datos tampoco mienten: la empresa facturó en 2021 750.000 euros y cuenta con 15 empleados en plantilla.
“No me gusta llamarles empleados, son más bien compañeros porque el éxito no es sólo mío. Sin un buen equipo detrás, no eres nadie”. Más de mil clientes corroboran su fórmula, en la mayoría del sector privado, pero con una creciente participación en proyectos junto a entidades públicas como la Agencia Tributaria en Cataluña, el ayuntamiento de Madrid, Govern Illes Balears o Generalitat Valenciana. “Nos diferencia la respuesta rápida y ágil que ofrecemos al cliente a la hora de solucionar problemas. No sólo ofrecemos un plan de prevención, sino que desarrollamos una ingeniería de seguridad, con servicios más complejos al de otras compañías”. A pesar de su edad –confiesa que en más de una ocasión le preguntaron dónde estaba su jefe– las ganas por mejorar un sector que define como volatizado acredita su trabajo. “Los números parecen primar sobre la calidad, pero nuestros valores son todo lo contrario porque lo barato al final sale caro. Queremos fidelizar al cliente por mucho tiempo”. Y de momento funciona.