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Así es como Bruce Springsteen, Bob Dylan y Paul Simon ganaron 1.000 millones en 2021

Las grandes canciones se han convertido en una nueva clase de activos con ingresos predecibles y fiables, afirman los expertos.

Hace cuarenta años, después de regresar de una gira de dos años por Estados Unidos y Europa para presentar el que fuera su primer álbum en alcanzar el número 1 (‘The River’), Bruce Springsteen llegó a su rancho alquilado en Nueva Jersey, no muy lejos de la ciudad obrera de Freehold en la que creció, y gastó 10.000 dólares en la que sería su primera compra extravagante: un Chevy Z28 Camaro de 1982.

«Nunca había tenido un coche nuevo en mi vida», escribió el artista en su autobiografía publicada en 2016, Born to run, sobre ese derroche. «Nunca había gastado 10.000 dólares en algo para mí mismo. Sentía que era tan llamativo como si condujera un Rolls-Royce de oro macizo».

Hoy en día, este aclamado cantante podría permitirse una flota de coches de lujo. El pasado mes de diciembre, el ‘Boss’ vendió los derechos de grabación y publicación de toda su música y composiciones -incluyendo 11 álbumes multiplatino y cinco singles de oro- por alrededor de 500 millones de dólares (unos 454 millones de euros), apuntan diversas fuentes, lo que eleva sus ganancias de por vida a por lo menos 1.000 millones de dólares antes de impuestos, según estimaciones de Forbes. El comprador fue Sony Music Group, empresa matriz de su antigua discográfica, Columbia Records.

El acuerdo, que ha sido todo un éxito, sitúa al 20 veces ganador de un Grammy en el número 2 de la lista Forbes de artistas mejor pagados de 2021, por detrás del director de El Señor de los Anillos, Peter Jackson, que cobró 600 millones de dólares en efectivo tras vender parte de su empresa de efectos visuales por 1.600 millones de dólares en noviembre. Ese acuerdo convirtió a Jackson en multimillonario.

El ‘Boss’ no es el único rockero que atraviesa una buena racha financiera. Otros artistas clásicos que vendieron sus lucrativos catálogos musicales el año pasado son Bob Dylan, Paul Simon y Neil Young, que obtuvieron un total de 500 millones de dólares antes de pagar las tasas, lo que les ha permitido obtener un puesto en la clasificación de este año.

«Estos acuerdos no han sido un combate cuerpo a cuerpo», dice Jon Landau, mánager de Springsteen durante casi medio siglo. «Todo el mundo está consiguiendo lo que le interesa».

Los gigantescos pagos tienen tanto que ver con la planificación del patrimonio como con que el catálogo de canciones de estos artistas tiene un carácter atemporal. Estos músicos, todos ellos de entre 70 y 80 años, obtienen unos ahorros garantizados y una alternativa de ingresos a las giras. También es una forma inteligente de sacar provecho durante un mercado alcista para la música y adelantarse a los probables tipos impositivos más altos.

Los compradores, por su parte, apuestan por la continua expansión de los contenidos digitales y la necesidad de material cuya popularidad sea atemporal. «Las grandes canciones se han convertido en una nueva clase de activos con ingresos predecibles y fiables», afirma Merck Mercuriadis, fundador de Hipgnosis Songs Fund, que ha pagado 2.500 millones de dólares por música de artistas como Shakira, The Chainsmokers y, sí, Neil Young. Hipgnosis fue una de las primeras en lanzarse a la moda de los catálogos, pero ahora las grandes discográficas, como Sony y Universal, están gastando miles de millones para comprarlos con el respaldo de empresas de capital riesgo como Apollo, Blackstone y KKR. Estos compradores han desembolsado entre 15 y 30 veces los ingresos medios de los catálogos en tres años.

Las bibliotecas musicales no son las únicas piezas de contenido que se venden por mucho más que una canción. En los últimos dos años, los principales servicios de streaming han gastado unos 3.700 millones de dólares para hacerse con los derechos de éxitos televisivos como Friends, Seinfeld, The Office y Law & Order. «Hoy en día hay muchas opciones», dice Tom Freston, antiguo ejecutivo de Viacom que dio luz verde a South Park. «La gente gravita hacia lo que conoce».

Aun así, con un montón de valiosas bibliotecas musicales que se pueden comprar -incluidas las de los Rolling Stones, Pink Floyd y los Eagles-, lo que no se sabe todavía es si esas también nacieron para ganar.

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