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‘El Buen Patrón’ se alza como ganadora en unos Goya repletos de estrellas y un contagioso espíritu de celebración del cine español

La película de Fernando Leon de Aranoa se llevó seis galardones en una noche marcada por el reparto entre todas las películas nominadas y la ausencia de premios para 'Madres Paralelas'.
Javier Bardem recibe el Goya a Mejor Actor.

Decía Carmen Machi que mirarnos a los ojos detrás del anonimato de las mascarillas nos ha regalado misterio. “Esa herramienta tan maravillosa del cine”, señalaba en la apertura de la gala, recordando el centenario de Luís García Berlanga. Las históricas 20 nominaciones de El Buen Patrón amenazaron con borrar todo el misterio que pudiera quedar escondido en los sobres dorados de la ceremonia de los Premios Goya. Pero, en la Academia, han sabido celebrar todo el cine, no solo una película. Ha vuelto el misterio. Y, por tanto, han vuelto las sorpresas.

También han vuelto las galas lentas, pero siempre es preferible a que vuelvan las incómodas. No obstante, el colosal Palacio de las Artes Reina Sofía de Valencia, donde Barbara Lennie admitió haberse perdido durante un buen rato entre tantos pasillos, fue testigo de una noche llena de un contagioso espíritu de celebración del cine español en la que los premios estuvieron repartidos entre todas las nominadas. Películas que, con las estadísticas en la mano, lo necesitan más que nunca.

“Uno para todos”

El Buen Patrón cerró la noche con el galardón a Mejor Película, que acompañó a los galardones a Mejor Director, Actor, Guion Original, Música Original y Montaje. Un total de seis de sus veinte nominaciones. Le siguieron de cerca Las Leyes de la Frontera, con cinco; Maixabel y Mediterráneo, con tres; y Libertad, con dos. Películas como Tres, Quién lo impide y Way Down también tuvieron su premio, reivindicando un mayor espectro de películas de lo que las nominaciones anticipaban. Madres Paralelas, la película de Pedro Almodóvar que compite con dos nominaciones en los próximos Premios Oscar, se fue de amargo vacío a pesar de sus ocho nominaciones.

El reparto de nominaciones reflejó una comedida diversidad, que recordaba al lema de D’Artacán y los tres mosqueperros que se recordó durante el galardón a Mejor Corto de Animación: “Uno para todos y todos para una”. Una victoria en diversidad es una victoria para el cine.

El misterio de los ganadores se fue revelando entre sketches, como el de Pantomima Full, y actuaciones, como la de C. Tangana y Rita Payés, que fueron incapaces de añadir ritmo a una gala marcada por su poco dinamismo y la constante presencia de Berlanga, que, con dos breves escenas de sus películas, recordaba lo ameno que se hace todo con un poco de humor.

Lluvia de estrellas

En la ceremonia de 2021, la entregada y todopoderosa mano de Antonio Banderas consiguió agrupar a algunas de las mayores estrellas de Hollywood para que, a través de vídeos caseros, afirmaran que apoyaban el cine español. Tocando techo con Barbra Streisand enviando directamente un mensaje de voz, la Academia olvidó que el poder legitimador de la industria, que cada año tiene más problemas para llevar a su propio país a las salas de cine, no lo tienen unas pobres estrellas extranjeras haciendo elegantemente un favor a un amigo. Lo tienen los propios premios. Y en un año donde la taquilla española continúa en mínimos históricos, la Academia ha decidido inventarse un premio para Cate Blanchett.

La actriz que más apariciones ha hecho en filmes nominados a Mejor Película en los Oscar (este año ha conseguido nueve, superando a Olivia de Havilland) y estrella de la próxima película de Pedro Almodóvar (Manual para mujeres de la limpieza, su debut en inglés, para el que Almodóvar desveló que ya había hecho trabajo de mesa) servía al mismo tiempo como garantía de que el cineasta manchego hiciera acto de presencia en la ceremonia. Inmerso en la polémica paralela a la de Los lunes al sol y Hable con ella en los Oscar de 2003, se evitó así que se repitiera su ausencia como ya ocurrió en el año de Volver.

Grácil, deslumbrante y carismática como solo las estrellas lo son (Pedro dijo que vino vestida exactamente de lo que tenía que venir: de una de ellas), Blanchett creó la mayor expectación de la ceremonia. “¡Ay, que viene Cate!”, exclamó emocionada Barbara Lennie en la alfombra roja. No fue para menos.

Blanchett vino y se llevó España, aprovechando la gran mayoría de su discurso para alabar a Penélope Cruz y Almodóvar. Los tres, subidos al escenario, crearon una imagen histórica y, al mismo tiempo, subrayaron la internacionalidad de nuestro cine nacional: Penélope y Pedro, de Alcobendas y Calzada de Calatrava, al nivel de un titán hollywoodiense. Y, sin embargo, Blanchett deslumbró, pero no cegó. También hubo espacio para las estrellas del cine españolas. Que, ante todo, también son estrellas.

Firmamento patrio

En la alfombra roja, todas nuestras celebridades pudieron demostrar su carisma. Juan Diego Botto, preguntando por las nominadas favoritas de los periodistas; Javier Bardem, afirmando sin pudor que se había votado a sí mismo; Aitana Sánchez Gijón, admitiendo sentirse una novata en su propio terreno; Penélope Cruz, emocionada todavía por su nominación al Oscar, siendo la persona humilde que España negó que fuera durante años; y Paco León, recordando que nunca hagas un after en tu casa. En la ceremonia, sin embargo, leyeron sus tarjetas con corrección, dejando espacio a algunos breves interludios cómicos como el de Ana Milán y el premiado como productor a Corto de Ficción Arturo Valls.

También hubo espacio para esos rostros menos conocidos que llenan y han llenado las pantallas: Vicky Peña, Petra Martínez, Charo López, Rosana Pastor o el acertado premio a Nora Navas. Pero hubo dos nombres que destacaron.

Primero, José Sacristán, Goya de Honor. Con una voz que atraviesa las décadas y una solemnidad que hizo que España se parase unos minutos, su magnético dramatismo dejó patente un talento vivo único en España.

Y Blanca Portillo, Goya a Mejor Actriz, inmensa y humilde y generosa. El discurso más emocionante de la noche, perfectamente medido con un tempo labrado con décadas de tablas en cine y teatro, celebró el amor de la forma más contagiosa. Ni siquiera los mensajes de los familiares de los nominados en las categorías interpretativas revelación pudieron hacerle frente. No son estrellas. Las cámaras no les enfocaron durante la gala. Pero son nuestro cine.

El cine que se fue

Algunos de los momentos más especiales se vivieron en pasado, recordando a aquellas personas que se fueron a lo largo de 2021 y que, al mismo tiempo, representan a muchas que todavía están presentes, tanto dentro como, especialmente, fuera del Palacio de las Artes.

Pilar Bardem, representando a las leyendas pioneras; Alicia Hermida, como esas grandes actrices que han sido relegadas a papeles pequeños en el cine; Isabel Torres, como esas grandes actrices que no han tenido la oportunidad de brillar como estrellas; o Verónica Forqué, representando, simplemente, a las grandes actrices. A las actrices únicas. “Nunca nadie ocultó su dolor de forma tan hermosa”, señaló Mariano Barroso, presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.

Acompañados por la eterna voz de Luz Casal, abrumadora y emocionante como nada lo fue en la ceremonia, los Goya supieron celebrar en su in memoriam a todas esas personas que hacen posible que la industria continúe avanzando, incluso cuando el viento sopla en contra. Solo falta hacerlo antes de que sea demasiado tarde.

Su mayor estrella, la incandescente Penélope Cruz, omnipresente en los discursos de los ganadores (“¡Hola, Penélope!”, exclamó Maria José Llergo cuando ganó el premio a Canción Original), decía en la alfombra roja que esta “es una noche para celebrar el cine español, que necesita mucho cariño y mucho apoyo, porque muchas veces no lo tiene”. En 2022, la Academia consiguió hacerlo justo cuando más falta hacía.

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