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Conviértete en una máquina de aprendizaje

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Conviértete en una máquina de aprendizaje

Regla 1: No pretendas ser demasiado especialista. Si piensas en Leonardo da Vinci, ¿qué palabra viene a la mente? ¿Pintor? ¿Científico? ¿Escritor? ¿Inventor? ¿Arquitecto? Era todo eso. A medida que encarnaba la expresión de “hombre del Renacimiento”, deambulaba entre las disciplinas, evitando la especialización excesiva que le impidiera ser capaz de pensar y entender en términos de sistemas. “El aprendizaje nunca agota la mente”, señaló.

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La primera regla es no limitar nuestro aprendizaje a un solo tema. Steve Jobs una vez explicó por qué los productos de Apple eran tan elegantes, limpios y perfectamente diseñados: cuando era estudiante, asistió a un curso de caligrafía y, desde entonces, tuvo claro que quería traducir esa estética en los productos de su compañía. Muchos puestos de trabajo aparentemente triviales pueden ser elementos clave en tu experiencia laboral. Sal de tu zona de confort y desmantela la forma en la que piensas generalmente.

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Regla 2: El fracaso es parte del éxito si aprendemos de él. Éxito y fracaso no son palabras contrarias. Precisamente un elemento clave del éxito es el fracaso, siempre y cuando sepamos aprovecharlo. Henry Ford escribió que el fracaso es la mejor oportunidad para comenzar de nuevo con más inteligencia.

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Se aprende mucho tratando de hacer algo nuevo y teniendo en cuenta el fracaso, no como una enfermedad mortal que debe evitarse a toda costa, sino como un paso sano en el proceso de aprendizaje. ¿Qué tienen en común Richard Branson, Bill Gates o Mark Zuckerberg? Todos ellos fracasaron varias veces antes de tener éxito.

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Regla 3: El aprendizaje nunca termina. Nunca se deja de aprender. En 1938, Ingeborg Rapoport acababa de terminar de escribir su tesis medicinal y estaba a punto de convertirse en médico, pero las leyes raciales del régimen nazi le negaron la calificación debido a su herencia judía. Emigró a los Estados Unidos, donde continuó sus estudios en medicina, trabajando en muchos hospitales como pediatra y neonatólogo. A sus 50 años, regresó a Alemania del Este y fundó la primera clínica de neonatología de Berlín Oriental. En 2015, la Universidad de Hamburgo decidió remediar la injusticia y, después de 77 años, defendió su tesis doctoral de 1938, y obtuvo su título a la edad de 102 años.

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Por lo tanto, convertirse en una máquina del aprendizaje, disfrutar de fracasos exitosos y no dejar de aprender, incluso cuando tienes 102 años, es el camino más seguro a la libertad, ya que nadie nos va a quitar lo que hemos aprendido y ni nuestras elecciones como personas.

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