Más de mil estudiantes australianos de secundaria han participado en un estudio que relaciona la mala calidad de sueño, el uso de dispositivos móviles durante la noche y el deterioro de la salud mental de los jóvenes (bajos estados de ánimo, depresión y disminución de la autoestima).
La investigadora principal, Lynette Vernon, de la Murdoch University de Perth, asegura que sus hallazgos ponen de manifiesto la necesidad de poner límites físicos y de horario a los adolescentes en torno al uso de dispositivos en sus dormitorios. Los estudiantes que utilizan sus teléfonos como alarmas deben reemplazarlos por relojes analógicos o digitales para mantener “límites físicos”, afirma Vernon.
Muchos de los adolescentes de entre 13 y 16 años que participaron en el estudio no tenían restricciones de uso de teléfono móvil por parte de alguno de sus progenitores. Aunque el vínculo entre el uso nocturno del teléfono y el sueño, y entre el sueño y el bienestar, se había establecido en investigaciones anteriores, esta investigación es la primera que analiza los tres factores juntos, asegura la investigadora Vernon.
El estudio se centra en las acciones de envío y recepción de mensajes, y llamadas telefónicas. De esta manera, la investigación no distingue entre teléfonos móviles, smartphones y redes sociales.
Para los adolescentes que reconocieron el uso del móvil en el dormitorio durante la noche, el problema había empeorado pasados doce meses del inicio del estudio. Esto puede tener consecuencias importantes en la salud mental de los adultos del futuro, ya que los adolescentes necesitan de ocho a diez horas de sueño para un desarrollo saludable, dijo Vernon.
Para prevenir este tipo de conductas y sus consecuencias negativas es necesario establecer conductas que eviten la utilización de los dispositivos móviles antes de acostarnos. Establecer límites físicos y de horario para que las tecnologías puedan aportar beneficios a nuestra vida sin disminuir nuestra salud física y mental.