Isabel Jiménez, Mayra del Pilar y Sara Carbonero son tres íntimas amigas que se ríen de los tópicos. Y es que aquello de ‘no mezclar amistad con negocios’ deben de decirlo malas lenguas, porque el principal motor de su empresa es, precisamente, la relación de hermandad que les une. Slow Love ofrece artesanía y modernidad a precios democráticos -el ticket medio de caja es de 100 euros- a través de una selección de producto cuidada al milímetro.
Ropa, decoración y belleza para mujeres con una manera muy concreta de entender la moda y el estilo de vida. Las dueñas e impulsoras del proyecto se conocieron trabajando en Telecinco, el roce hizo el cariño y se convirtieron en inseparables. Ninguna necesitaba ampliar sus ocupaciones profesionales pero todas soñaban con montar algo juntas. Un pequeño ‘algo’ que se ha convertido en mucho, y en tiempo récord. Para muestra, ahí están los datos financieros.
Isabel: Empezamos una aventura que no sabíamos dónde nos llevaría y hemos ido creciendo al ritmo de la compañía. Un gran fondo de inversión está interesado en nosotras y aunque aún no sabemos si pactar o no, el hecho de contar con esa propuesta externa nos hace sentirnos muy orgullosas.
Comparan el lanzamiento de la compañía con la duración de un embarazo (tardaron nueve meses en hacerla realidad), y la gestión de la misma con la maternidad, ‘agotadora pero alucinante’, afirman. Como ilusionadas futuras madres, pusieron bastante empeño en dar con el nombre adecuado. En 2014 Mayra utilizaba a menudo en su cuenta de Instagram personal el hashtag ‘SlowLove’ y como Slow Love la bautizaron.
Sara: Confirmar cómo nos llamaríamos nos dio un empujón muy fuerte. Las dos palabras significaban más bien un concepto que transmitía justo lo que queríamos y nos facilitaba crear la amplia filosofía.
Mayra: Queríamos hablar de tranquilidad, de cosas bien hechas. Decirle a nuestra clienta que estábamos poniendo en ello todo nuestro cariño y toda nuestra energía.
La espídica trayectoria del negocio ha conseguido que de lentitud sólo queden el nombre y el ADN. Slow Love nació para rendir tributo al trabajo manual, a las decisiones pausadas y pensadas. En la empresa no hay lugar para el azar. Ni en la elección de los productos –y eso que introducen novedades semanales- ni en la selección del personal, ni en negarse a realizar campañas de márketing o publicidad. Una decisión bastante sorprendente con Sara Carbonero en el comité directivo. Lo fácil hubiera sido aprovechar el evidente tirón mediático de la periodista para meterse a la clientela en el bolsillo. Sin embargo, nada más lejos. Concedieron una primera entrevista a una revista femenina al lanzar el e-commerce y no habían vuelto a pronunciarse en ningún medio hasta hoy.
Sara: Queríamos que la marca se ganase la confianza de las compradoras sin importar quién hubiera detrás. Mi imagen pudo ayudar a generarla en un principio, pero yo fui clara con Isabel y Mayra. Les dije, no me pienso vestir de Slow Love todos los días. Tampoco haré publicidad descarada ni nada parecido.
Invirtieron un total de 40.000 euros, contrataron a dos personas y fijaron un estricto horario laboral fuera de la tele. Los viernes por la noche resultaban claves. Quedaban en casa de alguna y pasaban horas perfilando el business plan, mirando catálogos, códigos, cajas, inmersas en cada detalle, empeñadas en convertir la compra en una experiencia inolvidable.
Sara: Dimos bastantes vueltas a la frase de la tarjeta que acompaña los envíos porque o nos parecían cursis o no nos terminaban de encajar. Finalmente encontramos la adecuada. “A veces hay que perder el tiempo para encontrar el alma”. Justo lo que nos ocurrió a nosotras. Buscamos y buscamos hasta dar con lo que queríamos transmitir exactamente.
Isabel: ¡Tenemos un montón de clientas que nos escriben alucinadas por nuestra forma de entregar el producto!.
También es alucinante el número de adeptas. La cifra asciende a un millón y medio, y el 45% es recurrente, probablemente porque ‘la mujer Slow’ va a tiro hecho. Está tan bien dibujada que siempre vuelve. Quizás también tenga algo que ver el sello Made in Spain que tiñe su esencia, o con la agilidad en cuanto a logística. Sus entregas nunca se dilatan más de dos días, algo inusual en modelos de este tipo. Aseguran que no prestan atención a la competencia. Siendo sinceros, no la tienen. En España no hay ningún negocio similar, aunque Slow Love también vende fuera, en otros 14 países europeos. Respecto al organigrama empresarial, las funciones quedan delimitadas, -Isabel asume la dirección ejecutiva, Mayra la creativa, y Sara la de comunicación y relaciones públicas-, pero no se toma ninguna decisión importante sin ponerla encima de la mesa. Asimismo, el feedback de sus empleados es constante, además de una reunión a la semana en la oficina.
Isabel: La verdad es que hemos conseguido un equipo increíble. Jamás hubiéramos pensado que fuésemos a necesitar tanta plantilla. Además es muy gratificante poder dar trabajo a gente joven.
Sara: Mantenerse tan pendiente es muy bonito. Para que las cosas se diferencien es necesario estar encima. Nunca se nos pasó por la cabeza montar esto y dejarlo en otras manos. Queremos seguir hacia delante. Y a mí, personalmente, ahora que vivo en Oporto, Slow Love me mantiene incluso más vinculada a ellas.
Isabel: Hemos sabido adaptar las virtudes de cada una a los roles que se necesitan para que Slow Love continúe creciendo. Nuestros tres perfiles diferentes son una gran ventaja. Yo estoy a los números, Mayra es súper creativa y Sara ve cosas que a mí jamás se me ocurrirían. Tiene muchísimo ojo.
Mayra: Para mí todo se reduce a tener confianza. Yo me fío ciegamente. Confío en ellas.
Isabel Jiménez, Mayra del Pilar y Sara Carbonero miran al futuro ilusionadas. Han luchado, han aprendido, han llegado lejos.
‘Con amigas así, quien necesita socias, y lo mejor es que el viaje acaba de empezar’.
FOTOGRAFÍA: CUCO CUERVO