La ciencia vuelve a tener una respuesta válida. Según una investigación de 2010 elaborada por el psicólogo Dustin Wood, profesor de la Wake Forest University, las percepciones que tiene una persona sobre los demás resultan muy reveladoras sobre la propia personalidad. Observar a los demás revela nuestros propios rasgos positivos. El estudio de Wood quiso demostrar cómo la visión de una persona sobre aquellos que le rodean demuestra el nivel de satisfacción con su vida.
Por otro lado, si la tendencia de alguien es hablar y describir a otros en términos negativos (incluso si la persona que está tratando de describir los tiene, y esas cualidades son captadas por una mayoría de los presentes), hay una alta probabilidad de que ese futuro compañero que espera en la sala dé más tarde ciertas muestras de narcicismos, rasgos antisociales y poca satisfacción con el curso de su vida.
Según Wood, una sorprendente cantidad de rasgos negativos de la personalidad se asocian con la visión pesimista sobre los otros. La simple tendencia a sospechar las malas intenciones de los demás o a resaltar sus defectos se traduce en una mayor probabilidad de depresión y varios trastornos de la personalidad.
Volviendo a la sala de reposo de la oficina o al escritorio en el que se acaba de acomodar ese nuevo compañero de trabajo: si no estar seguro de cómo abordar una relación con él, trata de comprobar cuál es la visión que tiene de otra u otras personas. Probablemente tienda a reflejar en los demás sus propias cualidades.
Algo tan sencillo como “Dime, ¿cómo te gusta trabajar con el jefe / compañero? ¿Cómo crees que vais a encajar en el trabajo diario?” puede resultar una fórmula mágica para saber a qué puedes enfrentarte en las próximas jornadas.