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Tu jefe no es tu enemigo


Puede que tu jefe parezca el mayor de tus problemas, pero no lo es. De hecho es más un ángel que te guía de vuelta a tu camino. Cuando te sientes lo suficientemente frustrado con tu jefe, tomarás el paso de buscar otro empleo.

Tú accedes a trabajar para él o ella inicialmente y restableces ese acuerdo todos los días cuando entras en el trabajo. Si no te gusta, siempre puedes irte. Si te quedas, estás aceptando tu trabajo tal como es. ¡No eres una víctima de tu propia vida!

Aumentar la confianza puede llevarte a entrenar con tu jefe maneras más efectivas de acercaros mutuamente con peticiones y buenas ideas. En lugar de criticar, puedes ayudar a que la confianza aumente y os beneficiéis ambos lados de la situación.