1. Sigues dándole vueltas a algo: si se trata de una idea de negocio incompleta, un proyecto que no arrancó del todo bien, un viejo trabajo que adorabas y que perdiste o un negocio fallido que derrumbó tus expectativas, no se puede insistir en algo que no está funcionando. No es cierto que la insistencia siempre lleva a una buena solución; hay veces que, simplemente, tienes que desechar una idea. No importa cuánto tiempo le dedicaste o cuántas esperanzas tenías puestas en ello.
Es duro reconocer una derrota, pero cuanto antes lo hagas puedes evitar una caída más fuerte. Y esto incluye cuidar no solo tu orgullo malherido: también tu bolsillo. No dejes que tu ego se interponga entre lo que eres hoy y lo que realmente podrías ser si tomas una decisión a tiempo. Combina lo que te dice tu corazón, tu cerebro y tus entrañas; y déjate aconsejar por mentores, referentes y personas de confianza. Tus experiencias y la de otros pueden ser una buena base para el futuro.
2. Dudas de tus propias capacidades: el mundo de los hombres y mujeres de negocios y entrepreneurs está lleno de personas muy seguras de sí mismas; es más, algunas sobrepasan esa línea y son simplemente egos andantes. En el otro extremo, también hay emprendedores con talento y actitud que no creen tener lo que se necesita para triunfar en su negocio. Hay casi una atracción fatal entre los dos polos: a menudo, cuanto mejor es la idea que emprenden, más inseguros se muestran para llevarla a cabo, incluso si están rodeados de gente rodeando su talento o su creatividad. Cuidado, porque los miedos a veces se cumplen si uno se deja llevar por ellos: la falta de confianza puede acabar en profecía autocumplida. Si saber que te estás dejando llevar por un exceso de prudencia y desconfianza a tu trayectoria, escoge a un buen guía para crecer en seguridad. Un par de ojos externos podrían darte una perspectiva más clara de la estrategia, los fines y los pasos a seguir sin estar emocionalmente involucrado; y por tanto, ciego y sordo a determinados factores tanto de éxito como de fracaso. Quizás simplemente necesitas un empujón.
3. No sabes cómo decir NO: es genial querer colaborar con todos y pretender hacerlo en un tiempo récord, pero el tiempo y el esfuerzo son limitados. Todo lo que otorgues de más a otros se lo restarás a tu proyecto. Cada vez que aceptas algo que no puedes – o no quieres – hacer, te alejas un poco más de tu meta, comprometiendo horas, energía y dinero. Estarás entregando tu capacidad de éxito a otros. Sé firme: un NO a tiempo puede frenar una sangría antes de que sea peor. En ese sentido, el refrán “más vale una vez colorado que ciento amarillo” es el más acertado. No te sientas culpable: puedes ayudar a otros siempre que tengas la oportunidad, pero si quieres tener verdadero éxito no comprometas el 80% de ti mismo. Cuando llegues a tu meta, será mucho más sencillo y productivo dedicarte a los demás.
En cada una de estas situaciones hay barreras mentales que te bloquean. Piensa en ti y en tu proyecto. Analiza tu caso, e intenta llegar a la conclusión de si alguno de estos “vicios” puede ser la razón de un progreso más lento del previsto.