Las personas tenemos diferentes estilos de comunicación, y según los expertos en recursos humanos, esto puede ser un obstáculo que a menudo pasa inadvertido a la hora de construir relaciones profesionales. Quizá seas de los que aparca todo el trabajo el viernes y no vuelve a pensar en ello hasta el lunes siguiente, mientras tu jefe te asalta con preguntas durante el fin de semana; sin embargo estas cuestiones también pueden resolverse con pequeños cambios—la mayoría, por tu parte—y sobre todo si hay cierta sintonía entre ambos.
Las tecnologías de la comunicación facilitan mucho el contacto en cualquier circunstancia, por lo que te resultará sencillo mantener a tu supervisor al corriente de tu progreso y logros, así como sobre cualquier problema que surja en el proceso. Por otro lado, asegúrate de hacer llegar la información a tu jefe en el formato que le resulte más accesible para echar un vistazo y orientarte en tu tarea.
“Si tienes suerte, tu nuevo gerente programará tiempo para reunirse contigo y explicarte sus expectativas”, dice Amanda Augustine, experta en asesoría laboral en TopResume.com. “No puedes cumplir con las expectativas de tu gerente si no sabes cuáles son”. Aunque, como es probable que tu jefe esté desbordado con sus recién estrenadas responsabilidades, quizá tengas que tomar la iniciativa por ti mismo. De hecho, algunos sugieren que esta estrategia es la que más valoran los supervisores. “Es muy importante que sea el empleado quien haga esa pregunta al jefe, y no al revés. Muestra el deseo de establecer una buena comunicación entre los dos”, dice Jim Link, jefe de recursos humanos de Randstad North America.
Dirige cómo (y con qué frecuencia) ponerte al día. Pregunta a tu nuevo jefe qué medio le resulta más cómodo para supervisar tu trabajo. ¿Una reunión en su oficina, correo electrónico, videochat, una red de mensajería instantánea como Gchat o Slack? Algunos supervisores (especialmente los más jóvenes, según gerentes de RR.HH.) podrían preferir mantenerse en contacto periódicamente a través de mensajes de texto.
Por otro lado, averigua con qué frecuencia quieren recibir información, los controles diligentes de un jefe pueden resultar una distracción molesta para otro y la idea es que se trate de un intercambio positivo. La hora elegida también es fundamental. Averigua qué momento del día le viene mejor, que puede no ser necesariamente desde la primera taza de café ni tampoco al final del día, cuando está tratando de salir por la puerta para recoger a sus hijos.
Junto con estas preferencias en cuanto a la comunicación general, pregúntale cómo prefiere que solicites tus días libres. Para ese y otros mensajes importantes, lo mejor es utilizar el correo electrónico o el mensaje de texto—algo que deje un rastro físico al que puedas referirte en el futuro, si es necesario.
Pero, ¿qué ocurre si el nuevo jefe te dice que le basta un solo correo electrónico semanal y sin embargo luego envía docenas de textos al día pidiendo ser puesto/a al día? En este caso, tendrás que aprender a reaccionar respecto a cómo se comportan y no sólo según lo que dicen. “No adivine cuántas veces quiere saber de usted”, dice Nancy Mellard, líder nacional del programa de liderazgo CBIZ’s Women’s Advantage. “En su lugar, emplee la inteligencia emocional para identificar si lo que dijo que necesitaba no encaja con sus expectativas”.
No caigas en la desesperación, quizá la incesante comunicación sea una cuestión transitoria hasta que el nuevo jefe se asiente en su cargo, o quizá se trate de alguien que está más cómodo con la comunicación casi constante. En cualquier caso, piensa en positivo. Es fácil que un desajuste entre estilos de comunicación cree conflictos innecesarios, especialmente en una relación de trabajo. Una forma de evitar problemas potenciales es no ponerse a la defensiva.