A veces nos vemos en la tesitura de decir que sí a las cosas que realmente no tenemos tiempo de hacer. Puede ser que veamos un proyecto interesante y pensemos: “Me gustaría llevarlo a cabo” o simplemente “Sería bueno para mí poder hacerlo”. Antes de que te des cuenta, te vas a ver sobrecargado de trabajo y sin tiempo para la vida social y personal.
Puede que tengas que aprender a decir “no”. Si te pasa, sabrás que es cuanto menos frustrante. Pero claro, a veces nos sentimos culpables, especialmente en el trabajo, ya que si decimos que no, alguien tendrá que decir que sí, y puede ser que ese alguien tampoco tenga tiempo.
Por ejemplo, piensa en ir a ver una película, ir a un spa, o simplemente salir a tomar un café o almorzar con alguien. Seguramente quieras ir a almorzar con esa persona y pienses que eres capaz de acabar todo para esta tarde. Pero claro, seguramente llegues después del almuerzo y te des cuenta de que debes trabajar una hora extra para mantenerte al día.
Puede que sea una situación que no se te planteé todos los días, un concierto o un evento de trabajo. En este caso, por supuesto hemos de decir que sí. Pero creo que todos sabemos a qué tipos de ocasiones me refiero.
Para organizar de mejor forma tu horario, lo más fácil es que te hagas las siguientes preguntas.
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¿Es lo mejor que puedo hacer con mi tiempo?
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¿Realmente tengo tiempo para esto?
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Si he contestado que sí, ¿a qué contestaré que no?
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¿Qué será mejor a largo plazo?
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¿Podrán dañarse las relaciones si digo que no?
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¿Quiero decir que sí o necesito decir que sí?
A veces, decir que no resulta mucho más simple una vez hemos contestado a estas preguntas y las hemos interiorizado.