Vivimos en un mundo en el cual la traición es la moneda de cambio, por eso es maravilloso encontrar a personas en las que depositar toda tu confianza. Pero la vida da muchas vueltas, y precisamente por ello es mejor ser cautos. Resulta muy chocante cuando una amistad muere sin sentido. De un día para otro tu gran amistad se ha desvanecido. No te responden a las llamadas, ni a los correos, no quieren saber nada de ti. Vale que esto no sucede por norma general, siempre suele haber una razón que explique las situaciones, pero otras veces por desgracia no es así, y nos quedamos bailando con nuestros interrogantes.
Cuando esas personas desaparecen de nuestra vida, todo ese platonismo que habíamos experimentado desaparece para dejar paso a una sensación totalmente agria. Al fin y al cabo no conocíamos a esas personas de nada, la amistad no era tan fuerte como pensábamos. Empezamos culpándonos, pensando qué hemos hecho para alejar a esas personas. No esperamos experimentar más dolor que cuando sufrimos un desamor, pero a veces es incluso más intenso.
Si nos paramos a pensarlo, a veces no todo es tan ideal como creemos. En el fondo siempre ha existido cierto resentimiento, desigualdades o simplemente la irascibilidad que conlleva pasar mucho tiempo con una persona. Las amistades saludables superan estos inconvenientes, pero ambas partes han de ceder.
Lo mejor es identificar la toxicidad de una relación, ser conscientes de las cosas que estamos dejando pasar por la otra persona. Va a doler sea de la forma que sea, pero va a ser mejor para nuestra vida futura. Por esas vueltas que da la vida, de las que ya hemos hablado, vamos a encontrar a gente maravillosa que lo va a dar todo por nosotros, y por las cuales merecerá la pena esperar.