Hay muchas razones para meditar y practicar el mindfulness. Disminuir el estrés y la ansiedad, aumentar el enfoque y la productividad. Sin embargo, es quizás extraviado ver la práctica del mindfulness simplemente como otro truco de “autoayuda”. Todos estos beneficios son, en realidad, efectos secundarios.
Los seres humanos naturalmente se esfuerzan por entender su existencia y la meditación es una forma de aumentar la conciencia de uno mismo y obtener claridad acerca de por qué estamos aquí y cuáles son nuestras misiones, valores y objetivos.
En un sentido muy real, el mindfulness y la práctica de la meditación requieren que nos volvamos más íntimos con nuestras experiencias de vida, tanto buenas como malas, positivas o negativas.
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Aumenta la autocompasión. Cuando te enfrentas a una circunstancia difícil, es fácil volverse hacia adentro y culparse a uno mismo. A menudo se dice que la atención tiene dos alas: la conciencia, o la capacidad de ver las cosas con claridad, y la compasión. Esta práctica de tomar conciencia de la constante negativa charla interior y tratarse a uno mismo con amabilidad ha sido increíblemente útil para ayudar a través de muchos desafíos de la vida.
Ser capaz de reconocer los pensamientos habituales y permitirles, simplemente, pasar es increíblemente liberador. La capacidad para hacer frente a los cambios y desafíos es otra de las ventajas de esta práctica. Al permitirte reconocer que las cosas no salen como se han planeado, o que son difíciles o dolorosas, estarás más capacitado para encontrar soluciones donde sea posible, pero también, quizá lo más importante, aceptar las cosas tal y como son.
También se gana perspectiva. A menudo podemos olvidar que la vida está cambiando constantemente y las cosas cambiarán eventualmente. El Mindfulness nos recuerda este hecho.