Liderazgo

Así es como los grandes líderes no esquivan las conversaciones difíciles

Antes de entrar en lo que puede ser una conversación difícil, los grandes gerentes hacen una pausa para considerar la perspectiva de la otra persona.

Dar retroalimentación continua Getty

Los gerentes suelen evitar a toda costa la retroalimentación directa. Pero los grandes líderes saben que es la base de la confianza y el respeto.

Los buenos gerentes no evaden las dificultades. Saben que el respeto se construye con honestidad, no evadiendo. Cuando la retroalimentación es clara, oportuna y se presenta con cariño, se convierte en un catalizador para el crecimiento, no en una fuente de miedo.

¡Por qué la retroalimentación directa es muy importante!

Muchos gerentes, como yo, hemos aprendido esta lección a las malas. Al principio de mi carrera, durante mi evaluación de desempeño, mi gerente me dijo: «No estás cumpliendo con mis expectativas, aunque no estoy seguro de haberte dicho cuáles eran». Atónito, me quedé allí pensando: «Ella fue a Harvard, donde quizás enseñaban lectura de mentes, mientras que yo fui a la Universidad de Northeastern, donde no se ofrecía ese curso».

Esta conversación marcó el principio del fin de nuestra relación. Inmediatamente comencé a buscar un nuevo trabajo y juré que, si alguna vez ocupaba un puesto de liderazgo, comunicaría mis expectativas con franqueza y les daría retroalimentación continua a mis empleados, promesa que cumplí.

Cómo los grandes gerentes brindan retroalimentación directa (y retienen a su gente)

Prepárese con intención y empatía

Antes de entrar en lo que puede ser una conversación difícil, los grandes gerentes hacen una pausa para considerar la perspectiva de la otra persona.

Hacen preguntas como:

  • ¿Es este el momento adecuado?
  • ¿Podría esta conversación resultar una sorpresa?
  • ¿Cómo me gustaría que me tratasen si estuviera en su lugar?

Abordan la conversación con claridad y compasión.

Sea claro, pero no cruel

Todavía recuerdo la sonrisa burlona de mi jefa cuando me confesó que no estaba segura de haberme contado alguna vez sus expectativas. Los mejores gerentes practican conversaciones difíciles, como la que enfrentaba mi jefa, para demostrar que se preocupan.

Ellos son:

  • Directo y específico.
  • No edulcoran, pero tampoco atacan.
  • Se apegan a los hechos y se centran en los comportamientos observados, no en las personalidades.

Escuche activamente y mantenga la curiosidad

En lugar de tomar el control total de la conversación, los gerentes eficaces hacen preguntas y escuchan atentamente. De esta manera, suelen descubrir las causas profundas de una situación y están mejor preparados para llegar a un acuerdo mutuo sobre la mejor manera de avanzar.

Comprueban la comprensión y piden a la otra persona que comparta su punto de vista. De esta manera, logran un diálogo bidireccional, en lugar de una conversación unilateral que probablemente resultará en poco más que asentir con la cabeza.

Abordar las emociones y tomar pausas

Los comunicadores eficaces comprenden que las conversaciones difíciles pueden acalorarse. Los buenos gerentes se dan cuenta cuando el tono de una conversación empieza a subir de tono. No temen hacer una pausa o reprogramar si la situación se vuelve demasiado tensa.

Reconocen los sentimientos y muestran empatía, lo que ayuda a mantener la confianza incluso cuando el mensaje puede ser difícil de escuchar.

La retroalimentación continua es un hábito, no una sorpresa

Los grandes líderes no guardan toda la retroalimentación para la revisión anual. Hacen de las conversaciones valientes una parte habitual de la vida laboral.

Esto normaliza la retroalimentación y evita sorpresas, convirtiendo cada interacción en un diálogo y algo a lo que no hay que temer.

Seguimiento y seguimiento

Tras la conversación, los buenos gerentes resumen los próximos pasos, verifican la comprensión y dan seguimiento para apoyar el progreso. Demuestran que la retroalimentación no es un evento aislado al que se le pueda temer. Es un compromiso continuo con el crecimiento.

Los gerentes que destacan en la retroalimentación directa no pierden a su gente, sino que se ganan su confianza. Crean una cultura donde las personas se sienten valoradas y seguras para crecer, razón por la cual no piensan irse pronto.

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