Mayo y junio están marcados por los discursos de graduación universitaria y un mar de birretes que se elevan hacia el cielo. Cada uno es lanzado por un graduado esperanzado, listo para perseguir un futuro exitoso. Apenas se seca la tinta del diploma, llegan consejos no solicitados de todas partes.
Aunque algunos son útiles, una cantidad sorprendentemente desactualizada. Lo peor que puedes hacer es seguir los consejos sin pensar.
En marzo, casi el 6% de los recién graduados de entre 22 y 27 años con una licenciatura o un título superior estaban desempleados, según informó la Reserva Federal de Nueva York. Se ha informado que el 25% de los adultos jóvenes tienen dificultades para encontrar trabajo en sus áreas profesionales deseadas, mientras que el 62% no está empleado en la carrera que pretendía seguir después de graduarse.
El mercado laboral es volátil. Seguir malos consejos puede llevar a los recién graduados por el camino equivocado, desperdiciando oportunidades que no pueden permitirse perder.
Acepta el primer trabajo que te ofrezcan
Este consejo inspira miedo. No hay una estrategia a largo plazo detrás de esta mentalidad. Sí, buscar trabajo es difícil. Sin embargo, apresurarse a aceptar cualquier oferta es una fórmula para el agotamiento. Peor aún, genera desvíos profesionales difíciles de corregir. La idea de «meter un pie en la puerta» asume que toda experiencia es buena, pero eso no siempre es cierto. Un entorno laboral tóxico, por ejemplo, frena tu crecimiento.
No te desanimes al postularte. Busca un puesto que te impulse, no que solo llene tu currículum. Pregúntate: «¿Qué aprenderé en este puesto? ¿En quién me convertiré al hacer este trabajo?». Está bien esperar a encontrar algo más acorde con tus objetivos.
Mantener un trabajo durante al menos dos años
Todavía existe un estigma en torno a cambiar de trabajo constantemente; a las generaciones anteriores les gusta el factor lealtad. Las empresas ahora aceptan la realidad de que los candidatos cambian constantemente de carrera. Quedarse en un trabajo sin futuro por obligación no beneficia a nadie. Sin desarrollo de liderazgo ni oportunidades de crecimiento, es poco probable que un tiempo adicional en el puesto se traduzca en un progreso significativo.
Esto no significa que debas renunciar a la primera señal de incomodidad; sí significa que debes evaluar la situación periódicamente. Pregúntate: «¿Estoy desarrollando nuevas habilidades? ¿Tengo mentoría? ¿Hay un camino ascendente en esta empresa?».
Necesitas ir a la escuela de posgrado para salir adelante
La educación superior puede ser valiosa, pero también es costosa y no siempre necesaria. Muchos graduados se ven presionados a solicitar programas de posgrado simplemente porque no saben qué más hacer. En sectores como el derecho, el mundo académico o el trabajo clínico, un título adicional es esencial. Sin embargo, en campos como el marketing, la tecnología o el emprendimiento, la experiencia práctica a menudo supera a las credenciales académicas.
Primero, trabaja en el campo. Es mejor tantear el terreno en tu sector, identificar las carencias de tus conocimientos y luego decidir si vale la pena invertir en un posgrado.
La escuela de posgrado es una herramienta poderosa, no el siguiente paso predeterminado.

Necesitas tenerlo todo resuelto
Este es el más perjudicial de todos. La idea de que necesitas un plan quinquenal perfectamente definido antes siquiera de empezar a trabajar genera una presión innecesaria. Las carreras profesionales actuales no son lineales. Una persona promedio cambia de profesión hasta ocho veces. Lo más importante es aprender a adaptarte y a forjar relaciones.
Tu primer trabajo no es para siempre. Desarrolla habilidades que te diferencien de la competencia. Es más útil centrarse en el siguiente paso que en un plan rígido. Empieza donde estás y mantente abierto a lo que descubras.
Elija la intencionalidad en lugar de la convención
Los primeros años de tu carrera profesional se centran en el progreso. Quien te diga que tu carrera debería ser lineal te está vendiendo un atajo que probablemente no exista. La mejor manera de afrontar la vida después de la graduación es plantearte tres preguntas constantemente:
- ¿Qué estoy aprendiendo?
- ¿En quién me estoy convirtiendo?
- ¿Qué me está dando energía ahora mismo?
Estas preguntas te mantienen alineado con tu identidad profesional.
Las reglas que pudieron haber funcionado para generaciones anteriores ya no se aplican en un mercado ahora marcado por la IA y el teletrabajo. Lo que funcionó para tus padres ahora está obsoleto.
No necesitas seguir el modelo de nadie más. Necesitas tu propia estrategia, que evoluciona con tu definición de éxito. Escucha atentamente los consejos, pero no tengas miedo de cuestionarlos. Tu carrera no es algo que heredas, es algo que diseñas.
