Liderazgo

4 poderosas lecciones de liderazgo de la vida y el legado del Papa Francisco

Su mensaje era claro: su liderazgo de la Iglesia Católica no tenía que ver con el poder o el prestigio.

El Papa Francisco hace un gesto mientras asiste a la oración del Regina Coeli y pronuncia su bendición del Ángelus en la Plaza de San Pedro, en la Solemnidad de Pentecostés, el 28 de mayo de 2023, en la Ciudad del Vaticano. (Foto: Vatican Media vía Vatican Pool/Getty Images)

El Papa Francisco falleció el 21 de abril de 2025, a los 88 años, dejando un poderoso legado de amor, compasión y humanidad. También deja un legado de liderazgo basado en la humildad, la empatía y la convicción moral. Su papado progresista redefinió el cargo que ocupaba y ofreció un ejemplo convincente de lo que significa liderar con humanidad. Sus duraderos valores son relevantes para los líderes empresariales, gubernamentales y comunitarios de hoy.

Cuando se convirtió en el 266º Papa en 2013, el primero de América Latina y de la tradición jesuita, el Papa Francisco señaló desde el principio que iba a liderar de manera diferente. Rechazó vivir en el ornamentado Palacio Apostólico y optó por la más modesta Casa Santa Marta. Su mensaje era claro: su liderazgo de la Iglesia Católica no tenía que ver con el poder o el prestigio. Quería centrarse en atender a los pobres, consolar a los marginados y estar presente con los que dejan a un lado.

Sus acciones a lo largo de su vida y su papado ofrecen lecciones duraderas para los líderes de hoy:

  1. Liderar con empatía y compasión. El Papa Francisco demostró empatía por las muchas personas marginadas y desposeídas con las que se relacionaba habitualmente. Abrazó a presos y refugiados, lavó los pies de los sin techo y acogió a quienes a menudo eran dejados de lado. Su acogida a personas de toda condición recordó al mundo que la empatía exige algo más que palabras amables. Exige una acción coherente. Los líderes que demuestran preocupación a través de su comportamiento y no sólo retóricamente, construirán confianza y conexión con sus equipos.
  2. Crear espacios inclusivos. El Papa Francisco es un ejemplo de lo que significa dar la bienvenida a la mesa a todos. Defendió la dignidad de las personas LGBTQ+, llamó la atención sobre la crisis mundial de refugiados y recordó a la Iglesia y al mundo que nadie debe ser excluido. Creó espacio para las personas que se sentían marginadas, y los líderes de hoy pueden seguir su ejemplo cultivando la pertenencia y la seguridad psicológica para cada equipo que dirigen.
  3. Actuar con transparencia y responsabilidad. El Papa Francisco comprendió la responsabilidad que conlleva el poder. Se enfrentó a los fallos sistémicos de la Iglesia, incluidos los escándalos de abusos y la mala gestión financiera. Aunque no son perfectos, sus esfuerzos por sacar los problemas a la luz supusieron una ruptura con los antiguos patrones de secretismo y silencio. Demostró que la responsabilidad y la transparencia no son una amenaza para el liderazgo. Son la base de la confianza.
  4. Mantenerse firme con valentía moral. El Papa Francisco ha hablado con claridad y coherencia sobre los acuciantes problemas éticos de nuestro tiempo. Ya sea llamando la atención sobre la crisis climática, defendiendo a los migrantes y los pobres, o abogando por la dignidad de las personas LGBTQ+, el Papa Francisco se negó a rehuir cuestiones complejas y políticamente sensibles. Su inquebrantable llamamiento a la paz fue constante a lo largo de su mandato, en el que instó al diálogo por encima de la división y al fin de la guerra. Incluso en su último mensaje de Pascua, hizo un sentido llamamiento a la paz. Sus últimas palabras públicas reflejaron su compromiso de toda la vida con la reconciliación y la humanidad compartida.

En una época en la que la división y el miedo determinan con demasiada frecuencia el liderazgo, el Papa Francisco ofreció algo diferente. Él escuchó primero, utilizó el poder de su posición para inspirar, y vio el servicio no como un sacrificio sino como un propósito. A menudo conocido como el «Papa del pueblo», el Papa Francisco no se esforzó por controlar el comportamiento de la gente. En su lugar, optó por ser compasivo y cuidar de ellos. Su ejemplo desafía a los líderes a dirigir con empatía hacia los que son diferentes, a actuar con valentía ante la incomodidad y a dejar que el amor y la compasión guíen las decisiones.

Mientras el mundo reflexiona sobre su fallecimiento, está claro que el Papa Francisco ofreció un modelo de liderazgo basado en el servicio, no en el estatus. Su legado nos recuerda que un liderazgo excelente se mide mejor por el valor de servir a los demás con empatía y convicción. Y el tipo de liderazgo que perdura, el que transforma, parte de la humanidad y lidera con corazón. Descanse en paz eterna el Papa Francisco.

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