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Liderazgo

Cómo utilizan los líderes los microhábitos para activar la curiosidad en el trabajo

El liderazgo en esta era de redefinición radical no se define por lo que sabes, sino por tu disposición a mantener la curiosidad.

Mujer de negocios levantando la mano y haciendo una pregunta durante un debate. Fuente: Getty Images

A medida que la automatización, las plataformas adaptativas y los flujos de trabajo impulsados por la IA reconfiguran todos los sectores, la curiosidad intencionada se ha convertido en una de las competencias de liderazgo más importantes de nuestro tiempo. En un panorama definido por la disrupción, la curiosidad en acción es una ventaja de liderazgo que determina quién se adapta y quién se queda atrás.

La curiosidad es una habilidad cada vez más reconocida para un liderazgo centrado en el ser humano y preparado para el futuro. Aunque a menudo se percibe como un rasgo innato, la curiosidad es una práctica que se cultiva. Es una competencia estratégica que los líderes pueden desarrollar y poner en práctica mediante un esfuerzo intencionado y centrado. La capacidad de formular preguntas perspicaces, explorar diversas perspectivas y adaptarse de forma proactiva ya no es un lujo, sino un imperativo fundamental del liderazgo.

Tanto si se trata de desentrañar dinámicas de equipo complejas como de anticiparse a los cambios del sector o de afinar su capacidad de liderazgo, la curiosidad es la habilidad que impulsa el rendimiento.

«Cuando se activa nuestra curiosidad, pensamos más profunda y racionalmente sobre las decisiones y llegamos a soluciones más creativas», escribe la investigadora de Harvard Francesca Gino en la Harvard Business Review. «Además, la curiosidad permite a los líderes ganarse más el respeto de sus seguidores e inspira a los empleados a desarrollar relaciones de mayor confianza y colaboración con sus colegas».

Se ha demostrado que los microhábitos, que añaden sólo unos minutos de tareas a las rutinas diarias, producen resultados duraderos: «En un estudio, un entrenamiento de 10 minutos tres veces por semana aumentó la resistencia en casi un 20% y los participantes presentaron una mayor resistencia a la insulina», escribió la investigadora en neurociencia Maria Misiura a través de un blog para la Society of Behavioral Medicine.

La curiosidad bienintencionada unida a microhábitos estratégicos es, en sí misma, una estrategia. La curiosidad distingue a los líderes que se limitan a responder al cambio de los que dan forma y definen proactivamente sus sectores.

Curiosidad en un panorama de liderazgo digital

El liderazgo en todos los sectores está experimentando una aceleración digital sin precedentes. Las nuevas plataformas se lanzan más rápido de lo que las políticas pueden seguir el ritmo. Mientras tanto, los datos, la innovación y los alumnos nativos digitales están desafiando los sistemas tradicionales. Este fenómeno significa que los líderes del sector ya no pueden permitirse esperar a que haya claridad antes de actuar. Deben cultivar el tipo de músculo de liderazgo que permite la experimentación reflexiva y la integración tecnológica sin la pretensión de perfección.

La curiosidad se convierte en la fuerza estabilizadora, la palanca de liderazgo que transforma la incertidumbre en oportunidad. La pregunta «¿por qué?», que antes se consideraba un desafío de los mileniales al statu quo, se ha convertido rápidamente en un grito de guerra entre generaciones, que invita a los líderes a profundizar e innovar.

Los líderes pueden empezar por cultivar una cultura en la que el «¿Por qué?» no sólo sea bienvenido, sino que se espere. Cuando la curiosidad forma parte del ritmo diario, los equipos dejan de ser respondedores pasivos y se convierten en solucionadores activos de problemas, listos para liderar lo que viene a continuación.

Aplicación de microhábitos impulsados por la curiosidad

Lograr este tipo de cultura de pensamiento productivo exige microhábitos intencionales: prácticas pequeñas y constantes que entretejan la indagación y el aprendizaje continuo en las rutinas diarias.

1. Entrenar la curiosidad a diario

La curiosidad es un músculo del liderazgo y, como cualquier músculo, necesita entrenamiento. Empieza retándote a ti mismo y a tu equipo al plantear la pregunta que hay detrás de la pregunta. No solo «¿Cuál es la solución?», sino «¿Cuál es el supuesto que aún no hemos nombrado?».

Por ejemplo, si estás implantando un nuevo proceso, no te detengas en «¿Cómo lo ponemos en marcha?», pregúntate «¿Por qué asumimos que este era el problema en primer lugar?». Este sencillo cambio hace que tu equipo profundice, cuestione los valores predeterminados y aborde las soluciones con claridad e intención.

2. Planifica la curiosidad como si fuera una estrategia

Si no reservas un espacio para la curiosidad en tu agenda, su ausencia se manifestará de formas imprevistas en tu liderazgo. Reserva entre cinco y diez minutos al día para investigar algo que te despierte la curiosidad, ya sea dentro o fuera de tu organización. ¿Qué tendencia aparece constantemente en las conversaciones y aún no has explorado? ¿Qué problema te ronda la cabeza y aún no has desentrañado? La curiosidad se convierte en cultura cuando se integra en el ritmo del liderazgo, no una vez al trimestre, sino una vez al día.

3. Cruza el pasillo, a propósito

Tu zona de confort solo genera monotonía. La curiosidad prospera cuando sales intencionadamente de tu burbuja de liderazgo habitual para buscar nuevas perspectivas, voces y retos. Nace en esa breve charla con un compañero de otro departamento o en un mensaje espontáneo en LinkedIn a alguien que lidera un trabajo audaz en otro sector. La curiosidad se multiplica cuando buscamos voces más allá de nuestros círculos habituales. Empieza a preguntarte: «¿Quién está haciendo algo interesante en un ámbito que aún no entiendo y qué podría aprender de él?».

La curiosidad como sistema operativo del liderazgo

Para que los líderes puedan crear sistemas adaptables y equitativos, necesitan comportamientos de liderazgo que reflejen esos valores. La curiosidad es una alteración activa del statu quo y ayuda a formar nuevas conexiones neuronales a medida que el líder busca nuevas soluciones, nuevos conocimientos e incluso nuevas preguntas. Tratar la curiosidad como su sistema operativo central no solo cambia las prioridades mentales y deja de centrarse en tener razón, sino que también transforma la experiencia en la posibilidad de ser relevante.

Renovar la innovación a través de la curiosidad

Cuando los líderes se involucran con curiosidad e incorporan microhábitos en sus rutinas diarias, crean una cultura que prospera gracias al aprendizaje continuo y la innovación. Cultivar esta habilidad transporta al líder a un terreno mental desconocido en el que no puede confiar en la memoria muscular. En cambio, «la mentalidad del principiante ayuda a los líderes, gerentes, trabajadores y emprendedores a mantenerse ágiles, especialmente a través de tareas conscientes como la práctica deliberada, la repetición sin repetición y otros ejercicios cognitivos importantes», escribió Jeffrey Davis, fundador de Tracking Wonder Consultancy, en su blog.

Desprenderse de lo familiar deja espacio para lo desconocido, y ahí es donde nace la innovación. La curiosidad, junto con la curación intencionada de microhábitos, tiene el poder de renovar la forma en que los líderes conciben y ejecutan la innovación. Ahora es el momento de activar la curiosidad y seguir el camino que marcan las preguntas.

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