Richard Branson comentó una vez: «Si hubiera dejado que mi coeficiente intelectual y mis calificaciones escolares determinaran mi éxito, no estaría donde estoy hoy». El multimillonario fundador no menospreciaba la inteligencia, sino que destacaba algo más poderoso: la inteligencia emocional .
Las investigaciones demuestran que la Inteligencia Emocional (IE), la capacidad de reconocer, comprender, gestionar y gestionar las emociones, predice el éxito empresarial con mayor eficacia que el CI. Según la revista Inc., los estudios atribuyen el 89,1 % de la variabilidad del éxito empresarial a la IE, en comparación con tan solo el 10,9 % del CI.
Si bien el CI puede ayudar a alguien a ingresar a una universidad de prestigio o a conseguir su primer empleo, la IE determina el avance profesional, especialmente en puestos de liderazgo. Las personas con un CI alto ganan un promedio de 29,000 dólares más al año que quienes tienen una inteligencia emocional más baja. Las empresas que priorizan la IE tienen 22 veces más probabilidades de tener un buen desempeño que las que no lo hacen.
¿El reto? La mayoría de las escuelas no enseñan inteligencia emocional directamente. Aquí es donde el emprendimiento ofrece una ventaja única: crear un negocio desarrolla la inteligencia emocional de forma natural.
Así es como el espíritu emprendedor desarrolla este conjunto crucial de habilidades:
1. El emprendimiento cultiva mejores habilidades para la toma de decisiones
Construir un negocio requiere innumerables decisiones bajo presión e incertidumbre. Los emprendedores con un alto coeficiente emocional equilibran las emociones con la lógica, lo que les permite tomar decisiones más racionales e inclusivas. Hacen una pausa, reflexionan y actúan, no solo reaccionan. La autoconciencia les ayuda a reconocer cuándo el miedo, el ego o la emoción impulsan una decisión, mientras que la empatía les ayuda a considerar cómo las decisiones impactan a los demás.
Los empresarios con alto coeficiente intelectual evalúan los riesgos con mayor eficacia y evitan las decisiones impulsivas, algo especialmente valioso en entornos comerciales donde los datos por sí solos no pueden proporcionar todas las respuestas.
2. La creación de empresas fortalece las capacidades de liderazgo
El entorno empresarial ofrece auténticos desafíos de liderazgo que aceleran el desarrollo de habilidades emocionales. A diferencia de los proyectos grupales asignados en la escuela, el liderazgo empresarial conlleva riesgos reales: los miembros del equipo pueden renunciar, los clientes pueden irse y las empresas pueden fracasar.
Este contexto auténtico transforma la forma en que los jóvenes emprendedores abordan el liderazgo. Aprenden a interpretar las emociones subyacentes en las discusiones de equipo, a identificar cuándo los miembros del equipo necesitan ánimo o dirección, y a desarrollar la autorregulación emocional para mantener la calma durante las crisis.
La investigación del Proyecto Oxígeno de Google demostró que sus gerentes con mayor rendimiento no eran aquellos con habilidades técnicas superiores, sino aquellos que creaban «seguridad psicológica» en sus equipos: un enfoque de liderazgo emocionalmente inteligente. Los jóvenes emprendedores que desarrollan estas capacidades a temprana edad obtienen una ventaja significativa al incorporarse a entornos laborales más tradicionales.
3. Las relaciones con los clientes mejoran a través de la empatía
Los emprendedores exitosos crean productos que la gente desea, lo que requiere comprender las necesidades, motivaciones y dificultades de los clientes. Este conocimiento del mercado se basa fundamentalmente en la empatía, un componente esencial de la inteligencia emocional.
Sophie Beren, fundadora de The Conversationalist , enfatiza esta conexión: «Lo más importante que he aprendido como emprendedora es que ser un buen conversador es la clave de todo, porque te permite construir relaciones genuinas basadas en la empatía. Sin empatía, es mucho más difícil comprender las necesidades y perspectivas de quienes te rodean, una habilidad crucial para cualquier líder empresarial».
La plataforma de Beren reúne diversas voces y perspectivas, lo que le exige abordar conversaciones complejas y, en ocasiones, incluso comentarios de odio. «Dirigir una plataforma donde convergen diferentes puntos de vista me ha obligado a desarrollar habilidades emocionales para facilitar un diálogo productivo sin internalizar la negatividad que a veces surge», explica. «Esta resiliencia emocional ha sido esencial para la gestión de nuestra comunidad y mi crecimiento como líder».
Un fundador que comprende el entorno, escucha atentamente y se comunica con autenticidad tiene más probabilidades de ganarse la confianza y el apoyo de los clientes. Estas habilidades interpersonales mejoran las negociaciones con inversores, las alianzas y la retención de empleados, todos elementos cruciales para el éxito empresarial.
4. El emprendimiento enseña resiliencia ante los reveses
Emprender algo nuevo conlleva desafíos inevitables, pero el emprendimiento ofrece un entorno de prueba único para desarrollar resiliencia emocional. A diferencia de los entornos académicos, donde el fracaso suele tener consecuencias permanentes, los reveses empresariales ofrecen oportunidades inmediatas para adaptarse y volver a intentarlo.
Cuando los emprendedores emprenden, se enfrentan al rechazo en tiempo real: los clientes rechazan, los inversores rechazan sus ideas y los productos no funcionan como se esperaba. Estas experiencias crean una memoria muscular emocional imposible de desarrollar mediante ejercicios teóricos. Un joven emprendedor que experimenta cinco rechazos antes de concretar su primera venta aprende a separar los resultados empresariales del valor personal, una habilidad fundamental de la inteligencia emocional.
Este proceso transforma la forma en que el cerebro procesa los contratiempos. A través del emprendimiento, los adolescentes desarrollan lo que los psicólogos llaman «agilidad emocional»: la capacidad de reconocer sentimientos complejos sin dejarse llevar por ellos. Por ejemplo, cuando una campaña de marketing fracasa, aprenden a reconocer la decepción, manteniendo al mismo tiempo la claridad cognitiva para analizar qué salió mal y ajustar su enfoque.
La resiliencia desarrollada a través de experiencias emprendedoras se traslada al ámbito académico, las relaciones interpersonales y las futuras carreras profesionales. Esto explica por qué los funcionarios de admisión universitaria valoran cada vez más la experiencia emprendedora: indica que un estudiante puede afrontar los inevitables desafíos de la vida universitaria manteniendo el equilibrio emocional.
5. La innovación requiere una gestión de riesgos basada en la inteligencia emocional
La innovación requiere una gestión de riesgos basada en la inteligencia emocional, que va más allá de lo que la mayoría de los entornos educativos pueden ofrecer. Cuando los jóvenes emprendedores se enfrentan a la incertidumbre de crear algo nuevo, desarrollan resiliencia emocional que transforma el miedo, de una barrera, en información valiosa. Este proceso ocurre de forma natural durante momentos clave del emprendimiento: al presentar a posibles inversores, recibir retroalimentación crítica o al observar el surgimiento de la competencia.
Por ejemplo, cuando los emprendedores presentan su primer producto, experimentan sensaciones físicas y emocionales de ansiedad y luego descubren que pueden funcionar eficazmente a pesar de estas sensaciones. Este procesamiento emocional construye vías neuronales que hacen que asumir riesgos en el futuro sea menos abrumador.
El camino empresarial también fortalece la motivación intrínseca, un pilar de la inteligencia emocional. A diferencia de las tareas escolares con plazos y calificaciones predeterminados, las iniciativas empresariales ofrecen plazos de recompensa impredecibles. Al conectar con su propósito más profundo, los jóvenes emprendedores aprenden a mantener el esfuerzo a pesar de la decepción. Descubren cómo aprovechar la conciencia emocional como combustible creativo, transformando posibles obstáculos, como la frustración o la incertidumbre, en señales que guían la innovación en lugar de obstaculizarla.
6. La inteligencia emocional crea ventaja competitiva
A diferencia del CI, que se mantiene relativamente estable, la IE puede desarrollarse significativamente, y el emprendimiento ofrece la preparación perfecta. A medida que las habilidades emocionales se valoran más en el entorno laboral ( el 75 % de los gerentes de RR. HH . priorizan la IE sobre el CI al ascender a sus empleados), los emprendedores con una inteligencia emocional sólida obtienen una ventaja sustancial.
Amir Odom, presentador del exitoso programa de YouTube «Amir Odom» , con casi 600.000 suscriptores, atribuye gran parte de su éxito a la inteligencia emocional. «Poder regular mis emociones, controlar mi ego y ver las dos caras de la moneda me ha permitido comprender mejor a mi público y mejorar mis relaciones con quienes me rodean», explica Odom.
«Al hablar de temas complejos con otros, presto atención a por qué se sienten así», añade. «He aprendido que rara vez alguien ‘siente’ sin motivo. Así que los abordo en su situación actual y luego encuentro puntos en común. Este enfoque le ha permitido conectar con diversos emprendedores y descubrir sus historias, habilidades que se derivan directamente de la inteligencia emocional que desarrolló al crear sus propios proyectos antes de lanzar el podcast.
Esta ventaja competitiva se extiende más allá de los resultados comerciales a la realización personal y la longevidad profesional: los empresarios con un alto coeficiente emocional tienden a crear negocios más sostenibles y a evitar el agotamiento que afecta a muchos fundadores.
Cómo los adolescentes pueden desarrollar su inteligencia emocional a través del emprendimiento
Organizaciones como WIT (Whatever It Takes), que fundé en 2009, ofrecen oportunidades estructuradas para que los adolescentes desarrollen su inteligencia emocional mediante experiencias emprendedoras. WIT combina la creación práctica de empresas, el coaching entre pares, la mentoría y el programa «11 Consejos para Implementar WIT», que desarrolla intencionalmente la capacidad emocional junto con las habilidades empresariales. Mediante estos métodos, WIT ha ayudado a más de 10,000 jóvenes a emprender mientras desarrollan una inteligencia emocional crucial.
El enfoque de los «11 Consejos» aborda los componentes esenciales de la Inteligencia Emocional (IE) al enseñar principios como la responsabilidad, la alineación, la resiliencia y el compromiso auténtico, habilidades que se traducen directamente en el éxito empresarial. Cuando los jóvenes emprendedores aprenden a gestionar la decepción tras una presentación fallida o a sortear conflictos de equipo, desarrollan simultáneamente la regulación emocional y la conciencia social, cualidades que les resultan útiles en todos los ámbitos de la vida.
Para los adolescentes que buscan desarrollar inteligencia emocional a través del emprendimiento, estas preguntas relacionadas directamente con los componentes de inteligencia emocional pueden guiar su camino:
- Autoconciencia: Cuando me enfrento a obstáculos empresariales, ¿qué emociones suelen surgir y cómo influyen estas emociones en mi toma de decisiones?
- Regulación emocional: ¿Cómo puedo crear estrategias para gestionar el estrés y la decepción cuando mis ideas de negocio no se desarrollan según lo planeado?
- Empatía: ¿Cómo puedo comprender mejor las necesidades tácitas y las respuestas emocionales de mis clientes potenciales a mi producto o servicio?
- Habilidades sociales: ¿Qué relaciones serán más importantes para el éxito de mi empresa y cómo puedo fomentarlas de forma auténtica?
- Motivación: ¿Qué propósito más profundo me conecta con esta idea de negocio que sostendrá mi compromiso cuando las recompensas externas no sean visibles inmediatamente?
Cuando los programas o escuelas de emprendimiento integran el desarrollo de la inteligencia emocional en la experiencia emprendedora, preparan a los jóvenes para emprender y aplicar la inteligencia emocional a lo largo de sus vidas. La trayectoria emprendedora se convierte en un potente campo de entrenamiento para desarrollar capacidades humanas que ninguna inteligencia artificial puede replicar: autoconciencia, empatía y gestión de relaciones, habilidades cada vez más valiosas en la economía del futuro.
El futuro pertenece a los emocionalmente inteligentes
La inteligencia emocional ya no es una habilidad secundaria. Es una competencia fundamental para el éxito profesional, especialmente para los emprendedores. A medida que la automatización transforma el mercado laboral, capacidades exclusivamente humanas como la conciencia emocional, la empatía y la gestión de relaciones cobran cada vez más valor.
Ya sea a través de programas estructurados o emprendimientos independientes, el emprendimiento ofrece a las personas una vía práctica para desarrollar estas capacidades cruciales. Al crear empresas, desarrollan simultáneamente las herramientas emocionales necesarias para el éxito a largo plazo.
¿Quieres preparar a la próxima generación para el futuro del trabajo? Empieza por animarlos a construir algo y observa cómo crece su inteligencia emocional.