Forbes España ha celebrado la quinta edición del Forbes Summit Healthcare en el Auditorio El Beatriz de Madrid con Medtronic, Grupo Asisa, Quirónsalud y Grupo Hefame como partners. Durante la jornada se ha analizado cómo la tecnología se está convirtiendo en una de las vías para transformar nuestro sistema nacional de salud hacia uno más flexible y líquido.
Precisamente sobre la sanidad líquida y la necesidad de digitalizar la sanidad han charlado el consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero y el periodista Alipio Gutiérrez.
Alipio Gutiérrez: Muy buenos días a todos. Gracias a todos los organizadores de esta jornada por permitirme aprender, que es básicamente a lo que venimos algunos. Otros ya lo sabéis, porque son vuestras áreas respectivas de conocimiento, pero yo como periodista lo que intento hacer siempre es aprender de los que saben. Y para eso, nada mejor que contar con los especialistas. Hablando de la sanidad y de su futuro, tener a mano al consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, es un auténtico placer.
Quiero aprender algo más para dar sentido justamente a esta conversación, que la hemos titulado «¿Vamos hacia una sanidad líquida?». Bueno, los líquidos tienen la capacidad de adecuarse, de adaptarse a las condiciones del recipiente que los sustenta, y esto va a pasar seguramente con la sanidad. Una sanidad cambiante después de estos dos años de pandemia, que nos han permitido ver algunos defectos y déficits, pero también algunas oportunidades. Justamente por eso, una vez que hemos hecho ese repaso de lo bueno y de lo malo, ¿cuál sería el siguiente paso, el más inmediato?
Enrique Ruiz Escudero: Buenos días a todos. Lo primero, agradecer a FORBES la invitación para estar en esta interesante jornada, y más cuando tenemos que hablar de algo que nos ha acompañado de manera tan abrupta durante la pandemia, que ha sido todo ese trabajo no presencial, obligados por una situación sanitaria muy crítica. Plantear cuál es el siguiente paso no es algo que se marca de manera inmediata, sino que es un periodo de transformación.
Diría que concepto de sanidad líquida es tratar de llevar toda la atención sanitaria a allá donde esté el paciente. Creo que ese es el concepto en toda su forma, acompañado —lógicamente— de una transformación tecnológica que implica a todas las áreas de trabajo de —en este caso— una consejería de sanidad: los equipos directivos, los profesionales, los pacientes (no solo en los recintos hospitalarios, sino en sus domicilios y en sus móviles). Todo eso requiere una gran complejidad y es un proceso de transformación que siempre avanza y es a lo que tenemos que tender.
Por tratar de simplificarlo al máximo, la pandemia nos ha hecho evolucionar en lo que es todo el trabajo no presencial, pero por razones muy concretas. Lo que tenemos que hacer es aprender de todo lo que nos ha funcionado bien durante la pandemia y tratar de aplicarlo en determinados procesos. Yo creo que uno de los fundamentales es el trabajo no presencial, pero no todo puede ser no presencial. Hay que saber en qué situaciones se puede trasladar a la actividad diaria de los escalones que tiene nuestra sanidad.
Estamos en una inmersión tecnológica permanente y en plena transformación con la gestión de los datos, con la hospitalización a domicilio, en definir qué tipo de consultas se pueden hacer presenciales y no presenciales, con la tarjeta sanitaria virtual y la receta electrónica… Es un proceso de inmersión muy importante en el que tenemos que definir dónde vamos a actuar para conseguir que ese concepto de sanidad líquida sea más real y dónde podemos aplicar todo lo que nos ofrece la tecnología. Por ejemplo, inteligencia artificial no solo para análisis de datos, sino para equipamiento…
Bueno, el abanico es múltiple y a veces lo más difícil como administración es decidir en qué momento, en qué situaciones, y en qué procesos debes aplicar esa tecnología para ese trabajo y ese concepto de sanidad líquida.
AG: Vamos a ir entrando en esos detalles de lo que acaba de enmarcar en grandes titulares. Se van a destinar en torno a 300 millones de euros a la salud digital en nuestro país, orientado especialmente a las CC AA. ¿Se sabe o se ha previsto el coste que va a tener para la Comunidad de Madrid este proceso de digitalización sanitaria?
ERE: El proceso de digitalización sería interminable. Dedicaríamos todo el presupuesto que pudiéramos y no sería suficiente. Puedo decir que el incremento de un año para otro para lo que es la dirección general de sistemas de información es un 12%, pero a esto hay que sumar los fondos europeos, los FEDER, los MRR, los de farmaindustria…
No solo pensemos en aplicar la tecnología al proceso puramente existencial. Se aplica en el diagnóstico, se aplica en el de gestión… A todos los niveles. Es un proceso que sería interminable. Insisto que creo que lo más complicado como administración es decidir cómo se aplica porque la oferta tecnológica es descomunal. El avance se va produciendo a toda velocidad.
Se trata de acertar con qué tecnología aplicas, en qué momentos y en qué procesos, para no coger caminos equivocados y utilices una tecnología y te quedes obsoleto en dos años, como ocurre en algunas ocasiones. Por eso es muy importante esa labor de realmente conocer lo que necesitas para mejorar la salud de tus pacientes, que siempre son el centro de todas nuestras decisiones, y a partir de ahí tomar las más adecuadas para ir mejorando en ese concepto de sanidad líquida.
AG: Justamente cuando se habla de la sanidad y de esta nueva sanidad —que ya se está transformando, pero que va a necesitar muchos más incentivos económicos y profesionales— se dice: «El paciente debe ser el centro del sistema sanitario» y creo que es una obviedad porque la esencia de que haya un sistema sanitario es que haya un paciente. Cuando somos ciudadanos y, además, pacientes necesitamos que nos den ese servicio. ¿Cómo la digitalización va a ser capaz de transformar los procesos asistenciales?
ERE: Bueno, ya lo está haciendo. Ya es una realidad. Podríamos hablar de múltiples ejemplos de cómo la tecnología ayuda a mejorar la vida de los pacientes. Todos tenemos que tener claro que en algún momento de nuestra vida vamos a ser pacientes. Eso es algo absolutamente seguro. Que estemos en el lado de los profesionales de la atención es algo más circunstancial.
Por ejemplo, algo de carácter más genérico, que además se ha producido en el marco de la pandemia, es la tarjeta sanitaria virtual. Fue un avance que realizamos desde la consejería, y en casi un año y medio 2.800.000 madrileños tienen su tarjeta sanitaria virtual. Está en la primera dimensión, que es para el pasaporte covid, para la citación y para la vacunación, pero vamos a incorporar la videoconsulta, el seguimiento de los fármacos. Es un avance absolutamente real. Sin tarjeta sanitaria virtual, cada proceso que he definido ahora requería acudir a un profesional sanitario.
Son avances de una dimensión descomunal, por hablar de un proceso que implica a todos los madrileños. Podría hablar también de un recurso muy especializado que era impensable que pudiésemos hacer, como es la hospitalización domiciliaria que hace el Niño Jesús con población infantojuvenil con trastornos de la conducta alimentaria. Algo impensable hace unos meses y que ahora es una realidad. Ese hecho de hospitalizar en el domicilio ha hecho una mejora sustancial por el hecho de hacer al paciente más conocedor de lo que le está ocurriendo y por implicar a toda la familia en el proceso de curación.
Podríamos hablar de estos dos procesos, uno más transversal y de mayor sencillez en cuanto a la aplicación, pero que también requiere un proceso tecnológico complejo; y el otro, que sería la hospitalización a domicilio.
AG: Son dos ejemplos que ya forman parte de nuestra realidad y que eso va a seguir avanzando. Hay algo que, desde luego, llama la atención. Todos damos por hecho que nos tenemos que ir adaptando al mundo digital, también en el ámbito sanitario. Pero eso también exige una mayor (o una súper) especialización en el ámbito de la sanidad. Y no solamente en la gestión, sino en cómo llevar los procesos. Eso significa que habrá que incluir perfiles profesionales nuevos como ingenieros biomédicos o analistas de datos que den forma a toda esa información que no es una cosa menor.
ERE: Sí. De hecho, ya están incorporados. Ahora sería impensable entrar en un ensayo clínico y no tener un bioinformático o en cualquier proceso de diseños 3D y no tener un ingeniero biomédico. Ya estamos en la siguiente fase en la que esos perfiles hay que incorporarlos en el proceso asistencial (antes era más en el de investigador). Te hablo de procesos en los que ya se utiliza el diseño en 3D para hacer un abordaje quirúrgico y luego se aborda con nuevas tecnologías como realidad virtual. Eso ya es nuestra realidad.
Nuestra responsabilidad es que se produzca de manera homogénea. Es cierto que hay distintas velocidades, también por el propio empuje tecnológico de los profesionales o de los equipos gestores. Nuestra labor como consejería es homogeneizar y que no perdamos esa equidad tan necesaria para los pacientes.
Yo creo que esos perfiles ya se están incorporando y el avance tiene que ser todavía mayor. Los tiempos que maneja una administración a veces te hacen ir un poco por detrás de lo que nos gustaría.
AG: Y eso también implica que en el ámbito de la gestión hay que estar digitalizados y tener perfiles profesionales en el ámbito de la gestión sanitaria muy digitalizados. ¿Es una necesidad? ¿Es algo que ya se está incorporando o es algo que todavía es deficitario en nuestro país?
ERE: Ya se está incorporando y nos gustaría ir a mucha más velocidad. Algo que hemos aprendido de la pandemia, por ejemplo, es el tener datos y datos de calidad permite establecer predicciones y tomar decisiones que sean lo más acertadas posibles. Ahí aplicamos IA en ese análisis de datos, y eso trasladado a cualquier ámbito de la gestión, en los equipos de los hospitales, en los indicadores de salud…, en el análisis de todos esos datos lógicamente siempre acaba en la mejora de la calidad de servicio que se le da al paciente.
Ahora sería impensable no hacer ese análisis de datos de forma continua y permanente, que forma parte del día a día de los equipos directivos. Pero no solo pensemos en los equipos directivos, sino en los propios profesionales actuando en sus servicios.
Todo eso está haciendo una mejora constante. Insisto en que nuestra misión es homogeneizar y, sobre todo, orientar muy bien hacia donde queremos que toda esa tecnología incorpore esa mejora en el dato porque, al fin y al cabo, ayuda a la toma de decisiones que es absolutamente vital.
AG: Usted ha sido uno de los primeros que ha hablado de sanidad líquida y hospitales líquidos, sin paredes. Decía cuando definimos ese concepto que es llevar la salud, la sanidad o los servicios sanitarios allá a donde esté el paciente. ¿Donde esté el paciente o donde esté su móvil?
ERE: Bueno, donde estén las dos cosas. Cada vez tenemos más información sobre nuestra salud en nuestros móviles. Que las personas conozcan más sobre su situación clínica mejora el conocimiento de su salud y cómo orientan las decisiones.
Hablamos de sanidad líquida y quiero que dimensionemos la situación en la que estamos. Hablamos de algo por lo que fue muy criticada la presidenta por la izquierda, por decir que el gran hospital de Madrid realmente es el domicilio. Esto es por una razón muy sencilla: el Hospital de la Paz tiene 700 camas y a día de hoy tenemos a 4.000 madrileños haciendo una hospitalización en su domicilio. De distintos ámbitos: cuidados paliativos, como el ejemplo de psiquiatría del Niño Jesús, u otros servicios como las urgencias del Infanta Leonor… Eso nos tiene que dar la dimensión de hacia dónde vamos. El hecho de llevar esa asistencia sanitaria a los lugares en los que esté el paciente es lo que va a permitirnos mejorar y, sobre todo, hacer que el hospital tenga mayor resolución. Es decir, que todo el que va tenga resuelto el proceso en el menor tiempo posible.
Habrá procesos que se tengan que seguir haciendo en el ámbito hospitalario y otros que se puedan hacer en el domicilio. Y todo eso, ese concepto de sanidad líquida requiere un conocimiento de esas constantes vitales, de esos tratamientos, de esos profesionales que visitan a domicilio… Y para eso, hay que usar cualquier arma tecnológica que nos permita hacerlo, y la más potente es el móvil lógicamente.
Tampoco olvidemos el lado del cuidador, que también hay que tener cuidadores más expertos. Hablo del caso del servicio de urgencias del Infanta Leonor, por ejemplo, en el que se ha demostrado que los pacientes que tienen mejor hospitalización a domicilio tienen una menor frecuentación a los servicios de urgencia de manera posterior. Un paciente y un cuidador experto mejoran aún más esto.
AG: Eso que apunta es fundamental porque estamos hablando de digitalizar la sanidad, que es una necesidad fundamental, que después de la pandemia se ha visto que es todavía más urgente, pero eso necesita medios e inversión. Habrá que invertir en esa digitalización porque acabará reduciendo costes. Como comentaba, si voy menos a urgencias, estoy reduciendo un coste importante.
ERE: Lógicamente. La inversión en tecnología comparada con infraestructura sanitaria, los resultados son infinitamente mejores en la inversión en tecnología a todos los niveles. La media de los centros de salud de la Comunidad de Madrid son 5 millones de euros. Esta cantidad aplicada en tecnología da muchísimos resultados. Pero hay que mantener el equilibrio porque también hay que tener buenas infraestructuras sanitarias, aunque realmente el concepto de sanidad líquida tiene repercusión sobre cómo planteas el futuro de tus infraestructuras.
Todo va ligado. No podemos tratarlo como departamentos estancos en los que, por un lado, va la sanidad líquida y por oto la infraestructura. Es un conjunto y una forma de tratar, valorar y decidir sobre tus pacientes. Todo eso tiene un sentido, sobre todo en ese escenario de invasión sanitaria.
AG: ¿Qué coste medio puede tener una hospitalización de un ciudadano en un hospital de Madrid?
ERE: Bueno, depende de la complejidad. Incluyendo todo podríamos decir usando como ejemplo, la hospitalización de un paciente covid durante la pandemia ha estado en unos 800 euros diarios, y de un paciente en UCI sobre unos 2.400 euros. Esto es tratando de simplificar, cada caso tendría sus matices, pero más o menos estas son las cifras.
AG: Teniendo en cuenta ese gasto que supone, ¿la digitalización evitará ingresos hospitalarios?
ERE: Ya los está evitando. No hay que confundir, que la hospitalización en domicilio también es una hospitalización. Es verdad que los costes disminuyen, diría que por debajo de la mitad; pero también es verdad que seleccionamos qué procesos llevamos a hospitalización en domicilio y cuáles no.
AG: Otra cuestión clave en todo esto es garantizar la equidad en el acceso a los servicios sanitarios y a los tratamientos de última generación. Esto es clave porque dependiendo de donde se resida puede depender que se tenga una mejor calidad asistencial. ¿Cómo se va a garantizar con esta nueva sanidad líquida que el ciudadano esté en igualdad de condiciones?
ERE: Se toman muchas decisiones del procedimiento de cómo se produce ese acceso. Voy a poner un ejemplo muy claro para que todo el mundo lo entienda. El nivel de la oncología en Madrid, y lo digo con absoluta humildad, es uno de los mejores a nivel nacional y probablemente internacional. Por todos los ensayos médicos y el conocimiento de los profesionales hay un nivel altísimo. Y nosotros tenemos un grado de especialización para determinados tipos de tumores y, por las líneas de investigación, una capacidad de llevar procesos de un nivel de complejidad superiores.
Lo que hemos hecho ha sido crear un correo para que todos los servicios de oncología de la Comunidad de Madrid trabajen en red para que la accesibilidad del paciente sea igual. Madrid tiene una ventaja sobre otras CC AA y es que tiene muchos recursos muy especializados, siendo una de las provincias más pequeñas. Tenemos 34 hospitales públicos y 67 privados, lo que permite que el desplazamiento sea fácil. Si esa movilidad para los pacientes es buena, vamos a permitir que con un trabajo en red el acceso se pueda producir según lo que necesite el paciente y que vaya a donde mejor se le pueda tratar. Eso es lo que pretendemos hacer en oncología, lo estamos haciendo en cardiología, con enfermedades como el ictus…, en los procesos más complejos.
Se trata de trabajar con alianzas estratégicas que hagan que el acceso sea igual para todos los madrileños en todo momento.
AG: Otro de los grandes retos de esta digitalización es la cuestión de la seguridad de los datos clínicos del paciente y garantizar esto desde los gestores sanitarios.
ERE: Esto se está haciendo de manera permanente. Es impensable cualquier proceso que no tenga el componente de seguridad por esa protección de datos y porque los datos pertenecen a los pacientes. Es una grandísima fortaleza, porque el análisis de datos aplicado a todos los ámbitos, el hecho de poder tener esa información permite que la toma de decisiones sea infinitamente mayor. Y la seguridad de esos datos es un componente indiscutible.
AG: Y otra cuestión también fundamental, ¿cuál va a ser la capacidad de los pacientes para participar en la toma de decisiones en esta sanidad más digital?
ERE: Lógicamente, va a ser mayor por el mayor conocimiento que van teniendo. Cuanta más información tenga el paciente, cuanto más sepa interpretar y cuanto más conocimiento tenga, más va a participar en la toma de decisiones.
La comunicación es algo que no debemos dejar de lado. No solo la comunicación entre profesionales, sino la comunicación hacia los pacientes y hacia la sociedad. La pandemia ha sido un ejemplo claro de una enfermedad a la que nos enfrentamos sin conocerla y ha habido que escuchar muchas opiniones. Toda esa información y comunicación hace que el conocimiento del paciente y la toma de decisión sea mucho mejor.
AG: Y una cuestión íntimamente ligada con ese empoderamiento de los pacientes, ¿quién les va a formar en todo este proceso de digitalización?
ERE: Aquí voy a usar una frase de José Antonio Marina, que es un catedrático que sabe mucho de educación, y dice que «para educar tiene que educar toda la tribu». Yo creo que hay que implicar a todos los actores de todo el sector sanitario. Muchas veces hay pacientes que van por delante por el conocimiento tecnológico. También es cierto que muchas veces el impulso que se le da a la tecnología depende del impulso individual.
Es verdad que las asociaciones de pacientes están teniendo un papel fundamental. Colaboran activamente en todo este proceso para avanzar. Los pacientes son auténticos aliados.
La propia tecnología está haciendo que sean procesos más sencillos y más intuitivos que permiten que vayamos mejorando todos.
AG: Podríamos seguir hablando todo el día, pero no hay tiempo para más. Le agradezco el tiempo que nos ha dedicado y habernos puesto sobre la pista de estos asuntos que se van a tratar en el Forbes Summit Healthcare 2022.
ERE: Muchas gracias.