De Ícaro a Superman -¿acaso no son lo mismo?- levantar el vuelo y tocar las alturas con los dedos de la mano es una fantasía recurrente de la Humanidad. Desde arriba, todo parece más fácil, más etéreo, más puro: y en Metz, tenemos el cielo muy cerca.
Como el resto del país, Metz, la capital de Lorena, en el noreste de Francia, tiene todo lo que cualquier viajero esperaría de una tranquila ciudad de provincias francesa: un centro medieval con numerosas joyitas monumentales, mercados de productores, pequeños restaurantes donde se bordan los platos más sencillos… y, también, lo que uno tal vez no esperaría: un edificio brutalista coronado, como en un sueño, por una mansión que se eleva sobre los tejados y los campanarios: la Maison Heler, un hotel que nace de la imaginación de Philippe Starck, el poliédrico creador francés al que ningún campo de la creación le es ajeno.
Ubicado en el barrio del Anfiteatro, el establecimiento es un edificio brutalista de nueve plantas, dominado por una casa con impresionantes vistas, cuya arquitectura evoca las mansiones metzianas del siglo XIX. La Maison Heler, parte de la marca Curio Collection by Hilton, tiene 104 habitaciones y suites, dos restaurantes, dos bares y espacios para eventos. Las habitaciones son puro Starck: elegancia funcional y lujo refinado, caracterizados por amplios paneles de mármol y espejos corredizos, de «un espíritu casi espartano», las define el francés, «despojado de cualquier superficialidad, donde cada material impone su propio color: el blanco del algodón, el gris del hormigón en el techo y las paredes».

Literatura hecha hotel
Pero, además, lo que convierte a la Maison Heler es una experiencia de hospitalidad única y sorprendente es su origen. El hotel es una obra literaria hecha ladrillo: narra la historia imaginaria de Manfred Heler, un hombre de espíritu contemplativo y meticuloso, dedicado a nuevas invenciones, en perpetua maravilla y buscando cautivar a su amada fantasiosa, Rose, y cuyas asombrosas aventuras fueron recopiladas en un libro ideado por Philippe Starck, «La vida meticulosa de Manfred Heler». «Maison Heler nació de una historia surrealista y poética que imaginé», dice Starck. «Es un hotel concebido como una obra de arte habitable, un principio literario cristalizado en la materia.»

Las habitaciones del hotel se distribuyen entre las plantas 2ª y 8ª del edificio, pero es en la cúspide donde la fantasía de Starck se vuelve aún más hipnotizadora. Colgado de la azotea del hotel está La Maison de Manfred, la casa que Heler -nos cuenta Starck- heredó de sus padres y cuyo elegante salón acoge el restaurante del hotel, con una carta de cocina regional tan elegante como podríamos esperar. Y en el Bar de Manfred, una amplia carta de cócteles clásicos y otros creados por le propio Manfred, además de licores, tradicionales digestifs y una amplia selección de cervezas artesanas locales y alemanas, son el colofón perfecto para, sobre las alturas de Metz, seguir soñando, de la mejor manera, con tocar el cielo.
