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Viajes en tren: la nueva edad dorada del lujo sobre raíles

El interés por el slow travel no deja de crecer y muestra de ello es el resurgir de los paulatinos viajes sobre raíles de larga duración donde la experiencia y el mimo al viajero se elevan a su máxima expresión.

Fotografía: Andean Explorer.

El mundo se mueve deprisa. Aviones que cruzan continentes en horas, hoteles idénticos en cualquier ciudad, itinerarios que parecen colecciones de “checks” en lugar de experiencias. Pero entre tanta prisa, un sonido metálico regresa para devolver la calma. Hablamos del traqueteo del tren. Pero no de cualquiera, sino de aquellos que evocan un tiempo en el que viajar era tanto un arte como un destino. Los trenes de lujo han vuelto y lo hacen como iconos del slow travel, refugios para quienes creen que el verdadero lujo es detenerse.

El primero en resurgir es un mito. El Orient Express, aquel del que escribieron novelistas y soñaron generaciones, vuelve a surcar Europa bajo su versión más sofisticada: el Venice Simplon-Orient-Express. En sus vagones restaurados, entre maderas nobles y lámparas de cristal, el pasajero despierta en París y se acuesta camino de Viena, Budapest o Estambul, desplegando las páginas de la historia tras cada ventana. Aquí el viaje se mide en atmósferas: el pianista que toca mientras se sirve champagne, el camarero que ajusta la corbata como un ritual, la sensación de que la modernidad queda fuera y solo existe el instante dentro del tren. En definitiva, una forma de trasladarse a otra época desde el tiempo presente, desde nuestro propio vagón.

Fotografía: Venice Simplon-Orient-Express.

Muy lejos de allí, en Asia, el lujo adquiere un tono tropical. El Eastern & Oriental Express parte de Bangkok y atraviesa arrozales brillantes como espejos, selvas húmedas y ciudades coloniales de Malasia hasta llegar a Singapur. El tren avanza lentamente y en cada parada ofrece una postal idílica. Desde los templos dorados de Tailandia al eco del colonialismo británico en Kuala Lumpur. Espacios donde los mercados de especias perfuman el aire. A bordo, el crujir de la madera se entremezcla con la creatividad de los chefs, quienes reinterpretan la cocina asiática para los paladares más exigentes. Un viaje que se inhala y también se saborea.

En Escocia, el tiempo se vuelve aún más íntimo. El Royal Scotsman lleva apenas 40 pasajeros a través de las Highlands, como si fueran invitados a un retiro privado entre paisajes de un verde intenso y salvaje. Tras los ventanales, castillos medievales y lagos envueltos en niebla; dentro, cabinas vestidas con lana tweed, un spa rodante único en el mundo y cenas acompañadas por los mejores whiskies del país. En cada parada aguardan destilerías centenarias y fortificaciones que parecen sacadas de una novela gótica. Otra forma de ver el lujo entre historia y misterio.

Si Europa y Asia evocan la elegancia clásica, Sudamérica ofrece la grandeza de la naturaleza. El Andean Explorer, en Perú, serpentea entre montañas a más de 4.000 metros de altura. Desde Cusco hasta Arequipa, pasando por el inmenso lago Titicaca, el tren abre una ventana a un mundo ancestral. El pasajero desayuna viendo a las llamas caminar junto a la vía y cena mientras los cielos del altiplano se tiñen de púrpura. Las cabinas, decoradas con telas andinas y toques coloniales, se convierten en refugios cálidos frente al frío de la montaña.

Las reservas en el segmento de viajes ultra-lujo han aumentado un 86% con respecto

En Canadá, la experiencia es distinta: aquí el lujo es sinónimo de naturaleza. El Rocky Mountaineer no ofrece suites nocturnas, sino vagones panorámicos con cúpulas acristaladas desde donde se observan glaciares, ríos turquesa y bosques interminables. La ruta entre Vancouver y Banff es un espectáculo continuo en el que cada curva revela una postal: un oso entre los árboles, una cascada que cae con furia, las montañas que parecen esculpidas en hielo eterno. De noche, los viajeros descansan en hoteles de cinco estrellas, pero lo que queda en la memoria es el día entero pasado entre paisajes sublimes.

Fotografía: Rovos Rail.

En África, el Rovos Rail ofrece quizás la definición más exacta de lo que significa lujo sobre raíles. Sus itinerarios cruzan Sudáfrica de norte a sur, desde Pretoria hasta Ciudad del Cabo, con extensiones que llegan a Zimbabue o incluso Tanzania. Aquí el viaje combina viñedos, desiertos y sabanas donde no es raro avistar jirafas desde la ventana. Las suites, algunas con bañera victoriana, cuentan con servicio de mayordomo. Y en cada parada, el viajero puede descender para recorrer reservas naturales en safaris privados, antes de regresar al tren donde le espera una cena maridada con vinos locales.

Lo que une a todos estos viajes no es solo el confort, ni siquiera el destino. Es la filosofía de un nuevo lujo: el slow travel, una nueva tendencia que convierte el trayecto en experiencia, la espera en privilegio y la lentitud en arte. Y no es para menos. Por eso, según el informe Luxury Travel Trend Watch 2025, las reservas en el segmento de viajes ultra-lujo han aumentado un 86% en comparación con el mismo periodo del año anterior y otros estudios como el de Mckinsey proyectan que el segmento de ocio de lujo crecerá más de un 42% en los próximos cuatro años. En un mundo obsesionado con la rapidez, en estos trenes de lujo la prisa queda en el andén; a bordo, solo existe la promesa de mirar por la ventana y sentir que, por fin, el tiempo está de nuestro lado.