Históricamente, el sábado es siempre un día emocionante en los Sanfermines. El de este año no ha roto la tradición: el desprendimiento de un trozo de cornisa de un balcón de la calle de Santo Domingo retrasó casi tres minutos el desencajonamiento del sexto encierro de la feria, haciendo contener aún más tiempo la emoción de la multitud de corredores -el día de mayor participación: se colgó el cartel de «no hay billetes» en las calles mojadas de Pamplona.
Hoy era el turno de toros de los José Escolar, seis astifinos toros que hicieron honor al carácter que define la enseña abulense. Se lanzaron entre la muchedumbre -entre la que como todos los sábados de San Fermín, había mucho corredor joven y poco experimentado-, y durante dos minutos y 42 segundos derrotaron y amagaron por un recorrido en el que era muy difícil recortar y quitar, tanto por esa multitud como por lo resbaladizo del pavimento. Las montoneras que se produjeron en la calle Estafeta fueron el momento más complicado: el parte provisional de la Cruz Roja recoge cinco corredores contusionados y ningún herido por asta de toro.
Ya en la plaza, un toro se retrasó de la manada y despejó el albero, para lucimiento de los dobladores, y dando la vuelta a la plaza, mientras docenas de corredores se arrojaban al callejón para esquivarle. Puro San Fermín: esta tarde, Rafaelillo, Fernando Robleño y Juan de Castilla se las verán con estos José Escolar en una corrida que se prevé, como todas lo están siendo, emocionante.
