Todo lector habitual se ha dado cuenta de que –por regla general y en el mejor de los casos– las bibliotecas de los hoteles suelen presentar colecciones formadas por libros de coleccionables de periódicos, oscuros volúmenes comprados al peso, ejemplares sueltos de enciclopedias de lo más peregrino y, desde luego, todos los libros que sus huéspedes se hayan dejado allí. No es el caso de la célebre biblioteca del coqueto B2 Hotel de Zúrich: aquí se atesoran más de 33.000 libros dispuestos en estanterías que alcanzan el techo y que abrazan al lector desde todos los ángulos.

El espacio conserva la estructura industrial original del edificio, con altos ventanales que inundan de luz natural la estancia y la conectan visualmente con el resto del hotel. Bajo lámparas fabricadas con botellas de cerveza (el establecimiento ocupa una antigua fábrica de cerveza), este espacio multifuncional es el auténtico corazón del hotel y sirve como restaurante, bar, salón de coworking y lugar de encuentro para locales y visitantes, además de albergar numerosos eventos culturales.

No se nos ocurren muchos lugares mejores para comenzar el día: desde muy primera hora se sirve un desayuno buffet con productos gourmet de proximidad —pan y bollería del obrador St. Jakob, quesos de pequeños productores del cantón, cafés artesanales…—, y durante la jornada el espacio se convierte en un rincón de lo más animado: creativos y freelances de toda condición llenan la biblioteca de actividad con sus ordenadores, huéspedes y visitantes se acomodan en las butacas Diesel con una copa de vino para perder la noción del tiempo entre las páginas de un volumen y, a la hora del almuerzo y de la cena, elegantes camareros sirven platos de esmerada cocina de temporada. Y con la chimenea crepitando. Así, da gusto.
