Es posible que, acorde con TikTok, las mujeres soñemos con vivir en alguna de las casas de película de Nancy Meyers. La realidad es que una escapada en clave alpina con vino, mantas y chimenea soluciona (casi) cualquier problema y, además, se perfila como una estupenda opción para aprovechar los días cortos -y las noches extensivas-.
A continuación seleccionamos nuestros lugares ideales para una escapada de 24 a 48 horas y a menos de dos horas de la capital:
Hotel Art Box Alpino (Navacerrada, Madrid)
A 40 minutos del centro de la capital se encuentra unos de los pueblos más emblemáticos y pintorescos de la Sierra de Madrid: Navacerrada. Junto su puerto para esquiar, su entorno es la excusa perfecta para descubrir sus frondosos bosques y cielos cristalinos. Alternativamente, su casco histórico alberga lugares como su iglesia -que data del s. XVI- de la Natividad, la artística Plaza del Doctor Gereda, el agradable Paseo de los Españoles o la siempre animada Plaza de los Ángeles, perfecta para un aperitivo.
Quizá por eso Box Art Hotel eligió esta ubicación para emplazar su pintoresco alojamiento de espíritu arty y con diseño lo cabaña de montaña -tal y como su nombre indica-. ¿Lo novedoso y atípico? Un interior contemporáneo que incluye habitaciones dobles, dobles con terraza y suites con jacuzzi, una galería de arte y restaurante de autor. Este último atiende a las creaciones del chef Rubén Amro y propone platos de la región con un toque afrancesado y diferente. Una mezcla de sofisticación, elegancia y modernidad ideal para cualquier momento (y época del año), pero quizá más disfrutable entre sus amenities (de L’Occitane) en su bañera con vistas al bosque de pinos que rodea el hotel.
Y, si te apetece un homenaje, reserva una comida en Carande. El proyecto de Carlos Carande es sinónimo de dedicación, creatividad y mucho respeto por la materia prima, que sobresale en todos sus formatos disponibles, desde el tapeo hasta el menú degustación. No en vano acaba de ser recomendado en la Guía Repsol 2024.
Casa Otea, Ávila
En medio de un lugar privilegiado en lo alto de una montaña con vistas a un paraje protegido. Este es el escenario que se antoja tan ideal para desconectar del día a día como para reconectar con la naturaleza y descubrir el paisaje de la Sierra de Guadarrama. Concretamente en la localidad de Peguerinos, esta casa de anuncio ofrece la tranquilidad y descanso de un alojamiento rural sin renunciar a las comodidades de una vivienda de nueva construcción (donde destaca su cristalera y terraza).
Aunque es perfectamente posible no (querer) abandonar Casa Otea, es muy recomendable visitar los municipios cercanos y explorar las inmediaciones de la finca, como el Pantano de Peguerinos o el acceso forestal que lleva a la montaña directamente desde la entrada de la urbanización. Además de las rutas que proponen desde su web, puedes acercarte a Santa Maria de la Alameda a solo 10 minutos de distancia (y reservar para comer en sugerimos El Cuartel de Santa Maria) o conocer Zarzalejo (a 25 minutos en coche), donde se puede subir hasta la famosa Silla de Felipe II y reponer fuerzas después en Cote Café (con opciones vegetarianas).
Al Viento (Horcajuelo de la Sierra)
El otro rincón natural instagrameable por excelencia junto con el Hayedo de Montejo -en la Comunidad de Madrid- es el Parque Natural de la Tejeda Negra (en Guadalajara). También es, con seguridad, uno de los lugares más cercanos a la capital donde mejor disfrutar de los colores del otoño en todo su esplendor. El efecto de sus favorecedores tonos ocres, amarillos, anaranjados, marrones y rojizos se acrecentan en este hayedo Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2017. Además, el bosque cuenta con dos rutas principales que merece la pena coger para descubrir este paraje sin rumbo fijo: la Senda de Carretas y la del Robledal. Mientras que para la primera es necesario reservar acceso (y aparcamiento), la segunda es de acceso libre (aunque suele estar concurrida), por lo que es preferible consultar toda a información previamente en su página web.
De vuelta a Horcajuelo, un encantador pueblo en la Sierra del Rincón -entre Ayllón y Guadarrama- que huele a leña y donde el silencio está impregnado en el ADN de su atmósfera, desde los apartamentos de Al Viento se aseguran de que tengas todo lo necesario para una escapada rural perfecta; ingredientes para desayunar y/o almorzar en su cocina y la chimenea lista a la llegada. Además, los alrededores son perfectos para rutas en bici o a pie, entre las Minas de Plata, el Puerto de la Puebla o la Laguna del Salmoral (a unos 10 minutos en coche).
Si se quiere completar la experiencia, conviene reservar previamente en el restaurante Posada del municipio o acercarse hasta el pintoresco Montejo de la Sierra para comer en el El Rincón de Lalo, famoso en sus brasas, o reservar en el Bar Restaurante El Rincón, tras una vuelta por el municipio contiguo de Prádena, y cerrar una escapada culinaria de 10.
Parador de Alcalá de Henares, Madrid
A penas 50 minutos de la estación de Atocha (y algo menos en coche), Alcalá de Henares se presenta como un plan perfecto de fin de semana o de domingo algo más urbano, si el tiempo escasea. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, forma -junto al Monasterio y Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, el Paisaje Cultural de Aranjuez, el Hayedo de Montejo y el Paisaje de la Luz- una opción estupenda para descubrir un poco mejor la completa y bella región Madrid.
Por la mañana se puede pasear por su casco histórico, visitar la Casa de Cervantes -una casa ubicada en la esquina entre las calles Mayor y de la Imagen donde Cervantes nació un 29 de septiembre de 1547– entrar en la Catedral de los Santos Niños y hacer una parada para desayunar o merendar en Salinas, la histórica pastelería de la Plaza Cervantes que fue artífice del postre favorito de Alfonso XII: la costrada de Alcalá (aunque también se pueden pedir las famosas rosquillas, almendras garrapiñadas o su espectacular tarta de queso).
Después, tras una visita al Paraninfo de la Universidad (previa reserva con tour) y un paseo por el parque O’Donnell, apetece tomarse una caña con su tapa en la calle Mayor, o un vermú denominación en la nueva Taberna del Tío Melón. Para cenar, Fino, con una de las propuestas con mejor carta (y menú del día) de la ciudad, o Taberna 7 y su espectacular tortilla trufada son siempre recomendables. Además, el Parador cuenta con un renombrado restaurante La Hostería del Estudiante -ubicado en el edificio que da nombre a la Manzana Cisneriana-, y un cuidado café-bar en el edificio del hotel para conveniencia de los que pernocten en el hotel (y quieran probar su spa).
Si se cuenta con unas horas extra, no hay que perderse la visita el asentamiento de Complutum Renacida (con tour de Civitatis), en las afueras de la ciudad, para completar la escapada perfecta.