Las Islas Canarias son más conocidas entre los europeos del norte hambrientos de sol por sus complejos turísticos de gran altura, sus kilómetros de playas doradas y sus escapadas baratas en verano. Sin embargo, la biodiversidad de estas islas volcánicas es extraordinaria y ofrece mucho más que ver y hacer de lo que sugiere su reputación de lugares solares.
Situada a sólo 124 kilómetros de la costa noroeste de África, Lanzarote es una de las islas más secas del archipiélago. A menudo sufre episodios de calima, un viento fuerte y cálido procedente del Sáhara que trae altas temperaturas y reduce la visibilidad debido a las finas partículas de polvo en el aire.
Pero no es eso lo que da a Lanzarote su apodo de «Isla del Fuego«. La isla no ha experimentado una erupción volcánica en 200 años, pero eso es difícil de creer dado el calor que emana de los ennegrecidos campos de lava y los coloridos cráteres del Parque Nacional de Timanfaya.
Paisajes volcánicos
Los paisajes volcánicos de Lanzarote no se parecen a ningún otro lugar. Las erupciones del siglo XVIII han esculpido un paisaje lleno de coladas de lava solidificada, conos volcánicos y campos de ceniza.
En la costa dominan los colores negros y marrones, que se ven realzados por el blanco casi universal de las casas.
Pero hacia el interior, y especialmente hacia Timanfaya, el paisaje se vuelve casi de otro mundo. La oxidación de las rocas volcánicas ha creado un rico tapiz de rojos, naranjas y marrones, casi como si toda la cima de Lanzarote se estuviera oxidando.
El artista y arquitecto lanzaroteño César Manrique fue uno de los muchos que comparó el inquietante paisaje con Marte. Su amor de toda la vida por Lanzarote es una de las principales razones por las que la impresionante belleza natural de la isla está tan bien protegida hoy en día.
La arquitectura sostenible y el desarrollo urbano respetuoso con el medio ambiente son tendencias muy modernas, pero Manrique fue pionero en su isla natal.
Entre sus éxitos figuran las instalaciones para visitantes de las Montañas de Fuego, su propia «casa volcán» (hoy museo) y su exitosa labor de presión para impedir la construcción de hoteles de gran altura en la isla.
Visita al Parque Nacional de Timanfaya
Una visita al Parque Nacional de Timanfaya es imprescindible para cualquier visitante de Lanzarote. Comienza en el centro de visitantes de Mancha Blanca para una introducción audiovisual al parque.
Más adentro, el centro de Montañas del Fuego ofrece demostraciones del extraordinario calor que yace bajo la superficie. Guiados por expertos locales, los visitantes pueden sentir el calor de las rocas, ver cómo arde la maleza sólo por el calor y cómo el agua vertida en el suelo se convierte instantáneamente en potentes chorros de vapor.
Si visitas Lanzarote en un crucero por las Islas Canarias, es muy recomendable reservar una excursión organizada a Timanfaya. Los autobuses turísticos tienen prioridad en el pequeño aparcamiento, y pueden acceder a la «ruta lunar», un impresionante bucle de ocho millas alrededor de algunos de los paisajes más notables del parque.
Es posible llegar a Timanfaya en coche, pero hay que esperar largas colas para entrar en la zona de aparcamiento limitado. Los viajeros independientes no se perderán la ruta lunar, pero no es posible recorrerla en coche. En su lugar, el precio de entrada al parque incluye una excursión en autobús.
Para conocer de cerca el escarpado paisaje, se ofrecen caminatas guiadas y paseos en camello.
Degustar el vino de Lanzarote
El suelo volcánico de Lanzarote no es sólo una curiosidad, también es el secreto de los vinos únicos de la isla.
Los expertos vinícolas de la isla se han adaptado ingeniosamente al duro entorno, y siguen cultivando viñedos en fosos hundidos rodeados de muros de piedra, sin apenas añadir agua en esta isla famosa por su sequía.
Este método protege las vides de los vientos, mientras que la ceniza ayuda a capturar y retener la humedad. El resultado es una selección de vinos inconfundibles, sobre todo los blancos de uva malvasía, conocidos por su sabor vibrante.
Una visita a una de las bodegas de Lanzarote ofrece la oportunidad de degustar estos vinos excepcionales y conocer las técnicas empleadas en su elaboración.
Varias de las bodegas en las que podrás degustar el vino se encuentran a poca distancia en coche del parque nacional, con el paisaje volcánico proporcionando un espectacular telón de fondo a su experiencia de cata de vinos.