Rodeadas de aguas cristalinas, las Islas de Tahití ofrecen una belleza natural y una cultura realmente singulares. El destino es conocido por sus playas de arena blanca, sus lagunas turquesas y por una riqueza paisajística que engloba desde atolones de coral hasta picos volcánicos. Y todas las islas están unidas por el «Mana«, esa energía vital, esa fuerza espiritual que envuelve la vida cotidiana de los polinesios.
Desde hace décadas estas islas han sido el destino soñado de numeras parejas de recién casados de todo el planeta y de tantos buscadores de vacaciones tranquilas en lugares remotos. Un destino ideal en el que olvidarse de todo tipo de preocupaciones disfrutando de un viaje pausado. Pero Tahití y sus islas son también un lugar idóneo para amantes de la Naturaleza, con mayúsculas, aprovechando la respetuosa forma en que, por lo general, ha desembarcado aquí la industria turística.
Por ejemplo, sin necesidad de alejarse de la playa en las islas de Tahití se puede contemplar el paso de la ballenas. Aunque, sin duda, la mejor forma de verlas es apuntarse una excursión de avistamiento en barco y, para los más atrevidos, nadar junto a ellas. Otra opción para admirar el comportamiento de estos imponentes animales es hacerlo desde los miradores naturales que hay en cada isla.
Moorea, Tahití y Bora Bora son lugares excepcionales para el avistamiento de estas criaturas. Pero la mejor opción es Rurutu, conocida como “la isla de las ballenas” y ubicada en las Islas Australes, a casi 600 kilómetros de Tahití. Allí, estos enormes mamíferos se sienten seguros para sacar adelante a sus crías recién nacidas, debido a que la temperatura de las aguas, que oscila entre los 21 ºC y 27 ºC, es la ideal para los primeros meses de vida de estos fascinantes animales marinos.
Además, la isla de Rurutu alberga el mayor santuario marino del mundo: Rahui Nui, un refugio que acoge diferentes especies de mamíferos marinos protegidos, corales y algas.
La mejores formas de avistamiento
Existen varias opciones para el avistamiento de ballenas, desde excursiones que duran medio día o una jornada completa, hasta cruceros específicos que realizan un recorrido de varios días por distintas islas. Los barcos están especialmente diseñados para este tipo de actividades, y los pasajeros son acompañados por guías que ilustran sobre ésta y otras especies marinas que también pueden avistarse aquí, como los delfines.
Bucear junto a las ballenas es una vivencia excepcional, altamente recomendable para los más intrépidos. Aquellos que han tenido el privilegio de hacerlo lo describen como una aventura mágica, asombrosa e inigualable. Permite admirar su grandioso tamaño (incluso las crías recién nacidas tienen un imponente tamaño). Lo más deslumbrante es ver nadar a las crías junto a sus madres, que pesan 40 veces más que ellas y pueden superar los 15 metros de longitud. Sorprende ver la ligereza y solemnidad con la que se mueven dentro del agua. Igualmente recomendable es contemplar desde la cubierta del barco a los machos, que ofrecen un espectáculo extraordinario cuando saltan fuera del agua y golpean la superficie con sus poderosas aletas.
La observación de ballenas es una actividad regulada de forma estricta en la Polinesia Francesa. Solo los profesionales acreditados están autorizados a organizar excursiones y, además, deben renovar esa acreditación de forma anual. Además, en estas islas rigen desde hace años los rāhui, es decir, prohibiciones de explotación de determinados ecosistemas, con el fin de regenerarlos.
Como fruto de este cuidado de la naturaleza, las islas de la Polinesia Francesa están calificadas como un santuario de vida salvaje. Así, está prohibida la pesca de arrastre, lo que le ha valido el galardón de la asociación internacional WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), dedicada a la preservación del medio ambiente.
Cabe destacar que el compromiso de Las Islas de Tahití con el medio ambiente se ve reflejado en su estrategia Fāri’ira’a Manihini 2027 (FM27), que apuesta por el desarrollo de un turismo inclusivo y sostenible y que se alinea con parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU contemplados en la Agenda 2030.