Una vez terminadas las conmemoraciones del aniversario del Día D (el Desembarco de Normandía), los llamados «líderes del mundo libre» se han dirigido a Italia para la celebración de la conferencia del G7. Tenían mucho que discutir: por ejemplo, las próximas elecciones en Francia y el Reino Unido, las recientes elecciones al Parlamento Europeo y, por supuesto, la situación en Ucrania y Palestina.
El presidente estadounidense Joe Biden, el primer ministro del Reino Unido, Rishi Sunak, y el presidente Macron de Francia se han recluido tras los muros cuajados de buganvillas del complejo turístico más célebre de Apulia: abierto en 2010, el diseño de Borgo Egnazia emula a un pueblo tradicional de la región, aunque con un restaurante con estrella Michelin, un amplio spa y uno de los mejores clubes de golf de Italia. También un beach club.
En comparación con la costa de Amalfi, la de Apulia es relativamente desconocida. Allí Polignano a Mare tiene una vistas magníficas, con acantilados de arenisca sobre los que se asientan casas e iglesias románicas y que parecen flotar sobre un mar de un azul profundo. Allí el restaurante Grotta Palazzese, tras una discreta puerta, se adentra en una cueva en la que rompen las olas del Mediterráneo.
La capital de Apulia es Bari, una ciudad estudiantil algo irreverente, que es un foco cultural para la región. En su fisonomía se mezclan restos romanos, un recoleto casco antiguo donde las none siguen elaborando y vendiendo pasta en mesas sobre caballetes en la misma calle y, por supuesto, muchas iglesias. San Nicolás, cerca del puerto, es un imponente templo normando construido sobre una iglesia ortodoxa griega.
Según dice Daniela Ficarella, de la empresa Indigenus Tours, “Bari se ha transformado en los últimos 20 años. Siempre presumió de una excelente gastronomía, pero ahora también cuenta con hoteles boutique, incluido Vis Urban Suites & Spa, eventos culturales como el Festival de Piano de Bari y uno de los mejores centros de ópera de Italia: el Teatro Petruzzelli”.
Para muchos, la magia de Apulia está en sus pueblos más auténticos, salpicados de los característicos trulli de la región: pequeñas construcciones con techos cónicos y diseñados, según la leyenda de Apulia, para ser fácilmente desmantelados cuando los inspectores de Hacienda estuvieran cerca. Ostuni y Alberobello atraen a multitudes de visitantes, pero Conversano tiene un encanto más pausado. Aquí destacan las casas de piedra caliza y toba blanca blanqueadas y los largos veranos.
Apulia está muy ligada a la tierra y a todas las cosas buenas que vienen de ella. Los 60 millones de olivos de la región, tanto silvestres como cultivados, superan holgadamente a la población humana, que apenas llega a los cuatro millones. La calidad de sus frutas, verduras y vides (el vino Primitivo encarna perfectamente el carácter extrovertido y bravo de Apullia) es famosa en toda Italia.
En el campo también hay magníficos hoteles. “El Furnirussi Tenuta, de gestión familiar, tiene la mayor plantación de higos ecológicos de Europa. También me encanta el Paragon 700, en Ostuni, con sus frescos, y el ecléctico Castle Elvira. Los hoteles en Apulia tienden a combinar el encanto rústico con un toque de sosfisticación», dice Lulu Townsend de The Hotel Guru.
Y continúa: «tanto si se opta por una masseria restaurada, una casa repleta de arte, un castillo reformado o uno de los sencillos e icónicos trulli, siempre se experimentará una hospitalidad incomparable, porque los habitantes de Apulia son famosos por su calidez, atención personalizado y su entusiasmo”.
Este tema es un extracto del publicado en Forbes.com. Para leer la versión original solo hay que pinchar aquí.