Llega el verano a Nueva York y, con él, la temporada de fiestas y festivales, de azoteas y calle, de almuerzos y fines de semana más largos. El ritmo de la ciudad puede que afloje algo, pero la afluencia de turistas aumenta. La Oficina de Turismo de la ciudad de Nueva York estima que los cinco distritos de esta mega urbe recibirán 64,5 millones de visitantes en 2024. Por lo tanto, lo normal es que muchos de los conocidos atractivos de ciudad estén más que concurridos.
Quien quiera disfrutar de algunos de los lugares más definitorios de Nueva York pero sin tener que lidiar con las multitudes, aquí tiene una lista de excelentes alternativas que conviene tener en cuenta.
Governors Island en lugar de la Estatua de la Libertad
Un viaje en ferry para visitar a Lady Liberty parece algo obligado en Nueva York. Por eso, con independencia de la fecha elegida para venir a esta ciudad, lo normal es encontrar colas y colas en torno a Battery Park y, luego, también a la vuelta.
En lugar de eso, ¿por qué no tomar el ferry en otra dirección y pasar el día en Governors Island? Allí se puede disfrutar también de las vistas a la Estatua de la Libertad, mientras se recorre esta isla de unas siete hectáreas.
También puede alquilar una bicicleta de playa en Blazing Saddles y explorar las impresionantes obras de arte urbano y, luego, degustar las propuestas de los food trucks que aparecen, sobre todo, durante los fines de semana
Prospect Park, la alternativa a Central Park
Si resulta imposible encontrar un par de metros cuadrados para poner una manta de picnic en el Great Lawn de Central Park, siempre es posible dirigirse al «patio trasero de Brooklyn»: Prospect Park. Los arquitectos paisajistas Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux diseñaron ambos parques. Pero hay una diferencia: el espacio verde de Brooklyn ofrece más libertad. La pradera Long Meadow ocupa casi una milla del flanco oeste de Prospect Park, lo que garantiza suficiente espacio para la manta de picnic y para mucho más.
Los más de dos kilómetros cuadrados de superficie de este parque ofrecen suficientes actividades para disfrutar de un fin de semana entero. Si se visita el sábado, se puede pasar por los más de 30 puestos del mercado agrícola a la entrada de Grand Army Plaza y allí abastecerse para el picnic. Y todos los días, excepto el lunes, está la oportunidad de disfrutar de las flores de finales de primavera en el Jardín Botánico de Brooklyn.
El museo Cooper Hewitt en lugar del MoMA
El Museum of Mordern Art (MoMA) cuenta con una de las mejores colecciones de arte moderno del mundo. Pero, sobre todo en fines de semana, la visita implica colas de una hora y multitudes que se codean para ver un Van Gogh. Por contra, el Museo de Diseño Cooper Hewitt Smithsonian del Upper East Side suele pasar desapercibido para la mayoría de los turistas.
El edificio emblemático, una mansión de 64 habitaciones con la fachada cubierta de hiedra, es en sí misma una obra de arte y una pieza de la historia de Manhattan. Sus fondos relacionados con el diseño, tanto histórico coo contemporáneo, van acorde con su elegante exterior. Más de 215.000 objetos y una tienda de regalos que rivaliza con la del MoMA. Quien prefiera no pasar un día soleado dentro de un museo, el Cooper Hewitt cuenta con un hermoso jardín al aire libre frente a Central Park.
El pub EJ’s Luncheonette, frente a JG Melon
Desde hace tiempo, JG Melon es el local más conocido del Upper East Side. Pero solo acepta pagos en efectivo y es célebre la cola de comensales que esperan en la calle en busca de una de las mejores hamburguesas de la ciudad. Frente a esta opción hay otra institución gastronómica de Manhattan y está a solo un minuto.
Durante casi cuatro décadas, EJ’s Luncheonette ha continuado con orgullo la tradición neoyorquina de servir un menú sencillo en la barra. Pero no hay que dejarse engañar por su imagen tradicional. Frente a la nostalgia que pueden provocar sus mesas de formica y los reservados color turquesa, el menú sorprende con sus toques modernos. Además de las hamburguesas tradicionales y los sándwiches abiertos de pastrami, aquí hay deliciosas alternativas vegetarianas. Y se puede pagar con tarjeta de crédito.
Monkey Bar como alternativa a Bemelmans
A menos que uno se hospede en el Hotel Carlyle, con sus cuatro estrellas en la Forbes Travel Guide, conseguir mesa en su bar Bemelmans (famoso por su personal vestido de rojo, su ambiente Art Déco y los extravagantes murales de Ludwig Bemelmans) es casi imposible.
Afortunadamente, en Manhattan no faltan alternativas para tomar un buen cóctel o combinado. Un local con el mismo estilo de la era Mad Men es el Monkey Bar de Midtown, que lleva sirviendo sus martinis Vesper a adinerados clientes sentados en taburetes de cuero rojo desde 1936. Aquí también se puede admirar un llamativo mural que representa a algunos de sus clientes históricos, como F. Scott Fitzgerald, Dorothy Parker y Fred Astaire. Y, a diferencia de Bemelmans, Monkey Bar acepta reservas.
Este tema es un extracto del publicado en Forbes.com. Para leer el original solo hay que pinchar aquí.