El Ayuntamiento de Ámsterdam ha tomado una posición firme frente al turismo masivo al limitar la construcción de nuevos hoteles en la mayoría de sus distritos. Esta medida se justifica en la búsqueda de la sostenibilidad y la mejora de la calidad de vida. Iniciada en 2016, la medida ha evolucionado desde entonces con algunas lagunas y excepciones, pero ahora se aplicará de manera permanente.
Este paso refleja el compromiso asumido hace tres años por el Consistorio tras una iniciativa ciudadana que instaba a limitar el flujo de visitantes si las pernoctaciones anuales superaban los 20 millones. En 2023, se registraron 20,6 millones de pernoctaciones, lo que llevó a las autoridades locales a tomar medidas. En virtud de esta nueva normativa, solo se permitirá la construcción de un nuevo hotel si se cierra otro, con el objetivo de no aumentar la oferta de plazas y promover la sostenibilidad.
Ámsterdam, con sus 541 hoteles y unas 40.000 habitaciones, busca mantener un entorno habitable para sus cerca de 935.000 habitantes y contrarrestar los efectos negativos del turismo desmedido en ciertas áreas urbanas. El Consistorio aspira a unir el desarrollo responsable con la rentabilidad, colaborando con líderes del sector dispuestos a innovar. Se enfocan en este objetivo sin culpar a los viajeros, reconociendo que una economía turística sostenible demanda un cambio generalizado en mentalidad y acción.
Por otro lado, si consideramos también a los huéspedes de campings y parques vacacionales, la cantidad total de visitantes en el país llega a los 49.7 millones de personas, representando un incremento del 8% respecto al año anterior, según datos de la Oficina Central de Estadística (CBS). Además, la CBS informa que en 2022, el gasto turístico ascendió a 96.000 millones de euros, contribuyendo al 3,7% de la economía nacional.
El Consistorio ha señalado todas estas afirmaciones en un documento, donde han mostrado además su preocupación por la ecología de la capital neerlandesa: “Hay barrios donde se oye cantar a los pájaros y otros donde hay demasiado ruido ambiental y suciedad en la calle debida al flujo turístico. Para que la capital neerlandesa siga siendo atractiva y sostenible, los cambios tienen que ser beneficiosos para residentes, empresarios del sector y visitantes sin afectar al precio de la vivienda y la vida cotidiana».