Esta noche la publicación Tapas Magazine, editada por SpainMedia, entrega el reconocimiento como Chef of the Year 2024 al cocinero danés Rasmus Munk. El que, sin duda, es uno de los grandes referentes de la alta cocina internacional, lleva desde 2015 seduciendo a los paladares más selectos (y dispuestos a la experiementación) en su restaurante Alchemist de Copenhague.
No debería haber sorpresa con este nombramiento. Hace décadas que los países del Norte de Europa se han posicionado en el mapa de la alta gastronomía internacional de una forma arrolladora. Solo hay que mirar el palmarés, en los últimos tiempos, de los más prestigiosos certámenes culinarios: del Bocusse d’Or a The World 50’s Best Restaurants y, por supuesto, la Guía Michelin.
De todas las ciudades del Norte de Europa, la que con seguridad brilla con más fuerza dentro de la alta cocina es Copenhague. Allí, a principios del siglo actual se produjo una auténtica revolución auspiciada por los cocineros Claus Meyer y René Redzepi (éste discípulo de Ferran Adrià en El Bulli), con su mítico restaurante Noma, que tantos ríos de tinta hizo correr en medios de comunicación de todo el mundo.
Su trabajo y tan mediática repercusión pusieron a Copenhague no solo en el mapa de los deseos de los más gourmet, también despertaron la curiosidad de muchas personas que, hasta entonces, solo asociaban la capital danesa con la estatua de La Sirenita y, si acaso, el centenario parque de atracciones del Tívoli.
Heredero, continuador y evolucionador de aquel legado, el cocinero Rasmus Munk despierta la admiración de todo el mundo gastro actual gracias a esa experiencia tan, tan satisfactoria que es Alchemist. Munk no solo es un continuador de los logros de Noma. Este danés también se declara absoluto admirador de El Bulli y de Ferran Adrià, aunque lo cierto es que, por juventud, no pudiera vivir en primera persona lo que el restaurante de Cala Montjoi supuso para la historia.
Da igual eso: su curiosidad, su innata necesidad de conocimiento y experimentación a través del mundo de los sabores, han llevado a Rasmus Munk a ser un referente fundamental de la alta cocina mundial. Y, por eso, le llueven los reconocimientos. sin ir más lejos, el Chef of the Year que recibe esta noche.
Y después de comer…
Quien tenga la suerte de asistir al magnífico espectáculo sensorial que supone participar del ritual en Alchemist no debería dejar pasar la oportunidad de pasear luego por Copenhague, ciudad por otro lado muy asequible en tamaño y con amplias zonas peatonalizadas. Sobre todo, ahora en primavera y durante el verano, sin duda las épocas más agradables para la visita.
Algunos de los lugares que, este restaurante aparte, justifican este viaje a Copenhague son éstos:
Nyhavn, el nuevo-viejo puerto
En torno a lo que fue el «Puerto Nuevo» de la capital, en realidad un canal que se adentra en el corazón histórico, hay un buen puñado de restaurantes y cafés con terraza (siempre que el tiempo acompañe). Construido en el siglo XVII, hoy el puerto, como tal, ha perdido su función comercial, pero desde aquí parten varias de las excursiones en barquitos panorámicos que recorren el resto de canales de la ciudad.
Una curiosidad: el vecino histórico más conocido de Nyhavn fue Hans Christian Andersen, que vivió en los portales 6, 8 y 20. Fue aquí donde escribió algunos de sus más célebres cuentos infantiles, entre ellos La princesa del guisante.
Stroget, la peatonal más larga del mundo
La calle Stroget recorre todo el centro histórico de Copenhague. Repleta de cafés, restaurantes, tiendas y museos se extiende durante más de 1 kilómetro. Y lo mejor: es completamente peatonal. Así que es fácil entender que este es uno de los lugares preferidos para el paseo, tanto de la población local como de quienes visitan la ciudad.
A lo largo de la caminata salen al paso también algunas de las plazas más agradables y con más sabor e historia de Copenhague: Nytorv, Hojbro Plats, Grabrodretorv y Kongens. Esta última, la más monumental de todas y donde en encuentra el prestigioso Teatro Real.
Slotsholmen
Esta isla, situada en medio de uno de los canales más grandes de Copenhague, es una delicia para quienes amen pasear y admirar, al tiempo, la arquitectura histórica. Aquí, por ejemplo, están el Palacio de Christianborg, sede del Parlamento; la Bolsa y, sobre todo la Biblioteca Real Danesa.
Se trata de la más grande del Norte de Europa y ocupa varios edificios. El más llamativo de todos ellos es el llamado «Diamante Negro» porque su fachada está recubierta de brillantes losas de mármol de ese color. La biblioteca es visitable y, de hecho, se trata de uno de los lugares con mayor tiempo de apertura diaria en la ciudad: en invierno, hasta las 21 horas.
Jardines de Tívoli
Es cierto que el que está considerado como uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo (abrió sus puertas en 1843) no puede presumir de las emociones más trepidantes para los amantes del género. Y eso que en los últimos años ha llegado alguna que otra atracción mecánica de última generación…
La realidad es que al Tívoli se viene a pasear, a dejarse llevar por el encanto de sus jardines, lagos, puestos de golosinas y viejas atracciones que hoy dibujan sonrisas en la cara (por su inocencia). También por la gastronomía. De hecho, aquí están algunos restaurantes históricos que, de alguna forma, anticiparon la actual revolución gastro del Norte. Por ejemplo, Fru Nimb, que ocupa un palacio que recrea el estilo árabe, o el situado en la Pagoda japonesa.
Torre Redonda
Situada también en el centro, esta torre del siglo XVII se levantó como observatorio astronómico por orden del rey Christian IV. A su bonita arquitectura exterior suma una particularidad que la hace muy interesante: en lugar de escaleras, a lo alto de la torre se accede a través de una rampa continua en forma de caracol.
Hoy es uno de los mejores puntos panorámicos de la ciudad. Un lugar magnífico para comprender la extensión y singularidad de esta ciudad de canales y mar. Y también de su magnífica cocina.