Filadelfia, Baltimore, Nueva York, Lancaster… Hasta ocho ciudades fueron capitales de Estados Unidos en algún momento de su historia antes de que Washington D.C. fuera designada como tal de forma permanente en 1800. Ubicadas todas ellas en la costa este, se trata de urbes que desempeñaron un papel clave en la constitución del país y tienen mucho que ofrecer al visitante.
Este tipo de turismo cultural e histórico se encuentra en plena expansión, tal y como señala el informe “Perspectivas del mercado del turismo cultural (2023-2033)”, de Future Market Insights. La demanda global, de acuerdo con este estudio, aumentará a un ritmo constante del 14,4 % durante los próximos diez años. A finales de 2033, el valor del mercado mundial del turismo cultural se situará en torno a los 23000 millones de dólares.
Filadelfia (Pensilvania)
La actual capital de Pensilvania es la ciudad en la que se reunieron los padres fundadores de Estados Unidos y donde, en 1776, firmaron la Declaración de Independencia. Y en 1787, la Constitución. Tres edificios fueron sede en diferentes momentos, entre 1774 y 1800, de lo que hoy se puede considerar el Congreso de Estados Unidos, de los que destacan Carpenters Hall y Independece Hall, en el Parque Nacional Histórico de la Independencia, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. Ambos, de estilo georgiano, con sus características fachadas de ladrillo rojo, reciben cientos de miles de visitantes al año. Independence Hall albergaba la icónica Campana de la Libertad, que actualmente se exhibe en el cercano Liberty Bell Center. Su toque, al parecer, marcó la lectura de la Declaración de Independencia.
Filadelfia, además, cuenta con múltiples puntos de interés. Es la cuna del mítico y ficticio Rocky, cuya pista se puede seguir por distintos lugares como The Rocky steps, la escalera del Museo de Arte de Filadelfia. Este centro expositivo también merece una visita reposada dado lo extenso de su colección, con joyas de la cultura occidental y de Asia, y que cuenta con cuadros de maestros pictóricos de la talla de Botticelli, Rubens, Van Eyck, El Bosco o El Greco, entre muchos otros artistas de primer nivel.
Como toque gastronómico, en la ciudad se puede degustar el clásico Philly Cheesesteak sándwich. Su receta original data de 1930 y pronto se convirtió en algo tan popular que cuenta hasta con su propio día nacional, el 24 de marzo.
Baltimore y Annapolis (Maryland)
Baltimore jugó un papel clave en la Revolución estadounidense. El Congreso se reunió en Henry Fite House, entre diciembre de 1776 y febrero de 1777, lo que convirtió a esta ciudad costera en la capital de los Estados Unidos durante ese periodo. Henry Fite House, una mansión de estilo georgiano, quedó destruida en un incendio posterior a esta época, pero trazas y múltiples objetos de esta parte de la historia de la ciudad y del país se pueden contemplar en el Maryland Center of History and Culture, de obligada visita. El viajero debe también internarse por las zonas de Inner Harbor, Little Italy, Fells Point, Federal Hill y Mount Vernon, y darse un buen paseo por el puerto. Imprescindible subir a Federal Hill Park, un área verde en lo alto de la colina que da nombre al barrio, desde donde se divisa una preciosa vista del puerto de Baltimore y del Inner Harbor.
Annapolis, por su parte, es la actual capital del estado de Maryland y acogió al Congreso en Maryland State House, entre 1783 y 1784, apenas nueve meses. Es una pequeña ciudad costera a 50 km al sur de Baltimore. Lo reducido de sus dimensiones permite conocerla a pie, en un agradable paseo que llevará al visitante al Distrito Histórico Colonial, el lugar de Estados Unidos con mayor número de edificios del siglo XVIII, ya que se conservan unos 120, y que la hizo merecedora del título National Historic Landmark District, en 1965. Destacan edificios como el mencionado Maryland State House, St Anne ‘s Church, Government House o la Academia Naval, así como multitud de casas privadas con preciosas fachadas georgianas.
Annapolis cuenta también con un monumento a Kunta Kinte, de la novela Raíces; un personaje inspirado en un antepasado del escritor Alex Haley que fue secuestrado en Gambia a mediados del siglo XVIII y llevado hasta Annapolis para ser vendido como esclavo. Además, la ciudad cuenta con el interesante Banneker-Douglass Museum, sobre la historia afroamericana.
Lancaster y York (Pensilvania)
Lancaster fue sede del Congreso un único día, el 27 de septiembre de 1777, en Court House, lo que fue suficiente para ser considerada una de las capitales temporales de Estados Unidos. Sin embargo, si por algo es famoso el condado de Lancaster es por ser el territorio Amish por antonomasia. Los amish son un grupo etno religioso protestante anabaptista que llevan un estilo de vida sencillo alejado de las comodidades modernas, como fielmente refleja la película Único testigo.
Es interesante visitar la Casa Museo Amish, para después perderse por las carreteras del condado si se quiere vivir la más auténtica de las experiencias. Otro de los atractivos de Lancaster son los puentes cubiertos de madera, toda una reliquia.
York, por su parte, fue capital del estado entre 1777 y 1778 y cuenta con atractivos como York County Colonial Complex, un complejo museístico que incluye el edificio más antiguo de la ciudad, del siglo XVIII, y una réplica del palacio de justicia donde el Congreso Continental aprobó los Artículos de la Confederación (la primera Constitución de la nación) en 1777, lo que para algunos expertos hace de York la verdadera primera capital del país. También cuenta con una estatua en reconocimiento al Marqués de Lafayette, figura clave en aquellos años.
Princeton y Trenton (Nueva Jersey)
Princeton, sede de una de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, merece un salto desde la Gran Manzana. En apenas un día se podrá disfrutar del ambiente de las calles en torno a Nassau Street, repletas de restaurantes y con trasiego permanente de estudiantes. De obligada visita es la universidad, llena de edificios con historia y de zonas verdes de postal.
En ella también es posible visitar el Morven Museum and Garden, a cinco minutos a pie del centro. Esta mansión del siglo XVIII y sus jardines pertenecieron a Richard Stockton, uno de los firmantes de la Declaración de Independencia. La ciudad tuvo el honor de ser la capital de Estados Unidos durante unos meses en 1783.
Trenton, por su parte, es la actual capital de Nueva Jersey y fue capital de Estados Unidos durante dos meses, en 1784. A pesar de su proximidad a la zona metropolitana de Nueva York y al Valle de Delaware, Trenton tiene una identidad muy propia. De visita obligada es New Jersey State Museum, que ofrece colecciones y exposiciones sobre ciencia, historia y artes. Además, el museo explora la diversidad natural y cultural de Nueva Jersey.
Otro punto de interés es Trenton Battle Monument, una columna de 46 metros, en Five Points. La casa más antigua en Trenton es la de William Trent, fundador de la ciudad. Utilizada como residencia por tres gobernadores, ahora es un museo que acoge a miles de visitantes cada año.
Nueva York
Evidentemente Nueva York es la joya de la corona de las capitales de Estados Unidos, con permiso de Washington. Ciñendo la visita a su aspecto histórico, la Gran Manzana fue capital de la nación entre 1785 y 1788 y en ella se elevó el primer capitolio de los Estados Unidos y fue el escenario de la investidura de George Washington en 1789. Se trata del Federal Hall, localizado en Wall Street 26. El edificio original fue destruido en el siglo XIX y reemplazado por el actual, que sirvió como la primera Cámara de Transacciones. Hoy, Federal Hall National Memorial, como es conocido por los estadounidenses, está bajo la custodia de National Park Service como museo conmemorativo.
Y una vez cumplimentada la visita a estos espacios, el límite para el viajero en Nueva York es el infinito y merecería ríos de tinta: museos, avenidas, restaurantes, tiendas, Central Park, rascacielos… Mil y una visitas no serán suficientes para descubrir todos los tesoros de esta ciudad apasionante, aunque merece la pena intentarlo una y otra vez en la vida.
Washington D.C
Este periplo por la historia de la constitución de Estados Unidos como nación tiene una meta final: Washington D. C., capital del país desde el año 1800. Las paradas para el viajero son incontables e imponentes: el Capitolio, el monumento a Abraham Lincoln, el monumento de Washington, el monumento a Jefferson, el Cementerio Nacional de Arlington… Y, además, la ciudad alberga otros muchos imprescindibles como el Smithsonian, que cuenta con el Museo Nacional del Aire y el Espacio, el National Museum of Natural History o el Museum of American Art, entre otros.
El punto final de esta ruta es la Casa Blanca, con sus más de 200 años de historia. Recorrerla requiere una planificación previa con bastante antelación y como visitante internacional hay que consultar con la embajada propia en Washington D.C. Todos los recorridos por la Casa Blanca son gratuitos pero se hallan sujetos a cancelaciones de última hora ya que dependen del programa oficial de la residencia del Presidente de Estados Unidos.
Lo mejor de todo esto es que desde España (Madrid y Barcelona) se puede llegar fácilmente a todas estas ciudades, en un tiempo de viaje bastante razonable. Por ejemplo, con los vuelos diarios de Delta Air Lines y haciendo escala en Nueva York (aeropuerto JFK).