Opinión Isabel de Jorge

El síndrome del Impostor, más vértigo que orgullo es lo que sentí cuando me promocionaron

Liderar una organización no es solo cambiar tu título en LinkedIn. Es asumir la responsabilidad de marcar el rumbo, inspirar a un equipo, y sobre todo hacerlo crecer.

El miedo al folio en blanco vinculado al síndrome del impostor. Foto: Getty.

Hay dos cosas que me ponen muy nerviosa: los portazos y el folio en blanco. Si además el objetivo es compartir una historia personal y no eres [el famoso psiquiatra y filósofo] Viktor Frankl, el reto se multiplica.

Es domingo por la mañana y estoy sentada en el salón de casa, ordenador en ristre, con el sol de otoño de Bilbao entrando por la ventana. He comprado flores y huele a café, hay momentos mejores en la vida, pero son pocos.

Mi historia empieza hace apenas seis meses, después de una etapa un poco convulsa que incluyó una pandemia, un cáncer de mama, un divorcio y alguna aventurilla más. Cuando me promocionaron como directora general de una compañía de seguros especialista en el sector inmobiliario y de la construcción, sentí una mezcla de orgullo y vértigo. Más vértigo que orgullo, para ser honesta, y ahí sigue instalada esa sensación, el famoso síndrome del impostor que a ratos me desazona y me obliga a desconectar y reconectar para pensar con libertad.

“Salir de la zona de confort” suena muy bien en los libros de autoayuda, pero en la vida real significa que tu sofá mental desaparece y te toca improvisar en campos incómodos que no dominas. Siempre he tenido responsabilidades comerciales, pero ahora que voy a pocas reuniones con clientes, a veces pienso en qué momento se fastidió todo y dejé un trabajo que me encantaba para sumergirme en nuevo universo de temas que a menudo me frustran, aunque también me retan y eso es muy importante.

«La vaca sin cencerro»

En estos meses confieso que me he sentido a veces como la “vaca sin cencerro” de nuestra Chus Lampreave, esa imagen que ilustra a la perfección el sentimiento de desorientación, de estar fuera de lugar. Por eso me concentro en ideas que me ayudan a reconectar y que ahora os comparto. 

Liderar una organización no es solo cambiar tu título en LinkedIn, es asumir la responsabilidad de marcar el rumbo, inspirar a un equipo, y sobre todo hacerlo crecer, con el foco puesto en decisiones que deben contribuir al crecimiento sostenible y rentable del negocio.

También, escuchar a los clientes, esos que siempre todos decimos que ponemos en el centro, pero a menudo desoímos; comprender qué necesitan, cómo podemos acompañarlos y qué soluciones proponerles que aporten valor es lo que da sentido a cada decisión que tomamos.

Ser referente para otras mujeres

Como mujer, en un sector tradicionalmente masculino, liderar una compañía supone asumir la responsabilidad de ser referente para otras mujeres, trabajar para promover condiciones de trabajo más flexibles que nos permitan conciliar, acompañar y dar visibilidad al talento femenino. Las mujeres que estamos en puestos en los que podemos hacer que pasen cosas y que además tenemos al lado hombres que comparten nuestra visión, debemos alzar la voz y trabajar por un entorno laboral más justo.

Tengo en cuenta el valor de la paciencia así como la importancia de pasar a la acción. Porque en un mundo en el que la inmediatez se ha convertido en un principio absoluto, la paciencia es fundamental para crear organizaciones consistentes y competitivas, pero llegado un momento hay que pasar a la acción, aún con dudas. Y normalizar la duda, porque dudar, dijo Aristóteles, es el principio de la sabiduría.  

En mi trayectoria profesional siempre he tenido claro que el equipo es el pilar básico sobre el que se construye el éxito. Me cuesta delegar, por eso me repito a mí misma que mi rol no es saberlo todo, sino crear el entorno adecuado de confianza para que cada persona aporte lo mejor de sí y se sienta parte de nuestro proyecto común.

Y finalmente comprender que ser auténtico es casi mejor que ser perfecto. Que no importa lo que dices, importa lo que haces. Que necesitas transmitir coherencia para ser creíble. Y sobre todo, lo importante que es desconectar, mi gran reto, entendiendo que el verdadero éxito es disfrutar trabajando.

*Isabel de Jorge, Directora General de ASEFA, SMA SA, Sucursal en España.