La familia Roy está suscrita a Forbes (esta publicación se deja ver en el despacho de uno de los personajes principales, donde él mismo resulta ser la portada en la versión americana) pero en esta tribuna nos vamos a centrar en dos féminas que también se disputan el poder de este gigantesco conglomerado de medios de comunicación.
Ni violencia, ni desnudos. Tampoco hacen falta para derrotar a los semejantes si te van los privilegios (o el acceso a los mismos) en el camino. En la serie, el poder se ejerce desde el lenguaje, que en ocasiones se dispara y es capaz de atravesar la carne, como cualquier otro balazo. Como buena comedia dramática satírica que es.
Shakespeare podría haber estado detrás del guión (la familia se quiere, pero no duda en conspirar y traicionar a sus miembros), pero la gloria se la ha llevado, en esta ocasión, otro británico: Jesse Armstrong.
Aquí, el hilo conductor y pregunta primordial es: ¿quién va a suceder a papá, Logan Roy?
Las bambalinas del poder en empresas familiares las conocen bien el 12% de CEOs o directoras generales que ejercen este rol en nuestro país.
En España, hay 1,1 millones de empresas familiares y estas dan empleo a algo más de 6 millones de personas, según datos aportados por el Instituto de la Empresa Familiar. Por su parte, la consultora de empresas familiares Family Business Solutions también analizaba el papel de las mujeres en la dirección de esta tipología de compañías, hasta llegar a varias conclusiones, como ese punzante 12,1%, algo inferior a la cifra femenina de puestos directivos de responsabilidad (33,8%) o en el Consejo de Administración y/o Asesor (27,9%), mucho más clara en las grandes ciudades.
Salvando las distancias, recientemente, en nuestro país hemos vivido un caso de sucesión laboral desde el núcleo familiar. El anuncio de Marta Ortega (licenciada en Empresariales -especializada en empresariado internacional por la European Business School de Londres-), heredera de Amancio Ortega, hasta entonces dueño y señor de Grupo Inditex, como nueva Presidenta de la compañía. Esta ejecución tambaleó la Bolsa e hizo caer algo más de un 6% las acciones de la compañía, ese mismo día. 24 horas después, la cotización había recuperado un 4,53%, estabilizándose los meses posteriores. La diferencia entre Marta Ortega y Shiv Roy (interpretada por la actriz Sarah Snook), única hija de Logan Roy en Succession, es que la primera ha enfocado su formación y su carrera, por completo, a desempeñar un papel relevante en Inditex.
Como Marta, Shiv es la hija menor. Choca ese acercamiento idealista cuando arranca asesorando a un político progresista en la Gran Manzana para, pronto, regresar al calor del entorno empresarial familiar. Fuera de casa hace frío, Shiv.
En el caso de Shiv, no choca, sin embargo, que su padre y hermanos utilicen la carta sentimental contra ella, constantemente: “Estás siendo demasiado sensible con esto… ser mujer en esto es una desventaja” y un largo etcétera que dinamita, no en pocas ocasiones, el cinismo del que goza este personaje, que, por cierto, se ha convertido en un icono de estilo. Probablemente, de lo poco referente a imitar si, como la mayoría, intentamos abrirnos camino por nuestro talento y esfuerzo, sin evitar embarrarnos para salir del atolladero en el que la vida nos puede hacer caer, de vez en cuando.
Logan llama a Shiv su ‘niñita pinkie‘, y consigue que el ecosistema de Waystar Royco (el conglomerado empresarial de los Roy) la muestre, tal cual, una niña jugando a las empresas.
Si bien es cierto que las cifras muestran cómo el entorno corporativo está cada vez más abierto a considerar mujeres de la familia para ocupar los puestos de máxima responsabilidad, los inversores pueden temer y de hecho, temen, que los jefes (sí, he dicho jefe, no líder) elegidos por su sangre en lugar de sus Master of Business Administration (MBA) puedan carecer de lo que realmente se necesita para seguir generando negocio.
Shiv lo sabe e intenta acercarse y ganarse la confianza de otro de los personajes más interesantes de Succesion. Otra mujer, muy cercana a Logan Roy y sin embargo, fuera del círculo familiar: Gerri Kellman (a quien da vida la actriz, J. Smith-Cameron). Es la mano (el brazo, más bien) derecha de Logan en Waystar Royco y lo más parecido a una figura maternal para Shiv (muy alejada sentimentalmente de su madre biológica). Conoce los tejemanejes de los Roy pero pocas veces está dispuesta a ‘jugar’ con ellos, aparentemente. Prefiere mantener la distancia de seguridad porque es consciente de ser ella misma una de las grandes ejecutivas candidatas a subir escalones y acabar ostentando el poder si el patriarca y sus vástagos demuestran no ser capaces de liderar.
Un ‘que se maten entre ellos’ de toda la vida, pero ‘que dejen próspera y en paz a la compañía’.
Este es buen momento para lanzar otra reflexión. ¿Hasta qué punto Shiv no es capaz de quitarse el san benito de ‘niña de papá’ y demostrar cualidades de liderazgo que amortigüen los ataques de su competencia, por estar hasta el cuello de patriarcado familiar? ¿Dónde empieza y acaba la fidelidad de Gerri para con Logan, pero, sobre todo, con respecto a su objetivo: Waystar Royco?
La estrategia del ‘no vale por serlo, hay que aparentarlo’, se cumple, incluso, con la evolución del estilo a la hora de vestir de ambos personajes, en estas cuatro temporadas. Gerri es inamovible de sus trajes con chaqueta, americanas y blusas cuando se encuentra en entornos profesionales, siempre con colores negros y monocromo. Innova en los eventos más casuales, sin perder su esencia.
Shiv, por su parte, hace honor a una de las frases que más reflejan muchos momentos de su carácter: Here’s a toast, to me.
Es decir, un brindis, por ella. Pero, sobre todo por el cambio de look de la pequeña de los Roy, algo más drástico entre la primera y segunda temporada. Pasa de llevar el pelo largo y ondulado a un long bob, liso, coincidiendo con su transición de la política a la empresa privada.
Su estilo libre, cómodo, desenfadado del inicio se vuelve más estricto y corporativo, hecho a medida. Los colores transicionan a neutros, más beige y desapercibido, desprendiendo cierta riqueza sigilosa.
¿Quién ha dicho que la moda no es también una herramienta poderosa, cargada de lenguaje y simbolismo, en una batalla agresiva como la que envuelve a Waystar Royco?