Érase una mujer a un diamante pegada. Sí, generalmente un diamante superlativo, o mejor, miles de ellos, adornando sus orejas, dedos y muñecas, engastados tanto en joyas como en incontables relojes. Ésa es Georgina Rodríguez, dice Wikipedia que modelo y empresaria, dice ella misma en su perfil de Instagram, donde concita a 63 millones de seguidores, que «mamá de 6 bendiciones» y «VividoraDeLaVidaSoñadoraDelosSueños». También es pareja del futbolista portugués Cristiano Ronaldo y celebridad interplanetaria. Ayer estrenó temporada de su serie televisiva Soy Georgina, y en ella realiza un despliegue de piezas que dan la hora que ya la quisiera en sus vitrinas El Corte Inglés de Castellana.
En su nueva incursión en Netflix vemos a Georgina y familia entre palmeras, jeques y mujeres sin los mismos derechos que los hombres. La temporada arranca cuando se muda a Arabia Saudí, y nos ofrece todas las bondades naturales del país, del Mar Rojo a la región de AlUla, donde las rocas de arenisca de tonos dorados y ligeramente rosas que el viento y el agua han esculpido durante siglos crean formas caprichosas. También nos muestra relojes que quitan el hipo. Muchos.
Solo en el primer capítulo del docureality he contado al menos cuatro. En primer lugar, la protagonista acude a recoger a sus hijos al colegio con un Brilliant Skeleton Northern Lights Red en oro rosa y pavé de diamantes (hasta 323) con esfera esqueletada y correa rojas. Es una pieza que cuesta unos 65.000 euros y que firma Jacob & Co., relojera de cabecera de Cristiano Ronaldo. La cantante Rihanna también la lució en el espectáculo del medio tiempo de la Super Bowl 2023.
Peccata minuta para lo que viene a continuación: un GMT-Master II en oro blanco de Rolex, conocido como Ice porque tanto su caja como su esfera y su brazalete están totalmente cubiertos de diamantes, tanto de talla baguette como brillante. Se trata de uno de los Rolex más exclusivos y caros que se han fabricado nunca, y Georgina se lo ciñe a la muñeca para acompañar a su pareja a un combate de boxeo entre Francis Ngannou y Tyson Fury en Riad, la capital de Arabia Saudí. Esta Referencia 116769TBR supera los 350.000 euros, y es muy probable que la comparta con Cristiano Ronaldo, pues también se la hemos visto puesta (no sabemos a quién de los dos le puede gustar más un diamante).
El siguiente en una lista que nunca termina es otro emblema de la alta relojería: un Royal Oak de Audemars Piguet, en este caso en oro rosa engastado con 1.160 piedras preciosas de talla brillante (menos los índices, de talla baguette). Un modelo automático con 60 horas de reserva de marcha que le hemos visto desde hace varios años (el ejemplar nació en 2021), y que mide 37 mm de diámetro y 9,8 mm de grosor. Su precio: 130.000 euros, aproximadamente.
Pero no se vayan todavía, aún hay más. Tratándose de los Aveiro-Rodríguez, esto va para largo. El docureality también recoge una sesión fotográfica en la que Georgina posa con un reloj de una firma que le patrocina, Chopard. Es un Happy Sport automático de oro rosa en verde, y el fotógrafo que la está retratando le explica que los relojes siempre se inmortalizan con las agujas a las 10.10 h, para que queden visibles el logo y todos los elementos de la esfera. «La normativa del lujo, le llaman», dice ella.
Varios Rolex de oro después, entre los que se cuela también un Santos de Cartier con brazalete de tres vueltas, encontramos un reloj curioso y nada discreto, un G-Shock de Casio digital. Y justo cuando alguien puede pensar que es un modelo asequible para el bolsillo, le quitamos la idea de la cabeza: el ejemplar de Georgina, un regalo de su pareja para su trigésimo cumpleaños (que ella celebra en Maldivas), asciende a unos 100.000 dólares (90.000 euros al cambio actual). Porque, aunque se ajuste con una correa fucsia de silicona, está cuajado de diamantes. El diseño es una edición especial fruto de una colaboración entre la japonesa Casio y Jacob & Co. Ahora lo entendemos todo.