En nuestro afán por buscar más allá de los caminos trillados, Hora de Mujer te descubre marcas desconocidas por estos lares. Hoy te presentamos Beauregard, una firma que fusiona relojería y joyería, con sede en Ginebra (Suiza) y taller en Montreal (Canadá). Lleva el apellido de su fundador, el creativo canadiense Alexandre Beauregard, quien fundó la enseña en 2014. Diseña y realiza las esferas de sus relojes al otro lado del atlántico, entre gemas de colores, y el resto se fabrica en el país helvético.
En Beauregard pulen las piedras a mano y las engastan una a una con originalidad. La joyería no pesa más que la relojería: atienden tanto a la estética como a la técnica, pues algunos de sus ejemplares se mueven con gran complejidad mecánica. Como el Dahlia (foto superior), el primer modelo que presentaron, dotado de un tourbillon volante (sin puente superior) central, desarrollado por la empresa de mecanismos relojeros suiza Telos. Otros, como el pequeño reloj de cóctel Lili (fotos de abajo), a partir de 39.000 euros, están equipados con un movimiento de cuarzo.
Los Beauregard son reconocibles a primera vista y ofrecen volumen y una paleta de colores amplia, igual que las flores. Éstas se representan en algunos de los relojes de su breve catálogo. En el Dahlia automático (164.000 euros), la jaula del tourbillon (ese elemento que contrarresta los efectos negativos de la gravedad sobre la precisión de un reloj mecánico) está formada por pétalos de oro pulidos a mano que replican los pétalos de gemas de la esfera exterior, así como las manecillas de las horas y los minutos caladas.
Situar un tourbillon en el centro de una caja implica cambiar la disposición habitual de la jaula que lo acoge, y ajustar los engranajes que mueven las agujas de las horas y los minutos, pues los componentes del movimiento deben redistribuirse alrededor del tourbillon. Hay pocas relojeras que lo realizan, entre ellas Bvlgari, Omega y Franck Muller.
Dónde se vende
Además del Dahlia de 2018 y de Lili, lanzado en 2020 en oro rosa y oro blanco, en el catálogo de la casa se encuentra el Lili Candy (foto de arriba), un caramelo que mide 33 mm de diámetro. Combina oro, diamantes, ópalos, topacios y amatistas dispuestos en espiral en una esfera de lo más alegre, y su precio oscila entre 30.700 y 32.800 euros. Y por último está el Lili Bouton (foto de abajo), con el mismo tamaño que el anterior, pero canjea la espiral por pétalos. En oro rosa cuesta 32.800 euros, y en oro blanco, un poco más, 35.800 euros.
Ninguno de ellos luce aparentemente corona. Ésta se ubica en la parte posterior, para que no perturbe el diseño. Algunos modelos, como el Dahlia, se realizan exclusivamente bajo pedido. Beauregard no entrega más de 50 piezas al año de todas sus colecciones. Por ahora, las vende en Oriente Medio Oriente y en Estados Unidos. Por el momento no se han acercado a minoristas en Europa. «Queremos tomarnos nuestro tiempo y asegurarnos de que estamos tejiendo asociaciones con personas de ideas afines», nos dice Alexandre Beauregard.