“Jeff se convirtió en mi ángel de la guarda en Nueva York”; “Adiós a Jeff, el hombre perfecto del que nunca me enamoré”, escribió Ana Obregón en sus memorias, Así soy yo, editadas por Planeta en 2012. Años más tarde, en una entrevista que ofreció a Vanity Fair tras la muerte de su hijo, y que se publicó en mayo de 2021, habló sobre aquella amistad: «Era mi mejor amigo en Nueva York. Hace un par de años me llamó mi representante para contarme que había una periodista de The Wall Street Journal que quería hablar conmigo porque estaban preparando un documental sobre Epstein. Yo dije que no quería hablar de nada. Pensé: ‘A ver si ahora me vienen a matar a mí”.
Ayer fue otro gran periódico, The New York Times, quien publicó la noticia que vinculaba Jeffrey Epstein con Ana Obregón. Un equipo de periodistas que investiga el origen de la fortuna del financiero y pederasta que se suicidó en su celda en 2019, remonta su vínculo a sus años de Nueva York, la ciudad donde Ana fue a estudiar cine.
Por entonces, el padre de Obregón, un acaudalado constructor inmobiliario y promotor, entre otros proyectos, de La Moraleja, tenía dinero invertido en la firma de intermediación bursátil Drysdale Securities que se hundió en 1982. Los Obregón, además de otras importantes familias, perdieron todos sus activos. Fue ahí cuando Ana recurrió a su amigo, que ya por entonces era un financiero bien conectado, la posibilidad de recuperar ese dinero a cambio de una suculenta recompensa. Y así se hizo.
En la entrevista de Vanity Fair, Ana Obregón recordaba a su amigo: “Jeff era maravilloso. Era un genio. Con 28 años ya era supermillonario. No sabes cómo se portó conmigo. Me llamaba a las 6:30 de la mañana todos los días para desayunar, porque ahí abre todo prontísimo. Y allá que iba. Éramos íntimos. Me ayudaba en todo. Íbamos para acá, para allá. Luego yo cogía el Metro para ir al Actors Studio y él me mandaba la limusina. A mí me daba vergüenza que me vieran mis compis y me bajaba una manzana antes».
Y recordaba: «En una fiesta. Me lo presentaron y conectamos enseguida. Vinieron mis hermanas a verme y todo el día con ellas por Nueva York. Tocaba el piano de cine. ¡Si vino a verme a Madrid y le presenté a mis padres! ¡Varias veces! En Nueva York siempre íbamos un grupo de cuatro: Jeff, Ludovico, que murió de sida, Anna Chu, que era sobrina de Marlon Brando, y yo. Y luego mira cómo es la vida. Estoy un día en Miami, cuando viví allí, por 2014, y empiezo a ver una serie de un tío que se lleva a chicas jóvenes a su casa y le dan masajes y se acuesta con ellas. Y pienso: ‘Mira qué guarro’. Y de repente veo: Jeffrey Epstein. Digo: ‘¡No me lo puedo creer!’. Llamo a mi hermana: ‘Amalia, no te lo vas a creer’. Casi me muero. ¡Había estado en la cárcel! ¡Mira, mira! Y a los pocos días voy a hacerme unas fotos para la revista People o no sé para qué, y me ponen una estilista… ¡Era Anna Chu! ¿Tú te lo crees? Le digo: ‘Anna, ¿te has enterado de lo de Jeff? ¿Será verdad?’. Decidimos localizarlo y Anna lo consiguió. Estuve a punto de ir a su casa, pero en el último momento me rajé».
Aquel 2014 Ana perdió la oportunidad de volver a encontrarse con su amigo. Hoy, tras la gran repercusión que ha tenido la noticia de The New York Times, ha querido desmentir rotundamente ningún vínculo financiero con Epstein en una intervención en el programa Y ahora Sonsoles, de Antena 3: “Mi padre empezó a trabajar con 11 años y trabajó como un animal toda su vida. No había ninguna relación económica de nada, no tiene nada que ver con mi familia”, ha aclarado.
