2025 no ha sido un año cómodo para la moda. Ha sido intenso, movido, a ratos incómodo y, precisamente por eso, profundamente revelador. Un año marcado por grandes cambios en las direcciones creativas, despedidas que cerraron eras enteras, regresos largamente esperados y decisiones que reordenaron el mapa del lujo global. Las maisons históricas se atrevieron a reescribirse, los diseñadores asumieron riesgos reales y la industria volvió a ocupar un lugar central en la conversación cultural.
Más allá de tendencias o virales pasajeros, 2025 nos dejó momentos que hablaron de poder, identidad, legado y futuro. De pasarelas convertidas en experimentos, alfombras rojas que recuperaron sentido, objetos convertidos en iconos y figuras clave que recordaron por qué la moda importa cuando tiene algo que decir. Esta es una recopilación de los momentos que marcaron el pulso de la moda en 2025: los que incomodaron, los que emocionaron y los que definieron un año que ya es historia.
Jonathan Anderson reescribe Dior
París, enero de 2025. Cuando Jonathan Anderson aterriza en Dior, no es solo un relevo creativo: es un cambio de lenguaje. El anuncio fue el auténtico terremoto del año, no tanto por el nombre como por lo que simboliza: la llegada de una mente radicalmente contemporánea a una de las maisons más influyentes y tradicionalmente ligadas al clasicismo. Dior dejó de mirar al pasado para volver a incomodar, emocionar y marcar conversación. Expectativa máxima, análisis milimétrico y una pregunta flotando en el aire: ¿hasta dónde le dejarán llegar?
La despedida de Giorgio Armani
Milán, primavera de 2025. La muerte de Giorgio Armani marcó un antes y un después. No fue solo el adiós a un diseñador, sino a una forma de entender el poder, la elegancia y el lujo silencioso. Tributos espontáneos, colecciones reinterpretadas y una industria entera recordando que hubo un tiempo en que menos era infinitamente más.
Demna dice adiós a Balenciaga
París, marzo de 2025. Tras años redefiniendo la provocación en el lujo, Demna anunció su salida de Balenciaga. Su legado —controvertido, influyente, incómodo— quedará como uno de los más determinantes de la moda reciente. Gustara o no, no dejó a nadie indiferente.
El desfile que convirtió la pasarela en un experimento
París Fashion Week, febrero de 2025. No fue Loewe ni Jonathan Anderson. Fue Coperni, que volvió a demostrar que entiende mejor que nadie el cruce entre moda, tecnología y espectáculo. Un modelo escaneado en tiempo real, una silueta proyectada en 3D y una colección que hablaba de cuerpo, datos y presencia física. Instagram explotó, pero el gesto iba mucho más allá del like.
Zendaya y el vestido que lo eclipsó todo
Met Gala 2025, Nueva York. Zendaya apareció con un diseño que no solo acaparó titulares, sino que redefinió la conversación de la noche. No fue solo una elección estilística, fue una declaración cultural: moda, narrativa y presencia absoluta en una alfombra roja que volvió a tener sentido.
El regreso de Phoebe Philo (de verdad)
Londres, abril de 2025. Esta vez no fue una cápsula ni una promesa. Fue una colección completa, sólida y profundamente reconocible. Phoebe Philo volvió a demostrar que su visión sigue siendo referencia para varias generaciones de mujeres que buscan elegancia sin ruido.
La colección de Miu Miu que definió el año
París, marzo de 2025. Miuccia Prada convirtió de nuevo lo aparentemente “mal hecho” en objeto de deseo. Minifaldas ultra bajas, medias caídas, chaquetas desestructuradas y un aire de adolescencia incómoda que solo Miu Miu sabe traducir en tendencia global. El look de falda gris con jersey encogido y zapatos planos se convirtió en el uniforme no oficial del año.
La alfombra roja más arriesgada en años
Festival de Cannes, mayo de 2025. El punto de inflexión llegó cuando Hunter Schafer apareció con un vestido escultórico de Iris van Herpen. Transparencias imposibles, volumen orgánico y cero concesiones al glamour clásico. Cannes volvió a ser un espacio para la moda que incomoda y hace pensar.
La exposición de Irving Penn confirma que la moda también es historia
Nueva York – París, hasta mayo de 2025. Aunque se inauguró a finales de 2024, fue en 2025 cuando la gran retrospectiva de Irving Penn terminó de desplegar todo su impacto. La exposición volvió a situar al fotógrafo en el lugar que le corresponde: no como cronista de moda, sino como uno de los grandes arquitectos de su lenguaje visual. Sus retratos —austeros, precisos, radicalmente elegantes— recordaron que la moda no solo se diseña y se viste: también se construye desde la mirada. En un año marcado por la velocidad y el ruido, Penn impuso silencio, rigor y una belleza que no necesita explicación.
La moda llora a Issey Miyake (otra vez)
Tokio, junio de 2025. Una gran retrospectiva reavivó la conversación sobre su legado. No fue nostalgia: fue constatar que muchas de las ideas que hoy parecen vanguardia ya estaban ahí hace décadas. Miyake volvió a estar en el centro sin necesidad de novedades.
El debut de Sarah Burton fuera de McQueen
Londres, septiembre de 2025. Todas las miradas estaban puestas en su primer proyecto tras Alexander McQueen. El resultado fue elegante, emocional y profundamente femenino, sin dramatismos ni necesidad de demostrar nada.
La colección masculina que rompió estereotipos
Milán Fashion Week, enero de 2025. Prada Uomo marcó un cambio de lenguaje con siluetas fluidas, colores suaves y cuerpos alejados del ideal masculino tradicional. No fue un gesto político explícito, pero sí una nueva forma de mirar al hombre contemporáneo.
Annie Leibovitz aterriza en España y reabre el debate sobre imagen y poder
Madrid, 2025. La llegada a España de la exposición de Annie Leibovitz fue mucho más que una cita cultural: fue un acontecimiento. Sus imágenes, profundamente reconocibles, volvieron a poner sobre la mesa la relación entre moda, celebridad, narrativa y poder simbólico. Retratos que han definido décadas de imaginario colectivo dialogaron con nuevas generaciones, recordando que la fotografía de moda no solo documenta una época, sino que la moldea. En pleno 2025, Leibovitz demostró que su mirada sigue siendo un punto de referencia ineludible.
La pasarela en un lugar imposible
Islandia, verano de 2025. Jil Sander presentó una colección cápsula en un paisaje volcánico, sin público masivo ni celebrities. Solo prendas, silencio y naturaleza extrema. Menos espectáculo, más experiencia y coherencia.
El bolso que se convirtió en obsesión
Todo 2025. El Alaïa Le Cœur se coló primero en editoriales discretos y terminó dominando street style, alfombras rojas y redes sociales. No era el más caro ni el más exclusivo, pero sí el más reinterpretado. Un objeto pequeño convertido en icono cultural.
El archivo de Jean Paul Gaultier como oro puro
París, durante todo el año. Diseñadores invitados revisitaron su legado demostrando que un archivo potente puede ser más relevante que cualquier novedad. El pasado como motor creativo, no como refugio.
La sostenibilidad deja de ser discurso
Global, 2025. Stella McCartney dio un paso definitivo al eliminar materiales vírgenes en líneas clave y apostar por alternativas biotecnológicas reales. Menos marketing verde y más decisiones estructurales que empezaron a cambiar la industria desde dentro.
La campaña más inesperada
Otoño de 2025. Burberry sorprendió con una campaña cruda, casi documental, protagonizada por rostros anónimos y narrativas alejadas del glamour tradicional. Funcionó porque fue honesta y no oportunista.
El nuevo nombre que todos apuntaron
París, marzo de 2025. El debut en solitario de Ester Manas consolidó una visión clara, inclusiva y poderosa. Prendas pensadas para cuerpos reales y una ovación que no se regala si no hay talento detrás.
El street style volvió a tener personalidad
Fashion weeks 2025. Menos uniformes de influencer y más estilo real. La calle volvió a inspirar y a generar conversación propia.
La moda digital encuentra su sitio
Marcas como Nike y Balenciaga integraron lo digital como extensión real de lo físico: pruebas virtuales, personalización previa y experiencias híbridas. Menos NFT especulativo y más utilidad concreta.
El año en que la moda volvió a importar
Los cambios de direcciones creativas en grandes casas trascendieron la industria y llegaron a la conversación cultural general. La moda volvió a ser lenguaje, identidad y reflejo social. No por ventas ni likes, sino porque volvió a decir algo relevante.
El documental de Victoria Beckham lo cambia todo
Estreno global, 2025. El documental de Victoria Beckham fue mucho más que una pieza biográfica. Fue un ejercicio de honestidad poco habitual en el mundo de la moda y el lujo. Beckham habló de inseguridades, ambición, crítica pública y del esfuerzo constante por construir una marca creíble más allá del apellido. El resultado fue una narrativa íntima que humanizó a la diseñadora y reforzó su posición en la industria. Moda, vulnerabilidad y estrategia, todo en uno.
El regreso (redefinido) del desfile de Victoria’s Secret
Nueva York, otoño de 2025. El desfile de Victoria’s Secret volvió, pero no como antes. Atrás quedó la fantasía uniforme y el ideal único: lo que vimos fue un espectáculo consciente de su pasado y decidido a reescribirlo. Casting diverso, narrativa de empoderamiento real y una puesta en escena más cercana a la cultura pop que al cliché de la pasarela de lencería. No fue solo un comeback, fue un ajuste de cuentas con la industria y una prueba de que incluso los gigantes pueden —y deben— evolucionar.
L’Oréal convierte París en su propia pasarela
París, septiembre de 2025. L’Oréal no organizó un desfile: ocupó la ciudad y la convirtió en parte del relato. En pleno corazón de París, el espacio público se transformó en escenario y la belleza dejó de ser aspiracional para volverse cercana, diversa y profundamente humana. Embajadoras globales convivieron con rostros reales, modelos de distintas generaciones y trayectorias, en una puesta en escena que mezcló moda, cultura urbana y actitud parisina. Fue una declaración silenciosa pero poderosa: la belleza ya no vive solo en la pasarela tradicional, sino en la calle y en las personas que la habitan.
