Las semanas de la moda son el gran escaparate de la industria. No solo marcan las tendencias de las nuevas temporadas, sino que también son un motor clave del sector, representando entre el 30% y el 50% de las ventas anuales de las grandes firmas, y generando un fuerte impacto en las ciudades que las acogen. Hay más de cien Fashion Weeks oficiales a nivel global: algunas emergentes, como Seúl y Lagos; y otras consolidadas, como São Paulo, Madrid, Copenhague y Berlín, que conforman un circuito diverso y en constante evolución. Sin embargo, el calendario sigue indiscutiblemente liderado por Nueva York, París, Milán y Londres, que concentran la atención mundial dos veces al año, en febrero y septiembre, definiendo las directrices creativas y económicas de una actividad que genera el 2% del PIB mundial.
Sólo las semanas de la moda de las cuatro grandes capitales tienen una repercusión económica anual de 1.200 millones de euros, con transacciones comerciales que superan los 10.300 millones de euros, según la Federación Francesa de la Alta Costura y de la Moda (FHCM).
‘Made in Spain’
Mercedes-Benz Fashion Week Madrid y 080 Barcelona Fashion son las principales pasarelas españolas. También destacan citas especializadas como el Salón Internacional de la Moda Flamenca (SIMOF) y la Gran Canaria Swim Week by Moda Cálida. Sólo en la capital, los ingresos alcanzan los 105 millones de euros para la ciudad, con 55.000 asistentes y un gasto medio por visitante de 1.530 euros.
El mercado global de eventos de moda, que incluye Fashion Weeks, ferias y otros encuentros, alcanzó aproximadamente los 100.000 millones de euros y se espera que llegue a los 192.000 millones en 2032. Es decir, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 9,2%, el mercado prácticamente se duplicará en nueve años, convirtiéndose en una oportunidad muy atractiva para la inversión.

Savoir-faire à Paris
Un desfile en la semana de la moda de París puede costar entre 500.000 y cinco millones de euros, según un estudio reciente del Institut Français de la Mode (IFM). Solo el alquiler de ubicaciones icónicas como el Louvre puede oscilar entre 100.000 y un millón de euros, dependiendo del evento y los ajustes necesarios. Algunas marcas optan por invertir estratégicamente en la restauración de lugares históricos a cambio de acceso exclusivo. Chanel, por ejemplo, destinó 25 millones de euros a la renovación del Grand Palais.
La primera semana de la moda de la historia se celebró en Nueva York en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Se llamó Press Week y fue creada por Eleanor Lambert para dar visibilidad al talento estadounidense en un momento en que París estaba aislado por el conflicto. Aunque la capital francesa ya organizaba desfiles en sus ateliers para clientas selectas, fue la Gran Manzana quien transformó esos encuentros privados en un evento formal, con el objetivo de obtener mayor cobertura mediática. La ciudad pasó de ser conocida por imitar los diseños de París a convertirse en un referente mundial. Milán fue la siguiente en establecer su propia semana de la moda, en 1958. Sorprendentemente, París no organizó la suya hasta 1973, y finalmente Londres se unió al calendario en 1984.
‘See now, buy now‘
El aquí y ahora ha llegado a las pasarelas. La nueva tendencia permite comprar las prendas en el mismo momento en que se presentan, aprovechando el impulso de compra, aunque tradicionalmente la industria operaba con meses de anticipación. Las pioneras han sido Tom Ford, Ralph Lauren, Tommy Hilfiger y Burberry. Esta última incrementó un 25 % sus ventas directas. En España, Roberto Verino ha sido la única marca que ha apostado por este modelo de see now, buy now.
El dato
El impacto económico de la pasarela de la Gran Manzana, con 900 millones de euros, recibe alrededor de 150.000visitantes, con un gasto medio de 2.140 euros por persona, según la New York City Economic Development Corporation (NYCEDC). Le sigue Londres con unos ingresos directos de 322 millones de euros; recibe más de 5.000 visitantes, con un gasto promedio de 2.200 euros. Milán y París ocupan la tercera y cuarta posición, respectivamente.
Balenciaga, bajo la innovadora dirección creativa de Demna Gvasalia, lanzó su colección otoño/invierno 2021 mediante una experiencia inmersiva dentro del videojuego ‘Afterworld: The Age of Tomorrow‘.

Entre temporadas
El concepto de las colecciones crucero o resort nació en 1919, cuando Gabrielle Chanel notó que sus clientas de la jet set pasaban el invierno de vacaciones en climas cálidos. Estas colecciones se presentan en junio para estar disponibles a finales de año. Además, están las colecciones mid-season, que suelen ser pre-fall y pre-spring, más asequibles y con gran éxito comercial.

Desde el ‘Front Row’
Lo que ocurre en el front row o primera fila (quién se sienta con quién, qué lleva puesto, a quién saluda) genera tanta atención como el desfile mismo. En las décadas de los 80 y 90, con el auge de las supermodelos —como Naomi, Cindy, Linda o Claudia— y diseñadores estrella como Galliano, Gaultier o Versace, el front row pasó a formar parte del espectáculo. Las marcas comenzaron a invitar a estrellas de Hollywood para ganar visibilidad. Anna Wintour, desde su puesto al frente de Vogue USA, convirtió su presencia en un gesto de validación editorial. Con el auge de los blogs de moda y, después, de Instagram y TikTok, empezaron a aparecer nuevos perfiles en los asientos: influencers, celebridades digitales y creadores de contenido. Algunas marcas invierten grandes sumas para asegurar su primera fila, especialmente si se trata de personalidades como Rihanna, Zendaya o Timothée Chalamet, llegando a pagar hasta 100.000 euros—o incluso más— según su impacto en medios y redes.
Karl Lagerfeld fue uno de los diseñadores más prolíficos, presentando colecciones de Chanel, Fendi y su marca durante más de 30 años, convirtiendo sus desfiles en megaespectáculos y transformando el Grand Palais en un supermercado, una playa con olas, un cohete espacial o un aeropuerto.

→ El asiento más codiciado del front row es el que está en el centro de la pasarela, pues ofrece la mejor perspectiva para ver las prendas de frente y en movimiento.
→ En los 90, Jean Paul Gaultier revolucionó las pasarelas al incluir modelos de distintas tallas, edades y géneros, cuando la diversidad era poco común.
→ En las ‘Fashion Weeks’ del pasado año, más del 70% de la cobertura fue digital y los hashtags generaron más de 2.500 millones de impresiones semanales.
→ Hasta los años 70 no se incorporó música en los desfiles de moda: las pasarelas eran silenciosas o solo se escuchaba el sonido ambiente.
