Por primera vez en mucho tiempo, Victoria Beckham (Reino Unido, 51 años) se quita la armadura. La mujer que durante décadas fue sinónimo de perfección, discreción y seriedad, se abre en canal en Victoria Beckham, la nueva docuserie de tres capítulos que Netflix estrenó el pasado 9 de octubre.
Dirigida por Nadia Hallgren, la producción nos permite conocer sin filtros a una figura pública que, hasta ahora, parecía no necesitar presentación.
“No se trata de él, se trata de mí”, dice Victoria al comienzo del documental refiriéndose a su marido y marcando la distancia con Beckham, la exitosa serie protagonizada por David en 2023. Y tiene razón: esta vez, la historia es suya.
De la chica “poco cool” a la Spice pija
Pero, ¿quién era Victoria Adams antes de convertirse en icono global?, “Definitivamente era una solitaria en el colegio”, confiesa en la serie. Sufrió bullying, no encajaba y soñaba con dedicarse a la música y al teatro. Su vida cambió en 1994, cuando audicionó para una banda femenina que, sin entonces saberlo, iba a redefinir toda una generación: las Spice Girls.
Con su papel de Posh Spice (Spice Pija), Victoria encontró no solo fama, sino identidad. “Ellas me hicieron sentir alegre, divertida… me hicieron sentir bien siendo yo misma”, dice. De la mano de sus compañeras —Mel B, Mel C, Emma y Geri—, lideró una revolución femenina cultural: el girl power, un grito de empoderamiento que treinta años después, sigue resonando.
La fama, la presión y el silencio
En el documental, la protagonista no esquiva los temas incómodos. Victoria habla, con una honestidad sorprendente, sobre los años más duros de su vida: la presión mediática y su mala relación con la comida. “Cuando tienes un trastorno alimentario te vuelves muy buena mintiendo”, confiesa. “Realmente te afecta cuando te dicen constantemente que no eres lo suficientemente buena. Y supongo que eso me ha acompañado toda la vida”.
Durante los 90 y los 2000, su cuerpo fue analizado minuciosamente por la prensa a diario. “Me pesaron en la televisión nacional cuando mi hijo tenía seis meses”, recuerda. “Querían controlarlo todo, así que yo controlaba lo único que podía: mi peso. Pero lo hacía de una forma sumamente poco saludable”.
Su marido, David Beckham, también interviene en ese punto del relato: “La gente pensaba que estaba bien criticar a una mujer por su peso, por lo que hacía, por lo que vestía. Eso no puede pasar ahora”.
Y sin embargo, vivimos en un momento donde la obsesión por el cuerpo perfecto persiste, aunque con nuevas máscaras.
“Cuando tienes un trastorno alimentario te vuelves muy buena mintiendo” -Victoria Beckham
Amor, fama y reinvención
Conocer a David Beckham en 1997 cambió su vida, pero no la definió. Su relación, que ya suma 28 años, se muestra como un matrimonio que ha sabido mantener la unión pese a la presión mediática, los rumores y a las transformaciones de sus carreras.
Durante los años 2000, tras la separación de las Spice, el nombre de Victoria volvió a dominar los titulares durante la llamada era de las WAGs —las esposas y novias de futbolistas convertidas en iconos mediáticos—, un fenómeno que mezclaba moda, fama y mucha prensa rosa. Aunque reconoce que “fue divertido”, también admite que hubo “un elemento de búsqueda de atención” en todo aquello.
Con ironía, recuerda aquella etapa diciendo: “Enterré esas tetas en Baden-Baden”, en referencia al look exuberante que lucía durante el Mundial de 2006 en Alemania. Fue su forma de marcar el final de una era y el comienzo de otra, más sobria y elegante.
La moda: demostrar lo que nadie quería creer
Su transición del pop a la moda fue, como ella misma dice, una montaña rusa. Nadie la tomó enserio, excepto el diseñador Roland Mouret, quien le enseñó todo. “Pensé que era un hobby”, admite Anna Wintour recordando su escepticismo inicial. Pero Victoria estaba decidida a demostrar lo contrario.
“Casi lo pierdo todo y fue una época muy oscura”, confiesa. “Lloraba antes de ir a trabajar cada día porque me sentía como un bombero. Teníamos decenas de millones en números rojos”.
El documental muestra ese punto de inflexión: su empresa al borde de la quiebra, su marido rescatando las finanzas y ella, sin rendirse, diseñando su próxima colección e intentando hacer realidad su sueño. Y la recompensa llegó: Anna Wintour en la primera fila de sus desfiles; consagración en la Semana de la Moda de París con Gigi Hadid desfilando en un vestido verde esmeralda; presencia en 230 tiendas y 50 países…
Su ascenso en la moda no fue un camino fácil. Sin embargo, en el documental nombres de peso como Donatella Versace, Tom Ford o Anna Wintour reconocen su talento y disciplina, mientras que figuras como Gigi Hadid o Eva Longoria —una de sus amigas más cercanas— dan testimonio del carisma y la determinación con que Victoria se reinventó.
“Victoria nos demostró que estábamos totalmente equivocadas”, concede la editora de Vogue. Hoy, más allá del negocio, lo que ha ganado Victoria Beckham es respeto.
Una sonrisa por dentro que nadie ve
Finalmente, Victoria reflexiona sobre esa imagen suya tan icónica y recordada como incomprendida: la mujer que nunca sonríe. “En cuanto veo una cámara, cambio. La barrera se levanta, me pongo la armadura. Y soy muy consciente de ello”, explica.
Luego, explica con humor que durante años ha parecido miserable porque en las alfombras rojas David siempre posa a su izquierda, justamente el “lado bueno” de la protagonista. Al hacerlo, Victoria evita sonreír para no salir mal en las fotos. “Sonrío por dentro”, bromea, “pero nadie lo ve”.
Un reencuentro, un cierre y una nueva mirada
El estreno del documental en Londres reunió a (casi) todas las Spice Girls —Emma Bunton, Geri Halliwell y Mel C—, un gesto de apoyo que emocionó al público y a la propia Victoria. El reencuentro, entre risas y nostalgia, sirvió de recordatorio de lo que fue su mensaje: la fuerza femenina, la amistad y la reinvención constante, siempre sin olvidar de dónde vienen.
A los 51 años, Victoria Beckham sigue trazando su camino. “El éxito se siente bien, no voy a mentir”, admite, aunque enseguida matiza: “Todavía tengo mucho que hacer”. Y, después de verla mostrarse así, resulta evidente que su historia —lejos de haber terminado— apenas comienza.
