El pasado lunes, 6 de octubre, en el corazón de la capital mundial de la moda, durante la Paris Fashion Week, Chanel presentó un desfile que fue mucho más que moda: fue un universo, un diálogo poético entre pasado y presente, entre Gabrielle Chanel y Matthieu Blazy, el nuevo Director Artístico de las Actividades de Moda de la maison.


“Chanel es amor. El nacimiento de la modernidad en la moda surge de una historia de amor”, afirmó Blazy. Y esas palabras cobraron vida en un desfile que combinó la innovación con la elegancia atemporal de la maison, siempre fiel al espíritu libre de Gabrielle Chanel.
“Chanel es amor”, Matthieu Blazy
Une Conversation: un diálogo eterno
La propuesta se construyó como una conversación en tres actos. Un intercambio que une la herencia de Gabrielle Chanel con la mirada contemporánea de Blazy.
No es solo un desfile: es un manifiesto sobre la libertad, el estilo y la capacidad innata de Chanel para reinventarse sin perder la esencia.
Un Paradoxe: la fuerza de lo masculino y lo femenino
El desfile comenzó recordando uno de los gestos más emblemáticos de Gabrielle Chanel: apropiarse de lo masculino para hacerlo suyo. Camisas y pantalones de tradición sastrera, cadenas que equilibran proporciones, chaquetas de corte varonil suavizadas por la feminidad de Chanel. El tweed británico se convierte en símbolo de poder femenino, con texturas ágiles y contemporáneas. En esta paradoja, Chanel demuestra que la ropa no define al individuo: lo potencia.



Como decía Gabrielle, “hay un tiempo para el trabajo y un tiempo para el amor; A partir de ahí no hay tiempo para nada más”.
Le Jour: lo eterno de Chanel
El segundo acto nos sumerge en la cotidianeidad chic. El bolso 2.55 aparece “vivido”, arrugado, amado, con su interior burdeos expuesto. Las camelias —emblema de la casa— emergen deshechas, cosidas a trajes de seda tejida. El tweed se presenta deshilachado, pero refinado, en una conversación entre el ayer y el hoy.
La arquitectura del universo Chanel se traduce en líneas puras en blanco y negro, un eco del Art Déco y del icónico packaging de la maison. Mientras tanto, las flores se abstraen en estampados pictóricos que parecen pétalos en movimiento.



L’Universel: Chanel sin fronteras
El desfile concluyó con una propuesta que convirtió a Chanel en un lenguaje universal. Los códigos masculinos reaparecen suavizados, reinterpretados en chaquetas y blusones. La investigación en tejidos se desplegó en infinitas variaciones de tweed y sedas, con forros contrastantes y detalles artesanales que revelan la obsesión por la innovación material.



La joyería —barroca, cargada de perlas, planetas de cristal y cadenas esmaltadas— acompañó a siluetas que reivindican la herencia de todas las mujeres Chanel, no de una sola. Los icónicos zapatos bicolores, con su puntera en contraste, proyectan el andar seguro hacia el futuro.



Un legado en movimiento
Este desfile no solo celebró la modernidad radical de Gabrielle Chanel, sino que la expandió hacia nuevas generaciones de la mano de Matthieu Blazy. Chanel nos invita a un universo sin fronteras, donde la moda es libertad, amor y movimiento eterno.
En París, la maison no mostró solo ropa. Mostró una visión del mundo, donde lo clásico se reinventa y lo universal se viste de Chanel.
