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Cómo el realismo íntimo de la directora de ‘Materialistas’ y ‘Vidas Pasadas’ está transformando la comedia romántica

La comedia romántica se mantiene a flote en un momento de pura supervivencia y escepticismo. Está pidiendo a gritos una evolución de género y una dosis de realismo íntimo.

Gtres

Los tiempos han cambiado. La manera de relacionarnos, los hábitos de consumo, la constante presencia de las redes sociales en nuestras rutinas… La vida no se percibe como antes. Se ha transformado. Ha redefinido las cualidades en su perfil para de esta forma, resultar atractiva a los actuales habitantes y recibir un swipe a la derecha. A la par de las nuevas tendencias de masas, la cultura pretende ser el reflejo perpetuo de cada sociedad. En especial, el cine, literalmente, lo representa. Y en el caso de las comedias románticas, ha surgido una vuelta de tuerca total en cuanto a cómo consumimos y reaccionamos al amor en pantalla. Durante los 90 y la primera década de los 2000 todos recibíamos con un helado y palomitas las empalagosas Cómo perder a un chico en 10 días, 10 razones para odiarte, Notting Hill, Serendipity o La cosa más dulce. Ahora, en pleno 2025, las recibiríamos con un manual de cómo quererse a una misma y una cita para el psicólogo. Cualquiera menos tú (2024) de Sydney Sweeney y Glen Powell lo intentó en 2024, sin embargo, lo único que se recuerda de su historia de amor es el trend de la canción Unwritten.

Por lo que para lograr la supervivencia de dicho género, este tiene que evolucionar a la vez que su público. Y para eso, está Celine Song (Corea del Sur, 36 años), la directora de Vidas Pasadas (2023) y Materialistas (2025), para reactivar nuestros sentimientos más idealistas con una gran dosis de realismo. Las nuevas generaciones ya no buscan príncipes azules ni flechazos imposibles, sino relatos que dialoguen con su cotidianidad, sus dudas y sus contradicciones emocionales.

Con Vidas Pasadas -su debut con el que consiguió la nominación al Oscar de mejor película y guión original, además de otras cinco en los Globos de Oro- y Materialistas -la inaugurada como comedia romántica del verano-, la directora surcoreana-canadiense ha logrado darle a la comedia romántica de Cameron Díaz, Sandra Bullock y Julia Roberts, un giro inesperado: el de la intimidad. Su cine no apuesta por los clichés de siempre, sino por una mirada más honesta y vulnerable, en la que los personajes se enfrentan a sus deseos, inseguridades y contextos sociales de manera profundamente humana, con la que el espectador se puede sentir reflejado.

Realismo íntimo con magia

El llamado “realismo íntimo” de Song se distingue por su capacidad de mostrar el amor no a través de la misma fórmula que conduce hasta un final feliz, sino como un proceso vital en constante transformación. En lugar de resoluciones mágicas e ingenuas, encontramos diálogos cargados de silencios, relaciones atravesadas por la nostalgia y la duda, y una cámara que se centra en lo pequeño, en lo cotidiano, en aquello que suele pasar desapercibido. Además, Song no tiene miedo a la hora de añadir elementos incómodos en sus historias de amor, como bien hace en Materialistas -no te preocupes, este artículo es sin riesgo a spoiler-. Porque al fin y al cabo eso es la vida, momentos inesperados con los que tienes que seguir construyendo tu vida.

Por otro lado, en Vidas Pasadas, Song pretende presentar el amor como algo más que emociones. Como una encrucijada del destino que, con el tiempo, se deshace como la mantequilla. Sus guiones, facilidad visual y cuestiones introspectivas son el nuevo secreto para volver a enamorarse del amor en pantalla.

Sin embargo, Song no está sola en esta nueva corriente. Al igual que Phoebe Waller-Bridge en Fleabag, Song apuesta por personajes imperfectos y conversaciones cargadas de honestidad; como Greta Gerwig en Lady Bird, retrata emociones cotidianas con una sensibilidad visual que hace que lo pequeño se sienta grande; y recuerda también a la trilogía de Antes del amanecer (1995) de Richard Linklater, donde el amor se despliega como un viaje entre continentes, décadas y circunstancias.

Esta nueva propuesta demuestra que la comedia romántica no tiene que desaparecer, sino evolucionar a un cauce más introspectivo que ya no concibe el amor como un cuento de hadas, sino como un terreno complejo, contradictorio y real. Y en esa complejidad, curiosamente, reside la nueva forma de amor y de magia cinematográfica.