No todo está saliendo bien en la adaptación que Ryan Murphy llevará a la pantalla de la historia de amor entre Carolyn Bessette-Kennedy y John F. Kennedy Junior. La película American Love Story, que se estrenará el 14 de febrero de 2026, no está convenciendo a la crítica, quien ha puesto este estreno en el foco del interés mediático ocho meses antes del gran día. La razón de esta obsesión es Carolyn Bessette-Kennedy, quien 26 años después de su fallecimiento sigue manteniendo una relación complicada con la prensa.
«Su carácter era complicado» siguen afirmando los medios de comunicación. Pero nada más lejos de la realidad. Todas las fuentes cercanas a Carolyn Bessette-Kennedy lo constatan: era cálida, amable, risueña y protectora. Poco que ver con la imagen que la prensa ofreció de ella durante los años de su vida pública, esquiva y misteriosa, tal vez por el acoso al que fue sometida y por sus artimañas para salir indemne de las persecuciones de los paparazzis.
Y algo de razón hay en la afirmación «era esquiva y misteriosa», porque tras contraer matrimonio con John F. Kennedy Jr. el 21 de septiembre de 1998, prácticamente no hay grabaciones de su voz. Sólo se han encontrado dos. Una de ellas, un clip de ocho segundos de la cobertura de Entertainment Tonight de la Bola de Fuego y Hielo, en 1998, y otro de tres segundos, del mismo medio, mientras asistía a los Premios Newman’s Own/George, en mayo de 1999, sólo dos meses antes de su muerte. Su voz, como su imagen, también se convirtieron en un misterio que ha mantenido vivo el interés hasta ahora con ella ya ausente. Probablemente la razón por la que la crítica tiene las expectativas tan altas en esta producción de Ryan Murphy.
Reina de hielo ¿derretida?
Carolyn Bessette-Kennedy murió en un accidente de avión junto a su marido, John F. Kennedy Jr., y su hermana, Lauren Bessette, un día como hoy de 1999. A los 33 años. Se marchó dejando intacta la oportunidad de envejecer y sin poder contar su historia. Tal es así que 26 años después del siniestro, muchos sólo la ‘conocerán’ a través de la imagen que Murphy dé de ella en American Love Story. Y es aquí donde se desata el drama. La Bessette del director, protagonizada por Sarah Pidgeon, no parece estar a la altura del icono en el que se convirtió.
Más allá del tono rubio del cabello o del Birkin que se cuelga del brazo, no hay nada en la actriz que nos recuerde a la famosa. Al menos, físicamente. Todas las esperanzas están puestas ahora en la personalidad que Murphy elija para ella. ¿Veremos a una Bessette cercana, dulce, empática? ¿Decidirá alejarla del público tal y como la prensa consiguió de ella en vida?
No fue una reina de hielo, pero puede que tuviera que fingirlo para sobrevivir a los medios. Debido a su silencio ante el público, utilizó la moda como vehículo de comunicación. Conocida por su estética minimalista clásica, vivió la moda desde dentro. Su trabajo como publicista en Calvin Klein le valió una serie de conocimientos que aplicó en su día a día: la discreción puede ser un arma de protección. Lo demostró cuando hizo de su look más visto una forma de despistar a los paparazzis y que todas las fotos parecieran tomadas del mismo día: camisa blanca, vaqueros de color negro, coleta y gafas de sol. Lo hizo por supervivencia, no por amor a la moda. Aunque pasó a la historia como un icono.
«Se habría reído de que la llamaran icono de moda», dijo Michelle Kessler a Elizabeth Beller para su libro Érase una vez: la cautivadora vida de Carolyn Bessette-Kennedy, de 2024. «No pretendía ser nada parecido. Carolyn buscaba una vida interesante y vivir su día sin interrupciones».
La persona más bella (del instituto)
Hermana pequeña de las gemelas Lauren y Lisa, está última la única que sobrevivió a sus hermanas, nació en White Plains, Nueva York, pero tras el divorcio de sus padres se mudó a Greenwich, Connecticut. Allí, en su adolescencia, fue elegida ‘la persona más bella’ del instituto, antes de iniciar sus estudio de magisterio en la Universidad de Boston. Ese inocente premio de juventud fue sólo un adelanto de lo que vendría: intensos intentos de emprender una carrera como modelo, fallidos todos. No vivió de recorrer pasarelas pero sí de interactuar con la gente. En Calvin Klein, pasó de vendedora a directora de publicidad. gracias a su visión para los negocios.
Y de este trabajo muchos de sus compañeros recuerdan algunos de sus rasgos de personalidad más destacados: siempre pensaba en los demás, era compasiva, tenía carisma, era hipnótica, cautivadora, magnética, eléctrica y dinámica. Y cargaba con un ‘lastre’ con el que nunca se sintió identificada: ser una de las mujeres más bellas del mundo. Lo fue por dentro, eso sí. «Tenía una ética de trabajo intachable. No era perfecta y tenía defectos, pero no merecía su reputación de reina de hielo. Era difícil de manejar, sí, pero su complejidad le hacía sensible», comentó Michael Berge en su libro. «Tenía muchísima energía y era muy auténtica. Era una de esas personas que llenan de energía cualquier espacio», confesó Carole Radziwill, su íntima amiga y la mujer del primo de John, en una entrevista. «Era simpática, muy auténtica, inteligente y divertida. Era una persona vibrante», en palabras de Pat Manocchia.
Estos testimonios de amigos son sólo algunos que la prensa ha recogido en entrevistas durante estos 26 años. Y todos coinciden: no fue una reina de hielo y fue mucho más bonito por dentro de lo que ya fue por fuera. Ese tipo de persona que parece mirarte directamente al alma y luego guiñarte un ojo, aunque con la prensa no lo consiguiera.
