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‘The Last Showgirl’: el renacer de Pamela Anderson en la gran pantalla

Dirigida por Gia Coppola, esta cinta parece hablar de dos historias en una: el adiós de una vedette a su vida bajo los focos y el mito de Pamela Anderson.

The Last Showgirl es mucho más que el regreso de Pamela Anderson a la gran pantalla: es un homenaje al mito de la propia artista. Se trata de una elegía de color azul dedicada al cuerpo femenino, el envejecimiento y la redención. Dirigida por Gia Coppola, la más indie del clan Coppola, narra la historia de Shelly Gardner, una vedette cincuentona que debe enfrentarse al cierre del club donde ha bailado toda su vida. Su estreno en San Sebastián hizo ruido, pero su llegada a los cines españoles se ha hecho esperar (el pasado viernes 20 de junio).

Este renacer de Anderson comenzó en 2022, cuando debutó en Broadway como Roxie Hart en Chicago, poco después del estreno del documental de Netflix Pamela, a Love Story y la serie Pam & Tommy, que ella misma rechazó por considerarla una nueva explotación de su imagen. Su respuesta fue mostrarse al natural: sin maquillaje, sin pestañas postizas, sin artificios. Así apareció en revistas y alfombras rojas, generando titulares que ya no hablaban de su cuerpo, sino de su piel. Esta nueva Pamela, también publicó un libro de cocina vegana inspirado en los productos de su granja familiar en Canadá, donde vive desde la pandemia. En ese entorno rural, entre rosales y cerezos, comenzó un proceso íntimo de transformación lejos de los clichés que la persiguieron durante décadas.

Como si de una respuesta desde el female gaze a Showgirls se tratara, la película contempla con ternura y admiración a sus protagonistas, mientras el tiempo se impone sobre el brillo de los focos y los cuerpos esculpidos. El personaje de Shelly no llega a Las Vegas para triunfar como Nomi Malone; al contrario, está a punto de despedirse. Su espectáculo, Le Razzle Dazzle, ya no encaja con los nuevos gustos del público.

La historia de The Last Showgirl se sostiene también por su interesante reparto: Jamie Lee Curtis, Kiernan Shipka, Brenda Song y un sorprendente Dave Bautista. Pero todo gira en torno a Anderson, que parece fundirse en uno con su personaje. Tanto, que cuesta saber si está actuando o interpretándose a sí misma. La dirección de Coppola (nieta de Francis Ford Coppola y sobrina de Sofia) es delicada y nostálgica, rodada en 16mm y con aires de videoclip melancólico de The Killers. La directora encontró en Pamela una musa inesperada: “Nadie más podía ser Shelley”, confesó. Y aunque la historia de una bailarina de edad que debe dejar atrás sus días de gloria no es nueva, esta vez se cuenta con compasión, inteligencia estética y un inesperado giro emocional.

Gia Coppola también encuentra aquí su voz. Aunque ya había trabajado en cine con Palo Alto y Mainstream, es con esta película donde realmente se consolida. Su homenaje a Showgirls, cinta vilipendiada durante años y hoy convertida en película de culto, conecta con una generación que valora los relatos de segundas oportunidades. Porque The Last Showgirl habla, en el fondo, de sueños rotos, del arte de reinventarse, y del coraje de mirarse al espejo sin máscaras. Pamela Anderson pensaba que su carrera como actriz había terminado. Pero esta vez —dice ella misma— “no era el final. Era el principio”.