Hubo muchas mujeres importantes en la vida de Fernando Botero pero una de ellas le cambió la vida. “Dorothy Miller era la encargada de buscar talento joven para el MoMA. Un día fue a visitar a un artista que vivía en el mismo edificio que mi padre y saliendo del estudio le comentó que fuese a verlo: ‘Es interesante lo que hace’. Cuando Dorothy tocó donde mi padre, estaba pintando Mona Lisa a los 12 años. Al verlo, no lo dudó: ‘Quiero este cuadro para el MoMA’”, nos cuenta otra de las mujeres de la vida de Botero, su hija Lina Botero (Bogotá, 66 años). Era el 1977 y ahí arrancó su camino a la gloria.
Muchos años después, en 2012, la segunda de los tres hijos que el artista tuvo con su primera mujer, Gloria Zea, se convirtió en su mano derecha cuando el museo de México organizó la retrospectiva más grande del pintor, y le pidió a Lina que fuera la comisaria. Desde que falleció su padre, en 2023, Lina no ha parado de organizar exposiciones con su obra, la última se puede ver hasta el 21 de julio en el Palau Martorell de Barcelona: “Mi padre fue the living artists with most exhibitions ever. Su obra ha tenido una acogida universal”, asegura con orgullo mientras que enumera las exposiciones que le esperan: “En junio en Guangzhou, China; en septiembre en Fuerte de Bard, en el Norte de Italia; en octubre en Azerbaiyán, en el museo diseñado por Zaha Hadid; en diciembre en Singapur y en mayo [de 2026] en Seúl”.
Madre de dos hijos, Andrea y Nicolás, y abuela de cinco nietos, Lina ha decidido instalarse en Europa con su pareja, el enólogo franco-italiano Alessandro Noli. Su idea es vivir en Roma, sin perder nunca de vista sus queridos México y Colombia. Hablamos con esta mujer entusiasta e inagotable de cómo sobrevivir al apellido de su padre, incluida una repentina huida de Colombia tras varios intentos de secuestro.
¿Por qué hay que ir a ver la exposición de Fernando Botero en el Palau Martorell de Barcelona?
Es la tercera exposición que organizamos después de su fallecimiento. En 2024 hubo dos mega exposiciones en Italia. La primera, de esculturas monumentales en algunos de los lugares más icónicos del centro histórico de la ciudad. La segunda, la inauguramos en Palazzo Bonaparte, la casa que perteneció a la madre de Napoleón, Letizia Bonaparte. Era una exposición enorme, de 125 obras que tuvo un éxito colosal: 240.000 visitantes en tan solo cuatro meses. Una locura. Es la misma que hemos traído al Palau Martorell, que se inauguró en febrero y estará en Barcelona hasta el 21 de julio.

Lina Botero fotografiada junto a su padre, Fernando Botero, en su estudio de París, en 2021. © Oleg Covian.
¿Cuándo empezó a trabajar mano a mano con su padre?
En 2012, cuando mi padre cumplió 50 años, el Museo Palacio de Bellas Artes de México quiso rendirle homenaje organizando una retrospectiva enorme, la más grande que nunca se haya celebrado. Me nombraron comisaria y a partir de ese momento empecé a trabajar con él. Antes trabajaba como decoradora de interiores pero lo dejé. Teníamos una relación muy estrecha.
¿Cuál cree que fue el secreto de su éxito? Al principio las críticas eran muy duras con su obra.
Cuando en los años 60 llegó a Nueva York con 200 euros en el bolsillo predominaba el arte pop y el expresionismo abstracto. Nadie, pero NADIE estaba interesado en el arte figurativo. Por eso fueron tan duros. La crítica lo trataba como si fuera un leproso. Pero él se mantuvo siempre muy fiel a su arte. Fue un camino muy duro y solitario.
Su madre, Gloria Zea, fue una mujer muy importante en Colombia.
Sí. Fue ministra de cultura ocho años, directora de la Ópera, directora del Museo de Arte Moderno durante 47 años… Recibió todos los reconocimientos a nivel internacional. Mi abuelo también era un hombre muy reconocido. Fue embajador de Colombia ante la ONU. De hecho, cuando mi padre intentaba abrirse camino en NY, nosotros vivimos en la ciudad con mi madre y mi abuelo.
“Mi madre fue la primera mujer que secuestraron. Fue una etapa aterradora”
Ha vivido en muchos países: México, Estados Unidos, Colombia, París, Londres…
Desde que murió mi padre, puse los pies en Europa y estoy en proceso de mudarme a Italia. Ha sido un cambio enorme, pero siempre mantendré un pie en México y Colombia. Me siento muy colombiana.
¿Por qué ha vivido en México?
Salimos de Colombia en la época de Pablo Escobar. Mi madre fue la primera mujer que secuestraron en Colombia, junto a mi padrastro [el empresario cafetero Andrés Uribe]. Luego mi padre tuvo tres intentos de secuestro y mis hermanos y yo también. Era una realidad que vivían muchos colombianos. Cuando trataron de secuestrar a mi hija de 8 años, dije: ‘Me voy’. Se salvó de milagro.
¿Usted corrió peligro de secuestro?
Cuando mataron a Pablo Escobar la policía agarró a Popeye, su mano derecha. Estuvo más de 20 años en la cárcel y confesó haber matado a más de 300 personas y coordinado la muerte de más de 3000. Lo contó en Semana, la revista de noticias más importante de Colombia. En esa misma entrevista contó que estuvieron a punto de secuestrar a Beatriz Alicia Santodomingo, la esposa de Julio Mario Santodomingo, el hombre más rico de Colombia, y a Lina Botero. Yo estaba en Italia, me llamó mi hermano y me dijo: ‘Métase en Internet y mira la entrevista de Popeye’. Me dio un ataque de llanto en medio del aeropuerto. Fue una época aterradora.

Lina Botero, fotografiada en Forbes House el 3 de mayo, viste traje tres piezas de IKKS, sandalias de Bimani y pendientes de Luxenter.
© Davit Ruiz
¿Qué cualidades ha heredado de su padre? ¿Y de su madre?
Ay, dios mío, humildemente es otra categoría. Creo que tengo una disciplina de trabajo importante, heredada de ambos, y que estoy comprometida en hacer las cosas lo mejor que pueda. Lo que tenemos es un compromiso de la familia con el país: mi padre hizo obras de beneficencia y mi madre era una persona totalmente comprometida con Colombia. Esos son ejemplos para seguir.
¿Qué personalidad que haya conocido a lo largo de su vida le ha impresionado más?
Mi padre y mi madre, sin duda. Y muy especialmente Mario Vargas Llosa, con quien también fui muy cercana. Escribió un texto muy importante sobre mi padre y mi padre pintó un cuadro de Mario. He tenido la posibilidad de vivir con él y le admiro y le tengo mucho cariño.
«Desde que murió mi padre, puse los pies en Europa y estoy en proceso de mudarme a Italia»
Es difícil que un artista triunfe en vida. ¿Cómo lo consiguió su padre?
Creó un estilo único: en todas partes del mundo se reconoce un Botero. Nunca formó parte de una moda o tendencia artística. Es una de las cosas más difíciles.
Tuvo dos hijos con un colombiano, se casó con un español y ahora lleva 15 años con un italiano. ¿Encontró la estabilidad?
Sí. Llevo 15 años con mi pareja franco-italiana, Alessandro Noli, un enólogo que dirige Clot de Tar, uno de los vinos más importantes que tiene François Pinault en Bourgogne. Estuve once años casada con el padre de mis hijos, Alfred Wild, un colombiano de origen alemán y luego cuatro años casada con un español. Pero ya no me caso más (risas).
¿Le gusta ser abuela?
Es lo máximo de la vida. Yo me siento súper joven.
*Créditos: estilismo Berta Álvarez; asistente de estilismo Guadalupe Vázquez, MUAH Marta Rico
