No es sólo la noticia de un diseñador fichando por una marca o una marca captando a su próxima estrella creativa. Es mucho más que uno de los tantos ‘#últimahora’ que vemos con frecuencia en la industria de la moda en los últimos años. Que Pierpaolo Piccioli, ex Valentino, haya sido nombrado nuevo director creativo de Balenciaga es, probablemente y sin miedo a la exageración, el nombramiento que da pasa a la era más audaz para Balenciaga tras los tiempos de su fundador.
Piccioli: un valor seguro
Nacido en Roma, criado en la ciudad costera italiana de Nettuno, Piccioli estudió Literatura en la Universidad de Roma, pasó por el Instituto Europeo di Design, hizo prácticas en Brunello Cucinelli y, tras graduarse, se unió al equipo de Fendi con Maria Grazia Chiuri, con quien luego volvió a coincidir en Valentino.
De Pierpaolo Piccioli (Roma, 1967) podemos decir muchas cosas. Entre tantas, que su trabajo es sinónimo de mesura, que diseña desde la sobriedad y que deja huella por donde pasa. Para abrir boca, no está nada mal. Ejemplo de la admiración que despierta en la industria son las palabras que el propio Valentino Garavani, fundador de la marca en la que Piccioli estuvo durante 25 años al frente de las colecciones: «Ha sido uno de los pilares fundamentales de Valentino desde 2008». Aquel año, Garavani y Giancarlo Giammetti le eligieron como director creativo de la casa (junto a Maria Grazia Chiuri, cargo que compartió con él hasta 2016, cuando emprendió nueva aventura en Dior), encontrando un heredero perfecto capaz de haber establecido a la marca como una de las más importantes del mundo de la moda.
El trabajo de Piccioli fue esencial para impulsar aún más la marca romana. Le dio un nuevo aire juvenil, pero manteniendo esa clase elegante y con productos artesanales que siempre habían identificado a Valentino. Una labor quei fue reconocida en 2018 y 2022 con el premio Diseñador del año en los Fashion Awards, los Oscar de la moda.
En la casa italiana permaneció un cuarto de siglo hasta que el pasado 22 de marzo de 2024 Valentino anunció la salida de Piccioli. Emocionado, confesó a su hija de 18 años –que había asistido a todos sus desfiles con la firma desde los dos años– que se sentía «libre y joven». Una declaración que dejó entrever las ganas del creativo por seguir enfrentando nuevos proyectos. Ahora, poco más de un año después, el diseñador vuelve a las pasarelas con una nueva casa a la que dotar de esas dotes mencionadas: trabajo realizado con mesura, sobriedad e impronta.
Y en estos valores de identidad del propio Piccioli y de su trabajo donde se asienta la noticia, y no tanto en su nuevo fichaje. Acostumbrados a un Balenciaga de excesos, debido, en parte, a Demna Gvasalia, su director creativo hasta este pasado mes de marzo, cuando fichó por Gucci.
Con la salida de Gvasalia y la entrada de Piccioli, dos estilos antagónicos en cuanto a diseño se refiere, Balenciaga parece dejar claras sus intenciones: darle a la firma un cambio de rumbo. La marca de origen español podría abandonar el exceso para entregarse sin limitaciones a la mesura y recobrar así parte del ADN que el fundador de la marca, Cristobal Balenciaga, le inyectó en el momento de su fundación. Si la maison hubiese querido continuar la estela de Gvasalia, no sería Piccioli el nombre que hoy estaríamos leyendo en todas las plataformas. Otras serían más apropiados. Que Balenciaga se haya decantado por el suyo indica un cambio de rumbo. Indica la posibilidad de volver a soñar con diseños creados desde las emociones y sin artificios, desde la belleza más real, desde la sobriedad más elegante, desde la atemporalidad y huyendo de las tendencias efímeras. En definitiva, un trabajo realizado tal y como se hizo en los orígenes de una de las marcas más importes de este siglo y del anterior. Tal y como hizo Cristóbal Balenciaga.
