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Zara, Mercadona, Mango y más: el gran apagón y las marcas que no perdieron el norte (ni la caja registradora)

El 28 de abril no fue un lunes cualquiera. España, literalmente, se apagó. Mientras muchas bajaban la persiana, estas son las empresas que resistieron el gran apagón.

Tienda de Mercadona, ECONOMIA MERCADONA

España literalmente se apagó. Y es que ayer no fue un lunes cualquiera. Alrededor de las 12:30 del mediodía, millones de personas vieron como el mundo, su mundo, se detuvo de repente. Lo que parecía un simple corte eléctrico aislado se convirtió en un apagón masivo que paralizó buena parte del país, afectando también a regiones de Francia, Portugal, Italia y Reino Unido. Supermercados a oscuras, datáfonos fuera de servicio, persianas atascadas, transporte público colapsado y ciudadanos buscando efectivo.

La incertidumbre se apoderó del día: 10 horas sin electricidad, sin red, sin agua y, en muchos casos, sin información clara. Algunos negocios no tardaron en echar el cierre; otros, en cambio, resistieron como pudieron y lograron seguir operando. Desde cadenas de moda que evacuaron sus tiendas hasta supermercados que sacaron músculo logístico con generadores propios, el apagón dejó una fotografía nítida de quién está preparado (y quién no) para una crisis energética.

Estas son algunas de las empresas y su reacción ante el gran apagón del 2025.

Mercadona: como agua en el desierto

La cadena de supermercados valenciana fue una de las pocas que mantuvo operativos la mayoría de sus locales gracias a sus propios grupos electrógenos. Con sistemas que pueden funcionar hasta 24 horas, la cadena consiguió mantener la iluminación básica y los cobros en caja. Algunos frigoríficos fallaron, pero eso no impidió que Mercadona se convirtiera en el refugio de miles de españoles que cruzaban la ciudad buscando un comercio abierto. Granada, por ejemplo, mantuvo sus 37 tiendas en pie. En tiempos de apagón, tener plan B no es lujo: es supervivencia.

Zara no consiguió abrir (ni tampoco cerrar)

En el centro de Barcelona, las puertas de Zara no se cerraron… porque no podían. Conectadas al sistema eléctrico, las persianas quedaron bloqueadas. La tienda evacuó a sus clientes, pero el equipo tuvo que quedarse adentro durante horas, junto a seguridad, esperando instrucciones de la central. Alrededor de las 15:30, les indicaron que podían irse a casa. Pero alguien tenía que quedarse. El local no podía quedar expuesto toda la noche. Seguridad, como casi siempre, fue el último en salir.

Todas nuestras esperanzas en El Corte Inglés

No bajó la cabeza. Ni las persianas. Fuentes de la empresa confirmaron que todos los centros estaban abiertos y operativos. ¿El secreto? Generadores propios como los de Mercadona. Aunque las escaleras mecánicas y algunas luces fallaron, los cobros continuaron y los clientes siguieron entrando. Para muchos fue la salvación en el caótico día de ayer. Tampoco nos sorprende, esperábamos que semejante referente tuviera un plan B en caso de crisis.

Mango no salió campeón ayer

Mango no logró esquivar del todo la oscuridad. Aunque activó protocolos internos para minimizar el impacto, varias de sus tiendas tuvieron que cerrar sus puertas por falta de suministro eléctrico. En Bilbao, por ejemplo, los empleados de la tienda en Gran Vía desalojaron el local apenas se cortó la luz, siguiendo el protocolo de seguridad. Es decir, siguieron los pasos del Zara, demostrando que incluso los gigantes de la moda no son inmunes cuando todo se apaga.

Carrefour: todos enchufados

Uno de los sitios más curiosos fue la cadena Carrefour quien, no solo no cerró, sino que contaba con Wifi y enchufes para todos. ¿Se acuerdan de la moda de ir a las 19 horas al mercadona con la piña en el carro para ligar? Bueno, ayer el Carrefour se convirtió en el nuevo sitio de citas. Miles de españoles haciendo cola para cargar su móvil y conectarse al Internet, enchufados a las paredes del Carrefour por el apagón.

Cuando pagar en efectivo tampoco es opción

Y aunque ayer, muchos nos dimos cuenta que deberíamos oír más a nuestras madres cuando nos dicen de llevar efectivo en la cartera, nos llevamos una gran sorpresa. Durante el gran apagón, incluso el efectivo dejó de servir. Las cajas registradoras, conectadas a la red, quedaron inutilizadas. En H&M, Uniqlo o &OtherStories, directamente bajaron persianas (o lo intentaron) y cerraron por seguridad. Algunos trabajadores ni siquiera habían recibido información clara de parte de la empresa. La incertidumbre se convirtió en el lenguaje común.

Los autobuses urbanos, nuestra única salvación de transporte, terminaron cediendo al caos. Con los datáfonos fuera de servicio y los sistemas de validación del transporte colapsados, los conductores comenzaron a dejar subir a los pasajeros sin validar bono ni pagar billete. “Súbete, no hay forma de cobrar”, decía uno de los choferes, resignado. El apagón convirtió los autobuses en refugios de movilidad gratuita, al menos por unas horas, recordándonos que incluso los sistemas más automatizados pueden quebrarse con un chispazo.

Lo que empezó como un corte de luz terminó por convertirse en una radiografía de nuestra dependencia tecnológica y energética. También de la preparación (o no) de nuestras empresas. Y en medio del caos, la gran pregunta: ¿qué haremos cuando esto vuelva a pasar?

Porque si algo nos dejó el 28 de abril de 2025, fue claro: no se trató solo de un apagón. Fue una prueba. Y no todos estaban listos.

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