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La reina Letizia respeta el protocolo pero renuncia a este exclusivo privilegio en el funeral del Papa Francisco

De riguroso luto, ha encarnado la dignidad de la corona española en el último adiós al papa Francisco. Acompañada de un broche de gran valor histórico con guiños a la reina Sofía, lleva consigo una mantilla, aunque no hay rastro del único privilegio exclusivo que el Vaticano concede a España: la peineta.

La pequeña ciudad-estado del Vaticano y el resto del mundo están presenciando un acontecimiento histórico. El adiós definitivo al papa que ha portado durante 12 años la palabra de la paz y de la mirada hacia el futuro. Hoy, sábado 26 de abril, se está celebrando en la Plaza de San Pedro el funeral del papa Francisco, fallecido a los 88 años de edad este pasado lunes. En esta ceremonia se han presentado 10 casas reales, líderes políticos, como Donald Trump junto a la primera dama Melania Trump, y Milei, presidente de Argentina, además de altos cargos eclesiásticos.

Al pie del cañón, se encontraban los reyes de España minutos antes del solemne acto, posando junto a la delegación española, que acude desde la embajada en la Santa Sede para rendir homenaje al Sumo Pontífice. Acompañan a los Reyes en esta misa exequial las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. La representación española se une así a medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno, así como a nueve casas reales, en el último adiós al Papa Francisco.

Como muestra de respeto y profunda devoción católica, la reina Letizia y el rey Felipe han optado por un atuendo negro y discreto, en línea con el protocolo y en representación del riguroso luto.

Letizia nunca falla en esta clase de eventos. Con su imagen ha representado a la perfección la tradición reservada para la corona española y protocolo de la Santa Sede. Vestida con un vestido negro midi de mangas francesas y un zapato de tacón sensato y cerrado en color negro, con medias del mismo color, reúne todas las miradas en sus ligeros accesorios. Perlas, un bolso de Carolina Herrera y un broche cargado de simbolismo e historia. La reina porta esta joya que perteneció a la reina Victoria Eugenia, bisabuela del rey Felipe VI, compuesta por una perla gris central rodeada de brillantes, de la que cuelga una perla en forma de pera. Además, Letizia ya había lucido este broche en otras ocasiones solemnes, como el funeral de Constantino de Grecia, al igual que lo hizo doña Sofía durante su etapa como reina. Una vez, un discreto homenaje a su suegra con el que simboliza su constante apoyo a la emérita.

Pero todas las miradas se han posado en la cabeza de la reina Letizia. Ayer, las cábalas correspondían a la decisión de la consorte de cumplir o no con el privilegio que el Vaticano reserva únicamente a la corona española en un acto oficial: lucir la combinación de mantilla y peineta en un funeral como el que hoy presenciamos. Hemos salido de dudas. Sobre la cabeza porta la mantilla, artículo permitido a todas las reinas y altos cargos femeninos, sin embargo, no parece cargar la única ventaja que el Vaticano ofrece a la reina de España de llevar consigo una peineta. Este privilegio se debe a su gran tradición dentro de la cultura española (habitual en las madrinas de boda y en los entierros, como vemos cada Semana Santa), pero, por lo que parece, la reina respeta el protocolo pero renuncia a la peineta, probablemente, por igualarse a la imagen del resto de mujeres invitadas, que no podrían llevarla. Así, ha coincidido en atuendo con Melania Trump, Silvia de Suecia, Mette-Marit de Noruega y Charlene de Mónaco, consiguiendo no destacar entre los presentes, dejando el protagonismo al Papa Francisco.

La Casa Real

Riguroso protocolo

Según dicta el protocolo vaticano, las reinas, jefas de Estado, primeras damas y mujeres con cargos políticos de alto rango deben acudir vestidas de negro, con vestido largo, mangas cubiertas y una mantilla del mismo color que cubra la cabeza (este último requisito, opcional). Este atuendo, cargado de simbolismo, representa el luto y el respeto hacia el Santo Padre.

En el caso de los caballeros ya sean monarcas, jefes de Estado o altos dignatarios, el protocolo exige una indumentaria sobria y elegante. Lo más habitual es el traje oscuro, preferiblemente negro, acompañado de corbata del mismo tono. Los monarcas, además, suelen portar condecoraciones o insignias nacionales, siempre discretas y acordes con la solemnidad del momento.

Aunque la sobriedad del negro marcará la tónica general, existen excepciones contempladas en el ceremonial. Los representantes oficiales pertenecientes a las fuerzas armadas, por ejemplo, pueden acudir con uniforme de gala, siempre que este mantenga la mesura y el respeto que exige la ocasión.